martes, 21 de diciembre de 2010

REFLEXIÓN EN NAVIDAD

Terminamos un año marcado por la crisis y el paro, y de pronto, nos encontramos en un mes de diciembre que por sus características nos debe hacer reflexionar sobre la esperanza y la solidaridad.

Pero hablar de diciembre es hablar de la Navidad y a ella llegaremos, no sin antes dedicarle una especial atención a las Campañas de Navidad en las Cofradías y Hermandades de nuestra ciudad, que con su recogida de alimentos y donativos intentan llegar a los hogares necesitados a través de Cáritas y las Hermanas de la Cruz.

Son las fechas en que el verbo “compartir” es más conjugado, y tal vez con demasiada premura olvidado, cuando deberíamos hacerlo crecer, también como a Jesús, porque las necesidades, las carencias, las soledades, continúan cuando los días festivos se cumplen. La vida no termina con sus problemas, sino que sigue adelante, y adelante deberíamos seguir nosotros con nuestros remedios y ayudas.

Días entrañables, familiares, donde imperan el cariño y los buenos deseos. Fechas muy buenas para profundizar en nuestra vida y nuestra relación con los demás para hacer presente a Cristo recién nacido. Días donde nos afanamos por hacer más cordiales todos nuestros actos, donde “humanizamos” el trato con cuantos nos rodean, pero esa “humanidad” debe persistir para siempre… aunque ya no sea Navidad, porque siempre estará naciendo el Señor en nosotros, siempre debe estar naciendo.

Llega la Navidad y con tanto bombardeo televisivo de regalo, fiesta, adorno y la mejores ropas y viandas, no se nos deja encontrar la verdadera Navidad que es el tiempo en el que se celebra el nacimiento de Cristo.

La Navidad es la venida de Dios hecho hombre; ¿cabe mayor grandeza al hombre? Buen motivo para celebrarlo y por eso debe ser festiva… de Cristo: el Dios hecho hombre. ¿Y como nació? Ya se sabe, sin sitio, abandonado, en una cuadra, entre los olores y la basura propios de una cuadra. Nació donde pudo y como pudo, y se manifestó a quien pudo escucharlo.

Como católico, cofrade y ciudadrealeño, quiero defender las palabras Navidad y Semana Santa y todo lo que conlleva y significa para los católicos castellano- manchegos. Y digo esto porque no entiendo bien por qué la Consejería de Educación, Ciencia y Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, borrando de un plumazo las tradiciones de todo el pueblo castellano-manchego, ha suprimido en el calendario escolar 2010/2011 el descanso o vacaciones de Semana Santa, por descanso entre el segundo y tercer trimestre.

Creo que los políticos están para solucionar los problemas de nuestra sociedad y no crear problemas donde no existen, y menos la Consejería que debería defender la cultura y tradiciones de toda Castilla-La Mancha, que aún no se ha enterado que las estadísticas en nuestra Comunidad Autónoma son abrumadoras, es una comunidad formada por mayoría católica. No sé a quién de esa Consejería le molesta tanto el nombre de Semana Santa, lo que sí han hecho es quitarme con su decisión parte de mis creencias, que son las mayoritarias, y de mi cultura.

Pido a los dirigentes políticos de la Consejería de Educación, Ciencia y Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha que rectifiquen y les demando respeto hacia la creencia de la mayoría de castellanos-manchegos. Nos corresponde a todos los católicos y cofrades exigir a nuestros políticos que el respeto debe ser uno de los pilares fundamentales de la sociedad.

Sin contar con el peso de siglos de cultura cristiana y fuerte tradición que en nuestra comunidad autónoma representa y con la que se celebra, todavía hoy, la Semana Santa, que sólo por ello ya sería un argumento irrebatible, debemos exigir -como mínimo- respeto para poder llamar por su nombre a nuestras celebraciones, ya sea la Navidad o la Semana Santa. Me pregunto qué pasaría si algún político se atreviese a llamar de otra forma el mes del Ramadán. Por tanto, hagamos todos un esfuerzo por respetarnos, manteniendo así la convivencia en nuestra sociedad y la libertad que tenemos para poder, si queremos, celebrar la Navidad o la Semana Santa e igualmente respeto para el que no quiera hacerlo, siempre y cuando no signifique el menosprecio y la ofensa para los que trabajamos durante todo el año por nuestra Semana Santa y generamos tanto trabajo en nuestra región durante esa semana que ahora la quieren llamar descanso entre el segundo y tercer trimestre.

Finalmente quisiera decir a quien afirma “Ojalá fuera Navidad todo el año” que, si uno celebra la Navidad de verdad, la vive siempre, no tiene por qué desear que todo el año sea Navidad, ya que Cristo nacerá a su lado a diario. Y aquel que simplemente celebra la “Navidad”, que no crea que celebra algo que no celebra. Es como los locos que creen en algo que no existe, y creen tan fuertemente que hasta creen vivirlo… esa es su enfermedad. Para acabar, sólo me queda desear Feliz Navidad a todos.

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