jueves, 31 de marzo de 2022

HOY HACE SETENTA Y CINCO AÑOS DE LA BENDICIÓN DE LA IMAGEN DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA PIEDAD

 

El Cristo de la Piedad el día de su bendición el 31 de marzo de 1947

 

La Hermandad del Cristo de la Piedad fue fundada en 1616, para rendir culto a una imagen del escultor Giraldo de Merlo, autor del retablo mayor de nuestra catedral, que según la tradición oral dice que Giraldo de Merlo realizó un Crucificado más pequeño de lo que debiera, para coronar el retablo mayor de nuestra Catedral, que dejo a custodia del templo parroquial, y al verlo un grupo de fieles se juntaron para rendirle culto y crear la cofradía, con la cual procesionarían la tarde-noche del Viernes Santo. Esta imagen sería destruida por republicanos del Frente Popular en 1936, y en 1939 al reorganizarse la hermandad, adquirió al escultor ciudadrealeño Antonio L. García Coronado, la imagen de su segundo crucificado. 


Contrato firmado entre el escultor y el entonces Hermano Mayor y Tesorero para la realización de la talla del Cristo de la Piedad



El 12 de julio de 1946, se acordó en Junta General, el cambio de la imagen del titular de la hermandad nombrándose una comisión para este tema, formada por Ángel López López-Salazar y Manuel González Díaz, Hermano Mayor y Tesorero respectivamente de la Hermandad, que se trasladaron a Sevilla y se pusieron en contacto con el escultor Antonio Castillo Lastrucci, llegando a un acuerdo y firmando el contrato el 12 de noviembre de 1946, por valor de 35.000 pesetas de las cuales 13.000 pesetas correspondían a la imagen del crucificado ya muerto, y 22.000 pesetas al paso.


La firma de Castillo Lastrucci en el paño de pureza del Cristo de la Piedad


La imagen llegó a Ciudad Real el Viernes de Dolores del año 1947, gracias a la ayuda del entonces Gobernador Civil, Jacobo Roldán Losada, que solucionó el transporte de la imagen y las andas de Sevilla a Ciudad Real. La bendición de la nueva imagen y paso la realizó el Obispo-Prior Emeterio Echeverria, el 31 de marzo el referido año de 1947, procesionado por primera vez la tarde-noche del Viernes Santo 4 de abril.

 

Crónica de la bendición del crucificado que se publicó en el diario “Lanza” el martes 1 de abril de 1947


Pasada la Semana Santa de este año, la cofradía celebró Junta General Extraordinaria el 8 de junio, donde entre otros acuerdos se decidió por unanimidad, el donar la imagen adquirida a Coronado para que fuese colocada en el calvario que preside el retablo mayor catedralicio, en sustitución del destruido en 1936.


El Cristo de la Piedad expuesto en la casa de su Presidente en la calle Caballeros, tras la Semana Santa de 1947, donde estuvo durante tres años hasta que se habilitó su capilla junto a la escalera del camarín de la Virgen del Prado,  siendo colocado en el patio central con fondo de damascos rojos


Con la llegada de la imagen de Castillo Lastrucci, y con los permisos correspondientes del Cabildo Catedral, se acuerda ponerla a culto, en una pequeña capilla que da acceso al Camarín de la Virgen del Prado, junto al Altar Mayor, en el lado del evangelio, capilla que fue reconstruida por la propia cofradía en 1950, tal y como se puede leer en la inscripción que aún se conserva en la puerta de entrada. Las obras para adecuar este espacio para culto, duraron tres años y medio, periodo en el cual la imagen del crucificado permaneció en la casa particular del Presidente en la calle Caballeros, siendo colocado en el patio central con fondo de damascos rojos. Con las grandes obras de restauración, que se realizaron en la Catedral durante los años sesenta del pasado siglo, el crucificado es colocado presidiendo la nueva capilla penitencial bendecida e inaugurada tal y como hoy la podemos ver, el Domingo de Resurrección 2 de abril de 1972, por el Obispo-Prior, D. Juan Hervás y Benet.


La Hermandad del Cristo de la Piedad al inicio de la calle Toledo en 1950, dirigiéndose a la Parroquia de Santa María del Prado (Merced) para iniciar la procesión del Santo Entierro de ese año

 

El paso con el que procesionó el crucificado desde 1947 hasta el año 2008, era como he dicho anteriormente obra de Castillo Lastrucci, y fue vendido a la Hermandad del Santo Sepulcro de nuestra ciudad en 2011. El actual paso del año 2008, es obra de los tallistas sevillanos Francisco Pineda y Felipe Martínez Oliver, encontrándose actualmente en fase de dorado por los Hermanos González de Sevilla. 

 

El Cristo de la Piedad en su antigua capilla junto a la escalera del camarín de la Virgen del Prado

 


Desde el año 1947 y hasta el año 1962 el paso fue portado a hombros por 48 costaleros asalariados que hacían dos relevos, uno de ellos en la Plaza de María Inmaculada. En el año 1963 se le pusieron ruedas al paso, siendo portado de nuevo a dos hombros en 1983, y a costal a partir del año 1998.


El Cristo de la Piedad procesionando con el antiguo paso de Castillo Lastrucci



Como datos curiosos decir que el Cristo tiene la firma de su autor en la espalda sobre el paño de pureza, y dentro de uno de sus pies un pergamino con la firma del escultor y los hermanos que intervinieron en el proceso de ejecución y gestión del Cristo. Ha sido restaurado varias veces a lo largo de su historia; la última por Juan Manuel Miñarro López en el 2021. La imagen del crucificado posee y procesiona con potencias en metal dorado y cantoneras del mismo metal en la cruz.


Emilio Martín Aguirre


Actual paso del Santísimo Cristo de la Piedad


miércoles, 30 de marzo de 2022

EL TAMBOR DE LOS “ARMAOS”

 


¡Ay, Madre, quién fuera mozo,

y tambor de los “armaos”!...

 

Por el Barrio del Perchel

anda la tarde jugando

con risa y brincos de infantes

y volar corto de pájaros.

Y con la tarde va el niño

sueña que sueña, soñando,

todo el abril en la sangre,

la Primavera en los labios,

cuajándole una sonrisa

ambiciosa de milagros:

-¡Si pudiera ser, Señor,

El tambor de los “armaos”

Casco y coraza bruñidos

de humilde latón dorado

brillarían pretenciosos

bajo el sol de un Viernes Santo;

y yo, sobre el tambor, tam, tam,

orgulloso golpeando,

avanzaría marcial

grave el gesto, firme el paso…




Compás de Santo Domingo,

calleja del Lirio abajo,

al aire mi capa roja,

iría andando despacio

entre temblor de “saetas”

y mi redoble apagado,

en la noche del “Entierro”,

silencioso y angustiado,

para volver a ser júbilo

en la mañana del sábado

cuando en la Merced se clama

que Cristo ha resucitado…

¡Semana Santa me espera!

Ya la torre de Santiago

ensaya ser penitente,

de piedra, capillo y sayo.

¿Cuándo podré yo vestir

la ropa de pretoriano?...

 

La Primavera y el niño

del brazo marchan soñando…

-¡Ay, madre, quién fuera mozo

y tambor de los “armaos”!

 

Pedro Alpera. Revista-Guía de Semana Santa de Ciudad Real de 1954



martes, 29 de marzo de 2022

REIVINDICACIÓN DE LA CALLE DE CALATRAVA

 

 Santo Sepulcro destruido en 1936, por republicanos del Frente Popular, obra de la Casa Aranda de Zaragoza de 1916, en el interior de la Parroquia de Santa María del Prado (Merced)



Hace unos meses tuve ocasión de leer un artículo en el que, no recuerdo el nombre de su autor, se hacía un panegírico de la calle de Calatrava de Ciudad Real, pero al mismo tiempo se la consideraba como de segunda categoría, pues a su juicio sólo había tres de primera en nuestra capital: Toledo, Ciruela y Alarcos. (Antes de seguir adelante quiero recordar al lector que la de Toledo llevó en tiempos el nombre den General Espartero, que posteriormente volvió a Toledo, sin que en tantas nuevas nominaciones del callejero ciudadrealeño se acordara nadie del Príncipe de Vergara, hijo de un modesto artesano de Granátula de Calatrava).

Pues bien, estoy de acuerdo con el articulista en que las tres citadas calles se las considere de primera- aunque a la hora de tributación municipal habrá bastantes más- pero no se debe olvidar que la calle de Calatrava ha tenido casi siempre una numeración superior de inmuebles urbanos a Ciruela y Alarcos. En cuanto a la de Ciruela, que fue la primera que se pavimentó con adoquinado, ha perdido mucho interés peatonal al haber desaparecido la estación del ferrocarril a su término. Aún recuerdo el tránsito de viajeros a la llegada de los trenes, con los coches de un caballo de los tres hoteles de la ciudad- Gran Hotel, Pizarroso y Miracielos- y el «escándalo» de los carros de Alipio cargados de mercancías y tirados por tres o cuatro mulas.

Pero vuelvo a la calle de Calatrava, que es la que pretendo reivindicar en esta colaboración para el extraordinario de Semana Santa de La Tribuna, y para ello me voy a permitir reproducir dos párrafos de mi libro «Ciudad Real: Medio siglo de su Comercio». Dicen así: «Esta calle de Calatrava pudiéramos calificarla de señorial por los años del primer cuarto de siglo en sus dos primeros tramos principalmente. ¿Por qué se le llamó de Calatrava? Queremos suponer que, como homenaje a la Orden Militar de su nombre, cuyo territorio casi rodeaba por completo a Villarreal, en los años de su fundación por el Rey Alfonso X el Sabio, hace más de siete siglos. No descartamos que fuera una razón más para el nombre de Calatrava a esta larga calle, que finalizaba en la ronda, y acceso principal a la antigua Granja Agrícola donde hoy existen algunos centros universitarios, docentes y deportivos, el hecho de ser el acceso natural al camino viejo de Carrión de Calatrava, por el que diariamente venían a la capital y regresaban los yeseros de dicha localidad, que eran los abastecedores de este material de construcción tan utilizado en la primera mitad del siglo pasado en las edificaciones urbanas.


El destruido Cristo de la Caridad obra Federico Zapater de 1908


En esta calle de Calatrava tuvieron sus domicilios familiares un presidente de la Diputación Provincial y cuatro alcaldes. El presidente fue el médico Bernardo Mulleras García, que ejerció el cargo de 1926 a 1930, a quien se debió la notable mejora en las instalaciones del Hospital y Casa Cuna, muy querido por todos y en especial por las familias modestas. En cuanto a los alcaldes fueron Ramón Clemente Rubisco, en los años 1906 y 1907; Alberto García Serrano, en l916 y l917; Fernando Palacios Gómez, de noviembre de 1918 a marzo de 1920; y Antonio Prado Cejuela, en la época de al Dictadura de Primo Rivera, en 1928 y 1929".

También en la calle que nos ocupa hubo acreditados establecimientos del comercio y la industria en sus dos primeros tramos, tales como dos imprentas, en una de ellas sita en el número 10, se editaron los periódicos «el Pueblo Manchego» hasta finales de 1936, «Avance», órgano socialista, hasta el término de la guerra civil, y posteriormente «Lanza» desde 1943 hasta principios de los sesenta.

Estuvo también en el número 4 una importante librería y papelería, de la razón social Rejas y Ruiz Morote, pero más conocida por doña Casimira sobre todo por su clientela infantil. Este establecimiento fue fundado en el año 1850 por Francisco Ruiz Morote, gran pedagogo y al que el Ayuntamiento capitalino quiso honrar su memoria al dar su nombre a la antigua calle Dorada. También en esa misma acera de los pares estuvo bastantes años el Casino Artístico desde su traslado de la plaza del Pilar y cuyo presidente había sido el luego alcalde José Cruz Prado. En el número 10 tuvo su sede buen número de años el Colegio Oficial de Médicos hasta que se construyó una nueva en la plaza de la Provincia. Y en el número 14 se hallaba también el Colegio Oficial de Farmacéuticos. En la acera de enfrente estaba el establecimiento que fundara en 1856 el industrial Dámaso Barrenengoa, llegado de tierras del norte, con fábrica de chocolates, tostadero de café, marca acreditada que aún se mantiene, y selectos comestibles. En el inmueble siguiente estuvo muchos años el Centro de Telégrafos y ya en la esquina con la calle Tintoreros, Moret, Audiencia y hoy Elisa Cendreros, que todos estos nombres ha tenido esta vía urbana, - había una fábrica de corchos-. Para no alargar más estas; citas sobre la importancia de la calle de Calatrava consignemos la presencia del Colegio de San José, a cargo de las Hermanas de la caridad de San Vicente de Paul, fundado en 1888 por el obispo-prior doctor José Mana Rancés y Villanueva, donde tantas niñas y jóvenes de la provincia recibieron enseñanza. También, ya en otros tramos de la calle estuvo el Comedor de Caridad, esquina a la calle San Antonio, que inaugurara otro prelado, el doctor Javier Irastorza, y que luego se ubicó en lo que hoy es Residencia de Ancianos. ¿Subimos la calle a primera categoría?


El destruido paso de Jesús Caído del año 1911 obra de Venacio Marco Roig




CALLE CALATRAVA

 

Como lo que estoy escribiendo y recordando se va a publicar en el extra de Semana Santa voy a referirme a continuación a lo que suponía el paso de las procesiones de Jueves y Viernes Santo por el primer tramo de la calle Calatrava. He de señalar que hasta el año 1935 solo había procesiones pasionarias, como se las llamaba, el Jueves y Viernes de la Semana Mayor, aparte de la Dolorosa de Santiago el Viernes de Dolores y antes, el Domingo de Pasión, Jesús Nazareno, con la venerada imagen atribuida a Montañés y que, como todas las demás de nuestra Semana Santa, desaparecidas en 1936.

Así pues, la primera procesión a la que voy a referirme es la de Jueves Santo por la tarde, que partía de la parroquia de Santiago para recorrer algunas calles del barrio del Perchel, o el itinerario tradicional que comprendía el paso por delante de las tres parroquias. En mis recuerdos he de consignar que iniciaba el desfile un trío o una pareja de guardias civiles a caballo en uniforme de gala para seguir la pequeña imagen del Niño Jesús, que ahora figura con la Hermandad de la Dolorosa perchelera, y tras una acertada restauración sufragada por su propietario el buen amigo Francisco Messía de la Cerda, Enseguida venía Pilatos, que así era llamado y se sigue llamando el paso de la Hermandad del Ecce Homo, con un balcón idea el escultor. A continuación, el Cristo de la Caridad, conocido más por Longinos, al representar el momento de lanzada Crucificado. Y cerraba la procesión la Hermandad de la Santa Espina, que consistía en un gran relicario con dos ángeles de rodillas, en el que se guardaba, según la tradición, una espina de la corona de Jesús. Ya a últimos de los años 20 se mejoró la procesión al adherirse a ella la Hermandad de la Dolorosa, con penitentes. La procesión atraía mucho público en las primeras calles, pero tenía ya el mayor lucimiento por el primer tramo de Calatrava.

 

La Hermandad del Cristo del Perdón y de las Aguas en la segunda década del siglo XX

 


JUEVES SANTO

 

En la noche de Jueves Santo partía de San Pedro la Hermandad de Jesús Nazareno, que ostentaba los títulos d eAntigua y Venerable, y cuya imagen titular promovía a gran devoción manifestada por gran acompañanimiento tras el paso. Nombres de cofrades que debemos recordar eran los Medrano, Santyllán, Prado, Castillo, Cárdenas, Gómez y un largo etcétera.

El Viernes Santo tenía tres procesiones. La de la mañana partía de San Pedro y tras el Niño Jesús iniciaba los pasos el de La Oración de Jesús en el Huerto, que ahora es una de las de mayor número de cofrades gracias a la gestión del que ha sido hermano mayor Vicente García-Minguillán, y que llamaba la atención por el frondoso olivo y por las palmas que portaban los cofrades. Seguía la Hermandad de Jesús Caído, pero hemos de aclarar que desde 1925, al crearse la Hermandad de la Coronación de Espinas, con mayoría de ferroviarios y gracias a la gestión del que fuera alcalde Francisco Herencia, pasó a ser la segunda en el desfile, con un paso de grandes dimensiones, debido al escultor Coscolla, y que era portado a hombros por costaleros. Destacaba su valiosa colección de estandartes y el modelo de túnica, fuera de lo corriente. Así la Hermandad de Jesús Caído, que integraban los comerciantes de la capital, pasó a ser la tercera, siempre acompañada por la Banda Provincial, de la que fúe director muchos años el maestro Antonio Segura. Y cerraba la procesión el Santísimo Cristo del Perdón y de las Aguas o Tres Cruces, llamada por entonces la Hermandad de don Federico, al haber sido hermano mayor muchos años el inspector provincial de Sanidad Federico Fernández. Esta Cofradía era la más numerosa por aquellas fechas y la de mayor variedad de vestuario.

Por la tarde, el tambor del Santo Sepulcro llamaba a los armaos para participar en la procesión del Santo Entierro, que presidía el obispo con todo el clero y las autoridades civiles y militares del momento. Se iniciaba con otra imagen del Niño Jesús, con túnica negra, de la familia Ayala, y enseguida el paso de la Enclavación, único que no se restauró tras la guerra civil, seguido del Cristo de la Piedad, que movía gran devoción, el Santo Descendimiento el Santo Sepulcro y la Virgen de los Dolores de la Catedral.

Todas rivalizaban en número y riqueza y en los años 20, Joaquín Menchero, hermano mayor del Sepulcro, costeó los trajes de soldados romanos, que utilizaban artilleros de la guarnición para dar una gran vistosidad a esta procesión, que no era la última, ya que a las once de la noche salía de San Pedro la Real Cofradía de la Virgen Soledad, en la que únicamente acompañaban mujeres tocadas con mantilla negra. Y hago aquí final, porque los recuerdos son muchos y hay que cortar. Perdón, amable lector, por la extensión de lo escrito para reivindicar la categoría de la calle de Calatrava, en la que viví tantos años.

 

Cecilio López Pastor. La Tribuna de Ciudad Real, domingo 8 de abril de 2001


Nuestra Señora de los Dolores “Ave María” en su antiguo paso de palio antes de 1936

 

lunes, 28 de marzo de 2022

UN COFRADE EJEMPLAR

 



No sé exactamente de cuando data la fundación de la cofradía del Santo Sepulcro en Ciudad Real. En diferentes ocasiones oí afirmar que era mucha su antigüedad y en mi casa hay algunos viejos escritos que lo atestiguan. Lo que sí se perfectamente es la historia de los últimos cincuenta años de la Hermandad porque la oí repetir una y cien veces de labios de Ramón Delgado, Vera, Bellón, Dionisio López y alguno otro más que son la vieja solera de nuestra Cofradía.

Este año desgraciadamente faltará el más caracterizado de todos: Dionisio López, que durante más de cuarenta años fue el alma verdadera de la Hermandad. Su entusiasmo por nuestra Semana Santa y especialmente por la Cofradía del Santo Sepulcro no conocía límites. Todo trabajo y todo sacrificio le parecerían pequeños. Gracias a su entusiasmo y valiosa ayuda conseguí reorganizar la Cofradía que al terminar la guerra había quedado completamente desecha. En mil novecientos cuarenta, teníamos ya cerca de setenta hermanos, y en este mismo año salió la procesión del Santo Sepulcro porque Dionisio y otro viejo entusiasta: Vera, supieron allanar todas las dificultades, que no eran pocas, y salió un antiguo sepulcro, salvado milagrosamente de la horda, que pertenecía a la Iglesia de San Pedro. El fue quien en otro momento de apuro puso en manos de Don Joaquín Menchero la Hermandad, consiguiendo de esta forma, que alcanzara una pujanza extraordinaria.

Las conversaciones con Dionisio eran interminables y siempre giraban alrededor del mismo tema: “Recuerdo cuando nombramos Hermano Mayor a Don Joaquín…” o “Cuando Joselito toreó a beneficio de la Hermandad…”, y no era difícil allá por el mes de Octubre o Noviembre oírle decir: “¡A ver que hacemos este año! Que el tiempo se nos echa encima”.

Consideraba a la Cofradía como cosa suya y él estaba entregado a ella en cuerpo y alma. Tenía una forma de hablar sencilla, franca y sentenciosa como todos los viejos labradores manchegos. El nuevo paso del Santo Sepulcro no le gustó. Y no le gustó, no porque fuera más o menos artístico, sino porque no se parecía al otro, al suyo, al que él mismo había traído de Zaragoza hacía tantos años y que luego destrozaron los rojos.




Una sola vez Dionisio y yo no estuvimos de acuerdo y fue al querer realizar un proyecto que ya había propuesto yo antes de nuestra guerra, siendo Hermano Mayor mi padre (q. e. p. d.), el de que nuestra Cofradía llevase túnicas de penitentes como la de Sevilla, Málaga y tantos otros sitios, además de las de “armado” que había llevado siempre. Yo quería hacerle comprender que aparte de ser una cosa normal completamente, era una forma de darle impulso a la Hermandad. A Dionisio no había quien le convenciera de esto, pues para él la Hermandad había de ser como siempre y toda innovación le parecía una herejía. Menos mal que todo se arregló de una forma imprevista.

Por primera vez desde hace más de cuarenta años, este Viernes Santo no saldrá Dionisio acompañando al Santo Sepulcro. El año pasado aún se puso su traje de “romano” y había que verle a pesar de su edad, erguido, corriendo de un lado a otro durante toda la carrera, vigilando la buena formación de sus “armados” a los que sabía imponer su autoridad si no observaban la compostura debida en cualquier momento.

Todos los Sábados de Gloria por la mañana bien temprano, vestía de nuevo su armadura para asistir a la Misa de Resurrección y con majestuosa dignidad dirigía toda la ceremonia y como él decía, en el momento oportuno se “tiraba mejor que nadie”. Terminada la misa, ya en mi casa con el casco en la mano y limpiando el sudor de su frente con el amplio pañuelo de hierbas, rodeado de todos, solía hablar: “Mira Ramón, el año que viene tenemos que procurar…” y empezaban sus proyectos para la próxima Semana Santa que le habían de preocupar durante los 364 días restantes del año.

Desgraciadamente este año estará vacante su puesto. Me enteré de su muerte en las lejanas tierras donde me llevó el deber y recé una oración por su alma. Pero este Sábado de Gloria, en la Misa de Resurrección, cuando velando a Nuestro Señor las espadas de los armados se crucen, lo harán sobre el casco y el cetro que llevó durante tantos años, en homenaje postrero a su espíritu entusiasta de trabajador incansable y tenaz por una de nuestras más bellas y serias tradiciones.

 

Ramon González. Hermano Mayor de la Cofradía del Santo Sepulcro. Revista de la Semana Santa de Ciudad Real de 1943

 



domingo, 27 de marzo de 2022

LA PIQUETA ACABA CON OTRA CASA EN LA PLAZA DE SANTIAGO CON CALLE ÁNGEL

 



Si el domingo pasado publicaba el derribo de una casa en la Plaza de Agustín Salido, hoy publico imágenes de otro derribo que durante estos días se ha realizado en la Plaza de Santiago con la calle Ángel, una vivienda de una sola planta. Del Perchel castizo que se quiso preservar en los años sesenta del pasado siglo XX, y del que hablaron los historiadores y cronistas oficiales como Julián Alonso y Emilio Bernabeu, apenas queda nada. La arquitectura popular que otros años poblaba las viejas calles y plazas del Perchel, ha desaparecido casi en su totalidad.



sábado, 26 de marzo de 2022

LA SEMANA SANTA EN CIUDAD REAL EN LOS AÑOS 1920-1925

 



Del año 1920 al 1925, jamás estuvieron las calles de Ciudad Real más limpias, ni más profusamente iluminadas a la llegada de su Semana Santa, según sabemos por el periodo estudiado. Citaremos al periódico “El Pueblo Manchego”, que decía “…la calle de Toledo, por su amplitud o anchura, puede competir con otras vías de poblaciones más importantes, presenta un aspecto deslumbrador. Ya parece nos hemos dado cuenta lo que para el buen nombre y los intereses de la capital tiene el fomento de nuestras fiestas…”(sic). Una casa cinematográfica ha impresionado un film de nuestras procesiones (año 1924). “La eficaz propaganda que ha de ejercer el cinematógrafo, cuando las cintas filmadas sean proyectadas en provincias harán nos visite un buen número de forasteros al que no solamente hemos de proporcionar distracciones, sino preparar alojamientos cómodos y baratos. El éxito de la Semana Santa en Ciudad Real, es algo que se palpa…”.

Aquellos años los trenes comenzaban a extender forasteros sobre la capital durante la Semana de Pasión, y al anochecer acudía al cotidiano paseo por los soportales, es decir por la Plaza Mayor y calle del General Aguilera que era un hervidero de gentes. El Teatro Cervantes anunciaba para el sábado de Gloria, la función inaugural en la primera de abono, con el estreno de una notable compañía dramática, tal como era costumbre, presentando un elenco artístico de renombrados actores. Por entonces el Cervantes daba funciones de teatro y cine alternativamente, y también el Salón Olimpia de la calle Libertad.

 



El alcalde Francisco Herencia, hacía saber a los ciudarrealeños de aquel año 1924: “…Y celoso del mayor lucimiento de nuestros espléndidos cultos y procesiones de Semana Santa, he acordado que, desde el Jueves Santo hasta el toque de Gloria del sábado no podrán circular por las calles, automóviles, carros, ni vehículos de ninguna clase… y queda igualmente prohibido que al toque de aleluya se disparen armas de fuego o petardos…también se guardará el mayor orden y compostura… y los gritos, voces, falsas alarmas, irreverencias y cualquier otro exceso… prohibimos terminantemente cantar “saetas” fuera de la plaza de D. Agustín Salido, donde por su amplitud la detención de los “pasos” no desarticula el debido contacto entre las cofradías. Los que al cantar las “saetas” (en la referida plaza) se manifiesten de forma irreverente, serán castigados con multas de cincuenta pesetas…”(sic).

El año de 1926 se corría la voz “…de que el Santo Entierro sorprendería con nuevas innovaciones…” En efecto, la guardia romana portaba quince grandes faroles, alrededor de un artístico y enorme fanal, llevado en andas por cuatro personas, donado para nuestra Semana Santa por el famoso diestro Joselito, que vino a lidiar un festival organizado por la dicha Hermandad.

También las hermandades del Descendimiento y la Enclavación, ofrecían notabilísimas reformas en sus carrozas y mejoras en túnicas y estandartes. La Santa Espina brillaría con un vistoso alumbrado por vez primera.

Respecto a las iluminaciones de las calles, por donde recorrerían las procesiones, se trabajaba con entusiasmo, y los vecinos se prestaban generosos a contribuir a los gastos. Otro tipo de iluminación característico de nuestra Semana Santa, fueron las potentes bengalas, especialmente usadas en el paseo del Prado, al paso del Cristo de la Piedad.




“La Fototipia Alemana de Madrid”, desplazó el año de 1924 a su director comercial y un renombrado fotógrafo, pronto a recoger todos los pasos de nuestra Semana de Pasión, y además cuantos edificios significativos y monumentos encerraba aun nuestra capital.

 

La prensa ciudarrealeña del periodo que estudiamos, siempre estuvo dispuesta a enaltecer su Semana Santa. “De año en año se nota—decía— cada vez mayor afluencia de forasteros. En otras ciudades tendrán mejores iconos, más lujo en los pasos, pero en número, en gusto, en orden, en severidad y en detalles podemos competir ventajosamente con cualquiera…”.

Las figuras que integraban el paso de la “Oración en el Huerto”, era contemplado por el público que advertía la grandeza artística que encarnaba este grupo escultórico, debido al imaginero Marco Pérez, que era copia del Jesús Orante de Salzillo, que se venera en Murcia. No obstante, históricamente nuestra Semana Santa se remonta al s. XVIII, cuando se constituye la primera cofradía, con túnica y paso conocida por “flagelantes y disciplinantes” (quizá la más antigua, pues databa de 1522). Después iniciaron su aparición otras muchas. Es decir la Santa Espina, Jesús Vendado, La Enclavación, N. P. Jesús Nazareno (s. XVII) y Ecce-Homo, Cristo de la Caridad, Oración en el Huerto (s. XVIII, Jesús Caído (s. XIX) etcétera. Conocemos, que todo el conjunto de los “pasos” y buena parte de ornamentos de las cofradías, algunos valiosísimos, desgraciadamente desaparecieron, en su mayor parte, en el periodo de los años de 1936- 1939.

 

José Golderos Vicario. Diario “Lanza”, martes 26 de marzo de 2013


 


viernes, 25 de marzo de 2022

HACE UN SIGLO LA DOLOROSA DE LA CATEDRAL ESTRENÓ PALIO

 

La destruida imagen de la Virgen de los Dolores con las bambalinas estrenadas en 1922



La Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores de la Catedral (Ave María), fue fundada en el siglo XVII, en la entonces Parroquia de Santa María del Prado actual catedral, para dar culto a una imagen de la Virgen que recibía el nombre de los Siete Dolores. La Hermandad desde su fundación cerraba la procesión del Santo Entierro la tarde-noche del Viernes Santo.

La Hermandad se encontraba en estado de abandono a principios del siglo XX. Por este motivo fue reorganizada el 2 de mayo de 1904, a requerimiento del entonces cura párroco de Santa María del Prado, D. José Antonio León y Espadas. La iniciativa tuvo un acogimiento entusiasta inscribiéndose muchos hermanos, formándose una Comisión Organizadora, compuesta por los señores D. Ramón Clemente Rubisco, Jacobo Maldonado, Eloy Forcayo, Miguel Rodero y Fernando Vázquez.


Reseña de la donación de las antiguas bambalinas que se encontraba en el interior de las mismas, que fue encontrado al pasarlas al techo de palio, y que actualmente se conserva en la casa de hermandad

 


Seria precisamente D. Ramón Clemente Rubisco, quien regalaría a la Virgen de los Dolores en marzo de 1922, un palio para su paso, ya que hasta esa fecha la Dolorosa de la Catedral procesionaba sin palio la noche del Viernes Santo. En el desaparecido periódico “Vida Manchega”, el 29 de marzo de 1922 se publicaba la siguiente nota:

 

Para la Virgen de los Dolores

En los escaparates de El Siglo, comercio de los Sres. Ballester, está expuesto un lujoso y artístico dosel, bordado en oro y pedrería, regalo que hace a la Dolorosa, de cuya hermandad fue mayordomo, durante muchos años el hijo de este pueblo D. Ramón Clemente Rubisco.”

Sabemos lo que costó este palio, por una nota publicada el lunes 17 de abril del citado año 1922, en el diario “El Pueblo Manchego” bajo el título “Notas Diversas de Semana Santa”, que decía lo siguiente:

En la reseña de los cultos y procesiones publicamos anteayer incurrimos en una lamentable omisión que espontánea y gustosamente nos apresuramos a reparar.

 

La actual imagen de la Virgen de los Dolores procesionando en los años cincuenta del pasado siglo


Nos referimos al magnifico, opulento dosel de terciopelo negro bordado en oro que lucía sobre las andas de Nuestra Señora la Virgen de los Dolores en la procesión del Santo Entierro.

Se trata de una riquísima y maravillosa obra de arte, calcada sobre el palio de la Macarena sevillana, que ha sido regalado por el ex-alcalde D. Ramón Clemente Rubisco, entusiasta ciudarrealeño residente en Daimiel y ferviente devoto de la Dolorosa, cuya cofradía dirigió muchos años.

De la magnificencia del dosel podrá juzgar el lector sabiendo que ha importado 15.000 ptas.



El paso de la Virgen de los Dolores en los años ochenta del pasado siglo XX



Con estas bambalinas procesionó la antigua imagen de la Virgen de los Dolores hasta el año 1935, ya que en 1936 no hubo desfiles procesionales, y en este último año fue destruida la imagen de la virgen por republicanos del Frente Popular, durante la Guerra Civil Española. Las bambalinas se salvaron de su destrucción junto al manto de procesión, gracias a la entonces camarera de la Virgen, que las tuvo escondidas durante el conflicto bélico.

Reorganizada la hermandad al término de la Guerra Civil, las bambalinas volvieron a procesionar con la actual imagen de Castillo Lastrucci en 1941, hasta la reforma que sufrió el techo de palio a partir de 1993, cuando fueron estrenadas nuevas bambalinas delantera y trasera bordadas en oro en los talleres sevillanos de Carrasquilla. Posteriormente en el año 2003, los bordadores gaditanos Juan Zamarrillo y Lorenzo Gutemberger, bordarían las bambalinas laterales, siendo estos bordadores también los autores del techo de palio, donde fueron pasados los bordados de las antiguas bambalinas.


Actualmente los antiguos bordados de las bambalinas fueron pasados al techo de palio

 

jueves, 24 de marzo de 2022

LA REPRESENTACIÓN DE LOS PERSONAJES DE LA PASIÓN EN LA HERMANDAD DEL CRISTO DEL PERDÓN Y DE LAS AGUAS

 

Niños que representaban personajes de la pasión la mañana del Viernes Santo en la Hermandad del Cristo del Perdón y de las Aguas

 

La Hermandad del Santísimo Cristo del Perdón y de las Aguas, es una de las hermandades más antiguas de la Semana Santa de Ciudad Real, fundada en 1599, es la cofradía que dio origen a la procesión de la mañana del Viernes Santo, actualmente conocida como Pasionaria de San Pedro.




En el año 1905, se nombró Hermano Mayor de la hermandad, a D. Federico Fernández Alcázar, prestigioso médico que remodeló totalmente la hermandad, hasta el punto que se le llamaba la hermandad de don Federico. Durante su mandato se cambio la imagen titular del Cristo del siglo XIV, por otra del madrileño José Alsina en 1905. Dos años después en 1907 se le añadieron las imágenes de la Virgen, San Juan y la Magdalena, completándose el paso en 1915 con los dos ladrones y andas nuevas.



Las Virtudes Teologales Fe, Esperanza y Caridad


Otras de las novedades que incorporó la hermandad en el año 1916, fue un grupo de niños hebreos, recordando a los contemporáneos de Jesús, diseñados por José Mur. También se hicieron los trajes para los niños representaran personajes y momentos de la Vida y Pasión de Nuestro Señor. Entre estos desfilaban San Juan Bautista, las virtudes Teologales (Fe, Esperanza y Caridad), Jesús y los apóstoles Pedro, Juan y Pablo, Ecce Homo entre dos soldados romanos, Jesús camino del Calvario, con el cirineo y el de la Sentencia, la samaritana acompañada de hebreas y las tres Marías (la Virgen, Verónica y Magdalena). Posteriormente, se incorporó el gobernador Poncio Pilato.




Todos estos personajes desfilaron solo hasta el año 1936, año que los republicanos del Frente Popular destruyeron casi todo el patrimonio de nuestra Semana Santa. Una vez reorganizada la hermandad después de la Guerra Civil Española, casi todos estos personajes infantiles desaparecieron, excepto las tres Marías que aún siguen procesionado.


Ecce Homo entre dos soldados romanos


Jesús camino del Calvario, con el cirineo y el de la Sentencia


 
La samaritana acompañada de hebreas


 
Las tres Marías: la Virgen, Verónica y Magdalena

 

 El gobernador Poncio Pilato