Cuenta la historia que allá por el año 1958, en unos de los arrabales de Ciudad Real, se construyó la Barriada del Padre Ayala. Este sacerdote Jesuita, natural de Ciudad Real, fue quien impulsó la construcción de 200 viviendas para familias pobres que vivían en chabolas, chozos y chamizos; sintiendo también la necesidad de acompañar y atender a esa población y, conociendo el carisma de las Franciscanas Hijas de la Misericordia, solicitó la presencia de esta Congregación.
Con la urgencia que el caso requería, se iniciaron todas las gestiones para llevar a cabo dicha propuesta, se prepararon dos casas con las mismas características que las de los vecinos, de treinta metros cuadrados cada una, para que vivieran las hermanas.
El día 6 de enero de 1959 el Obispo Juan Hervás bendijo la casa de la Comunidad, en presencia de la que entonces era Superiora General Sor Mª Ignacia del Pilar y su Consiliaria, Sor Catalina del Buen Pastor, junto con las hermanas que formaron la primera comunidad: Sor Margarita de Jesús, Sor Ana del Niño Jesús, Sor Mª Albina del Pilar y Sor Aurelia del Rosario; las autoridades locales, provinciales y religiosas de la capital y vecinos de la Barriada.
La Comunidad emprendió con ilusión este
cometido arriesgado, audaz y difícil. Inician su tarea con trescientas familias
desde distintas áreas. Una de ellas, de carácter más asistencial, consistió en
facilitarles algo tan básico como alimentos y ropa. La atención a los enfermos
a domicilio, las clases que impartían por la noche y la transmisión de la fe a
través de la catequesis, completaban toda la labor de las hermanas.
La carencia de medios y espacios no
impidieron en nada el desarrollo social y cultural de la Barriada, de hecho, la
educación reglada, se inició con 180 niños y 160 niñas agrupados en dos salas
de dieciséis metros cuadrados cada una. Pasados unos años, se construyó un
edificio que dio cobertura más digna a la población escolar del barrio y el día
6 de enero de 1965 se inauguró el nuevo Colegio San Francisco de Asís, con tres
aulas: una para 60 maternales, otra para 50 párvulos y la tercera para 40
alumnos de primaria.
UN SÍMBOLO EN EL BARRIO.
Actualmente nada queda de la barriada del Padre Ayala, solamente calles sin viviendas y terrenos descuidados, sin embargo, en medio de lo que fue la barriada de Vista Alegre, como popularmente se conocía al barrio, permanece un símbolo de la presencia de las monjas del barrio. Un colegio, que gracias a los conciertos educativos, ha podido ampliar y adaptarse a la Legislación Vigente. De hecho, en 1986 se concertó la Educación Primaria, en 1998 la Educación Infantil y la E.S.O, entre 1997 - 2000.
Las Hermanas siempre encontraron respuesta a sus proyectos y necesidades a favor de su labor en la Barriada. El apoyo de las instituciones públicas y de muchos ciudadrealeños ha conformado este camino recorrido durante cincuenta años.
De tal forma que el trabajo del
profesorado se ha visto valorado por los numerosos premios que los alumnos han
obtenido en las diferentes actividades en las que han participado.
La Consejería de Educación de la Junta de
Comunidades de Castilla-La Mancha, con motivo del Día de la Enseñanza, el 28 de
enero de 2002, premió al Centro por la labor docente en él desarrollada, por su
especial dedicación a la población socialmente desfavorecida, por el desarrollo
de la tolerancia y el fomento de la educación en valores como fundamento y base
de la convivencia, y por su atención a la diversidad curricular.
NUEVOS DESAFÍOS.
El reto de la educación, propio del carisma congregacional, se basa en el protagonismo que reside en compartir el objetivo y en realizar bien cada uno su tarea.
Actualmente, la comunidad de Franciscanas, formada por cinco religiosas, es consciente de las nuevas exigencias de evangelización del hombre del siglo XXI, pero también son responsables de la vigencia del legado de los fundadores, y por eso afrontan los retos educativos con la esperanza y «con la mirada y el corazón puestos en nuestras raíces, fuente donde nos impregnamos de la savia y de la fuerza para ser profetas, apóstoles y testigos del evangelio» realizando la misión que la Historia les ha marcado; es decir, enseñanza, catequesis y acción social.
El Carisma Fundacional exige hoy formas
nuevas de expresión, nuevos retos y nuevos desafíos. La miseria y la pobreza
actual en el entorno se manifiestan en la carencia de valores, el desamor de
las familias y cierto desinterés por" el aprendizaje. Desde la difícil tarea
de la Educación que continúan llevando a cabo fundamentalmente a través del
Colegio, intentan dar respuestas a estas necesidades que detectan en su
entorno, sabiendo de que a pesar de que la educación hoy día es un camino arduo
y difícil, siguen mirando el presente con gratitud y el futuro con esperanza.
Texto: La Tribuna de Ciudad Real,
domingo 11 de enero de 2009