lunes, 29 de agosto de 2011

LA CRUZ CATEDRALICIA DE CIUDAD REAL


 Cruz Catedralicia en el altar mayor, obra de orfebreria del siglo XVI

La cruz se convirtió desde los primeros años del cristianismo en el símbolo de la redención por excelencia. A partir del reinado del emperador Constantino, con el hallazgo de la cruz de Cristo por su madre, Santa Elena, y la oficialidad de la religión cristiana, la cruz se convirtió en signo de triunfo y en elemento identificador de los creyentes.

Todas las comunidades parroquiales, catedrales y monasterios tenían una cruz que recibía el nombre de cruz procesional o parroquial, que como su propio nombre indica, abrían la marcha en las procesiones, simbolizando a la vez a Cristo que guía a sus fieles y que estos deben ir tras la cruz de Cristo. Se solían fabricar en plata o madera, adornándolas con unas mangas fabricadas en tela de distintos colores, dispuestas en su vástago, para significar el tiempo litúrgico.

En el altar mayor de la Catedral de Ciudad Real, existe una cruz procesional de gran valor del siglo XVI. Esta es de Cruz latina realizada entre 1538 y 1540 en parte en plata sobredorada, relevada y fundida. Juan Crespo Cárdenas, en su trabajo sobre “Plata y plateros. Ciudad Real 1500-1625” no las describe así: “Cruz Latina con expansiones cuadrilobuladas en los brazos, con las siguientes figuras: por el anverso, en el superior pelícano con sus crías, en los laterales e inferior; la Virgen, San Juan y Santa María Magdalena, de pie, flanqueando cada figurilla dos grupos de arbolillos. El cuadrón se ornamenta con corona real sobre el sol y la luna con rostro humano, y sobre este una figura de Crucificado de bulto redondo, vertical y con brazos de traza asimétrica. La superficie de los brazos de la cruz se enriquece con labor vegetal y motivos de jarrón, con terminaciones flordelisadas a las que se adaptan motivos vegetales rematados por piñas, todo dispuesto con simetría. En el cuadrón del reverso se encuentra entronizado el Pantocrátor, con la bola del mundo y bendiciendo. Las expansiones se enriquecen con los evangelistas, en pie en actitud orante, coronados por concha en donde se graba su nombre y con filacteria donde se graba inscripción haciendo referencia al principio de cada evangelio: < IN PRNCIPIO ERAD BERBVN> (San Juan), <MISUSES GABRIEL> (Mateo), <RECONVENTIBVS> (San Marcos) y <NATUS ES ETIHVS> San Lucas.

Entre un cuerpo cóncavo y su contrario se encuentra la manzana hexalobulada que se recubre por red vegetal siendo recorrida toda ella tanto en su zona superior como inferior por una crestería calada. En los entrantes de los lóbulos se sitúan unos cilindros a los que adosan unos pilares rematados por pináculos. El cañón, también de seis lados enmarcados por listeles, se ornamenta por motivos vegetales simétricos.


La interpretación del marcaje resulta un tanto complicada, teniéndonos que remitir a Ortiz Juárez. Por un lado tenemos una marca poco frecuente de la ciudad de Córdoba, consistente en un león rampante de perfil izquierdo, separado por una línea horizontal de la sílaba COR con adorno final.

Por otro lado ostenta una marca de la que Ortiz Juárez sólo registra una parte: en silueta cuadrada se inserta la inicial P rodeada de cuatro roeles, debajo de ésta, las iniciales TER/O; creemos que puede corresponder con el marcador Pedro Hernández Tercero que ocupó el cargo en 1515-1517, 1521-1523, 1538-1540, 1553 y 1555.


 
Anverso de la cruz catedralicia

La tercera marca ha de ser Ortiz Juárez atribuye a Sebastián de Córdoba: SEVAS/TIAN. Ortiz documenta a Sebastián de Córdoba de 1577 a 1580 pero en la enciclopedia se amplia el periodo de 1559 a 1581. No es fácil decidir sobre el artífice de la cruz ante esta situación. Puede ser Sebastian de Córdoba si trabajó, como es posible, entre 1540 y 1580 aproximadamente, pero no puede descartarse completamente que sea ub homónimo, quizás su padre, que labrara la cruz incluso en el periodo 1521-1523, aunque parece más probable 1538-1540. Lo que sí parece claro es que se trata de un tal Sebastián.

La última marca y quizá con la que hemos tenido más problema ha sido la que aparece en el cuadrón: OM, sin que la hallamos podido identificar. La burilada estaba al lado de la manzana, en uno de los lados inferiores de los brazos.

Desde 1520 aproximadamente se empiezan a difundir y desarrollar por toda la Península elementos decorativos renacentistas como son jarrones, elementos vegetales y asuntos iconográficos distintos.

Iconográficamente, como ya hemos comentado en el capítulo de Tipos, sigue unas líneas tradicionales, sin aportar ninguna novedad en cuanto al empleo de los personajes y de su colocación. Merece la pena destacar el empleo en el cuadrón de las figuras del sol, situado en lugar preferente a la derecha de Cristo y la luna en el lado contrario, ambos con rostro humano; según el Antiguo Testamento cuando Cristo murió se ocultó el sol y se hicieron las tinieblas; del mismo modo, Mateo menciona la luna al describir el Juicio Final, por lo que significarían la Muerte y Resurrección de Cristo respectivamente.

El análisis de esta pieza resulta bastante complicado. No dudamos de la fabricación cordobesa, por sus marcas. Pero a todo lo dicho anteriormente hay que añadir el parecido con los cruces toledanas, sobre todo con la de Hernando Díaz de Alcubillas; presenta la misma forma de diversificarse el adorno de sus extremos, del mismo modo emplea los elementos propios de lo toledano como los jarrones y las cornucopias.” 
 
En el altar mayor y haciendo juego con la Cruz Catedralicia, también existen unos ciriales de época posterior a la cruz de estilo neogotico.

 
 Cirial de estilo neogótico en al altar mayor  de la catedral

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