lunes, 21 de noviembre de 2011

“LA IGLESIA Y LA GUERRA ESPAÑOLA DE 1936 A 1939 DE BLAS PIÑAR”



Blas Piñar, gran jurista y orador de primer orden —el más brillante que ha tenido el Congreso desde 1978, según Julio Anguita y Manuel Marín—, acaba de publicar su última obra titulada «La Iglesia y la Guerra Española de 1936 a 1939». Testimonio y memoria viva de una época, conocedor de los entresijos de cómo se gestó la transición y del proceso de dilapidación de la obra del general Franco, nos acerca en este libro a nuestro pasado más reciente, nos ayuda a entender las razones y las motivaciones de los que se alzaron el 18 de julio, a reconocer al régimen surgido de aquella «Cruzada» y a clarificar su posterior evolución tanto del régimen como de la Iglesia que lo apoyó.

Así escribe su autor en la contraportada:

Me creo obligado a escribir este libro para dar testimonio a las nuevas generaciones de lo que fue la Cruzada española de 1936 a 1939, «una de las gestas más limpias, más hermosas y más heroicas de una patria en la que los héroes y los santos nacieron con tanta abundancia como las flores en la primavera», así como de lo que yo llamo «proceso secularizador», que ha ido minando y destruyendo todo lo que supuso y significó dicha Cruzada y el Estado confesional que nació de ella, católico, nacional y social, al servicio del bien común, consiguiendo que España se reencontrase a sí misma, como quería Ángel Ganivet, reconstruyéndola «sobre los sillares de la tradición».
Lo que importa destacar para comprender la Cruzada es que lo que se puso en juego durante la misma era una civilización de raíces cristianas; raíces que con su savia habían creado Europa, y que en España, providencialmente, aún tenían vigor para alzar en armas a una parte de nuestro pueblo, y enfrentarse y vencer a un enemigo poderoso y sin escrúpulos, que pretendía sustituir esa civilización por otra —que en realidad no puede considerarse civilización—, antitea y antiespañola.

Un libro, sin duda recomendable, de un autor esencial, Blas Piñar.


Con Blas Piñar en su domicilio madrileño

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