jueves, 6 de marzo de 2014

LA DECADENCIA DEL CARNAVAL EN CIUDAD REAL EN 1908


Fotografía de una carroza de la sociedad musical “La Filarmónica”, representando un Gramóphono, del Carnaval ciudadrealeño del año 1913, publicada en la revista “Vida Manchega” el 6 de febrero del citado año

Las Efemérides Manchegas fue una sección diaria publicada en el periódico provincial Lanza el año 1970 y posteriormente en 1975, por Francisco Pérez Fernández, catedrático de Historia y colaborador de dicho periódico, que firmaba con el seudónimo de Antón de Villarreal. Fue una sección muy seguida por los lectores, que recogía cada día fechas históricas, conmemoraciones ciudadanas, acontecimientos de la vida local o provincial, personajes ilustres, artistas y escritores, hechos sociales y cotidianos, en suma una miscelánea elaborada con gran erudición, sabor costumbrista y excelente prosa, buen ejemplo de literatura periodística.

La Efeméride Manchega publicada el 24 de febrero de 1970 en la página número 20 del diario, está dedicada a la decadencia del carnaval en nuestra ciudad en 1908 y lleva como título “La decadencia del carnaval” y cuyo texto es el siguiente:

Aquel año el carnaval llegó con unos días de retraso respecto al del presente. Pero el cronista del 1908, como los de ahora –y hay  una diferencia de más de sesenta años-, coincidían en una cosa: en afirmar la decadencia del carnaval. Es curioso que ya por entonces se hablase de decadencia de una fiesta que, pese al tiempo y a las circunstancias, todavía se mantiene y más aún en los pueblos que en las grandes ciudades.

El periodista arremetía fuerte contra el carnaval callejero y se refería a “los múltiples mamarrachos con desastrada indumentaria” que vagaban por las calles de Ciudad Real repitiendo el resabido “¡No me conoces!”. En cambio, se volcaba en elogios a las mismas fiestas cuando las organizaban y celebraban las “sociedades” en sus locales, salones o teatros, porque aquellos bailes eran como un oasis de solaz y esparcimiento en el desierto aburrido y monótono del año. El Casino, el Círculo Artístico, la Concordia y la Ferro-comercial, celebraban en 1908 sus fiestas de carnestolendas precisamente por estos días y el cronista recurría al tópico de “rendir culto a Terpsícore”, manera un tanto cursilona de decir que la gente bailaba “hasta altas horas de la madrugada”, lo que también es otro tópico.

Ya no lo es tanto, aunque el decirla no constituya originalidad -¿hay algo nuevo bajo el sol?-, esa gran verdad de que el carnaval no es solo unos días y que los disfraces y caretas nunca servirán para ocultar al hipócrita, al falsario, al avaro, al egoísta, al usurero, al maldiciente, al embustero, al libidinoso… porque la máscara que llevan es su propio rostro.

El aprendiz de periodista –simple aprendiz, pese a su veteranía- recuerda ahora aquel artículo de Larra ( a quien dedicábamos la efemérides de hace unos días) titulado “El mundo todo es máscaras: todo el año es carnaval.”

¿Quién pudo afirmar que el periodismo es “flor de un día”? Ahí está ese artículo de “Fígaro”, escrito hace ciento cuarenta años. No hay quien mueva la gran verdad de que estamos rodeados de máscaras, de Tartufos hipócritas, de hombres falsos.

Cierta la decadencia de la fiesta en 1908, en 1970 y quien sabe en cuántos años más.

Y cierta también la afirmación del maestro Larra: “¡Todo el año es carnaval!”

ANTON DE VILLARREAL


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