jueves, 13 de marzo de 2014

CAJA DE CERILLAS CON EL ESCUDO DE CIUDAD REAL DE LOS AÑOS CUARENTA DEL SIGLO XX



El siglo XIX llegó cargado de numerosos cambios, entre ellos la forma de obtención y el uso del fuego, ya que provocarlo, conservarlo, era asunto cotidiano de vital importancia. Hacia 1840 las cerillas, el hallazgo fortuito del farmacéutico John Walker al hacer arder por fricción un compuesto químico con residuos de fósforo, se había convertido en un próspero negocio, sustituyendo con ciertas garantías de seguridad al arcaico “eslabón”, único medio para procurar fuego utilizado hasta entonces, y que consistía en frotar un trozo de acero con un fragmento de pedernal sobre yesca seca, algo que a todas luces resultaba incómodo.

Existieron numerosos obradores, talleres y marcas comerciales dedicadas a la producción y venta de cerillas en distintos lugares de España. En 1893 el Estado, debido a su necesidad recaudatoria, puso fin a la libre fabricación y comercio del fósforo, pudiendo venderse solamente las cerillas reglamentarias, que terminaron portando la cajita el precinto de la Hacienda Pública en la primera década del siglo XX. Poco antes de la Guerra Civil eran ya un monopolio de la Compañía Arrendataria de Fósforos S.A.

Esta compañía sacó a la venta en los años cuarenta del pasado siglo XX, unas cajas de cerilla con los escudos de las provincias españolas entre ellas Ciudad Real. La caja de cerillas de nuestra capital tiene unas medidas aproximadas de 42x33x14mm y y las inscripciones: “40 FOSFOROS DE PAPEL 35 cts”, “HACIENDA PUBLICA C.A.F.” y “ESPAÑA – CIUDAD REAL”.

A mediados de los años cincuenta del pasado siglo XX, desapareció el monopolio estatal y la explotación pasó a ser adjudicada al grupo Fierro. La empresa Swedish Matches adquiere Fosforera Española en 1980.


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