viernes, 22 de enero de 2016

POBREZA Y BENEFICENCIA EN CIUDAD REAL A FINES DEL REINADO DE LOS REYES CATÓLICOS. LAS LIMOSNAS DE LA HERMANDAD VIEJA EN 1501 (II)



2. Las limosnas de 1501

El carácter generalizador de las líneas anteriores no tiene otro intento que servir de introducción clarificadora para abordar con las mejores perspectivas el análisis del documento de dicho año que se publica (9) y sobre el que conviene resaltar algunas cuestiones.

En primer lugar, hacer notar que se trata de una pieza de carácter no fiscal, lo que ya le confiere ciertas peculiaridades. En segundo, su parcialidad, puesto que se trata de la acción benéfica de una sola institución no dedicada específicamente a tales menesteres. No obstante, su análisis creo que puede merecer la pena y resultar en cierta medida, con gran relatividad  evidentemente, indicativo del tema de la pobreza en la ciudad (10).

La Hermandad de Ciudad Real, que posteriormente recibiría el apelativo de Viejo, no se creó para la asistencia a enfermos y pobres. Pero sí se puede constatar que a partir de un determinado momento, coincidente con los años finales del siglo XV y el anteriormente expuesto empobrecimiento de la ciudad, comenzó a incluir en sus preocupaciones y atenciones este punto.

Es obvio que pobres harían existido con anterioridad en el núcleo y que para su atención se habían instalado en él tanto instituciones cuyo objetivo era su cuidado –un ejemplo podía ser la Orden de San Antón-, como establecimientos dedicados a curar sus males: los hospitales (11). Pues bien, la propia Hermandad entra también en este circuito de la beneficencia, creando sus propio hospital (12) y repartiendo limosna de forma institucionalizada.

Por lo que respecta a este último, algunos datos –representativos también de la panorámica general ofrecida sobre la ciudad- se tienen de las cantidades repartidas por esta entidad. Con motivo de la fiesta de Santa María de la O, que la Hermandad celebra solemnemente repartió las siguientes cantidades contenidas en sus cuentas de mayordomía:

1491-92 ………….   8.687 mrs.
1494-95 …………. 10.174 mrs.
1495-96 …………. 11.500 mrs.
1497-98 …………. 18.068 mrs.
1498-99 …………. 18.305 mrs.
1501-02 …………. 16.414 mrs.
1504-05 …………. 15.000 mrs. (13)

Pese a haber seguido la pista a este concepto en las cuentas posteriores, hasta 1525, no he encontrado pago alguno del mismo en la forma indicada. Sin embargo, sí se aprecia en los años posteriores el trasvase de esta acción benéfica canalizada a través del hospital fundado por dicha institución.

Como se puede apreciar, las cantidades destinadas a tal concepto por la Hermandad fueron incrementándose hasta 1498-99, comenzando posteriormente a descender quizá por el motivo ya apuntado de canalización a través de su centro hospitalario. No obstante, sorprende el incremento experimentado en 1497-98, cuya posible razón sea el aumento de la pobreza de la ciudad.


Resulta lógico pensar que la Hermandad hubiera canalizado ya con anterioridad a la última fecha indicada las limosnas a través de su hospital, pero la inundación sufrida en 1504, que arruinó casas y haciendas, motivó la continuidad de la costumbre al menos por ese año. Sin embargo, adoptaría una nueva forma  de concesión generalizada a la ciudad, llegando a un acuerdo el cabildo por el que se mandaron “que los mrs. que se avian de dar en las dichas limosnas se diesen para la gran necesidad del echar del agua de la dicha ciudad en que se diesen a la justicia e regidores della para que se gastasen en el echar de la dicha agua” (14).

Pero pasemos más concretamente el documento que nos ocupa. La primera cuestión a resaltar es su división de las concesiones a dos grandes grupos: instituciones religiosas y personas pobres en sentido general.

En el primero de ellos – con un montante de 10.920 mrs., lo que representa un 66,53% del total -, se aprecia la concesión de diversas cantidades a las tres parroquias de la ciudad, así como a otros tres monasterios, un beaterio y tres ermitas. La predilección de la institución por la parroquia de San Pedro es manifiesta, no en vano se encontraban vinculados a ella, por lo que le conceden otras cantidades a su iglesia por diferentes conceptos hasta totalizar 3.402 mrs., equivalentes a un 31,15% del  grupo (15). El mismo sentimiento se aprecia con el convento de San Francisco, en donde antiguamente se reunían, que recibe una cantidad igual a la concedida a la iglesia de San Pedro y que equivale a un 22,90% del grupo (16).

Pero aunque porcentualmente sea menor, sin duda tiene un mayor interés el análisis del otro grupo: las personas pobres existentes en la ciudad. En total se mencionan unas 103 personas en la concesión de limosnas, si bien se desconoce el nombre de varias de ellas (17). Pero esta cuantificación no se puede proponer como total  de la ciudad, ni incluso como parte precisa y determinada. Da la impresión de que se trata de una relación de pobres –probablemente no completa- existentes en las collaciones de San Pedro y Santa María, quedando excluidos los de la parroquia de Santiago, que estarían más directamente al cargo de alguna otra institución –como la Orden de San Antón-, pero que también percibirían cierta cantidad de la Hermandad, aunque no atribuida con precisión (18).

Dentro de esta relación conocida, se pueden efectuar los calificados por J. Valdeon como “emparejamientos de la pobreza” (19). Cierto que algunos de ellos no se aprecian, al menos con nitidez, en este caso, pero también lo es el hecho de que aparecen tipologías que dicho autor no ha incluido : ¿dónde situar a las monjas o beatas que aparecen en este documento? Sin duda algunos tienden a solucionar esta cuestión adscribiéndolas al grupo de lo que se podría denominar pobreza voluntaria. Pero creo que sería un error. Para los integrantes del mismo ya se encontraban asignadas determinadas partidas (20). Sin embargo, el documento nos proporciona en este sentido datos sobre ciertas personas muy concretas (21) lo que hace pensar que el resto de la comunidad religiosa a las que pertenecían no presentaba estos problemas de subsistencia, al menos en la misma medida que ellas.

Dejando a un lado este grupo de personas vinculadas a instituciones religiosas –que percibirían un total de 646 mrs., equivalentes a un 11,89% del grupo, resultando también  el porcentaje de personas muy similar-, analicemos siquiera brevemente los otros emparejamientos de la pobreza que aparecen en esta pieza.


La mayor parte de las personas relacionadas se manifiestan sin mención expresa de su condición de pobres ni de sus posibles causas por las que llegaron a dicha situación (22). Del total de 103 personas, 39 aparecen reflejadas en este sentido, lo que representa un 37,86%. En algunos casos aparecen como viejos (23) y  en otros parece que se trata de viudas (24), pero con ellos no se cubre plenamente la relación. Esto dificulta enormemente su inserción en uno u otro grupo de los que a continuación se especifican.

Otra buena parte de la relación aparece calificada de pobre. Concretamente son 37 individuos (25), lo que representa casi un 35%. En este grupo ya se pueden distinguir en algunos casos determinados emparejamientos, como su condición de pobres-enfermos-lisiados (26), de pobres-viudas (27) o de pobres-mendigos-pordioseros (28), resultando algún caso mixto de pobre-viuda-enferma (29).

No creo que se pueda tildar de pobre-vagabundo el caso de la persona que llegó a dicha situación de pobreza cuando se encontraba en la ciudad pleiteando en la chancillería y que provenía de Málaga (30). Su pertenencia a este determinado grupo dependería del ejercicio que de la misma hiciese con posterioridad.

Los casos de pobres-enfermos-lisiados son varios más de los reseñados con anterioridad, si bien no queda especificada con claridad su condición de pobres. Los que aparecen enfermos o en un hospital son 15, que representa algo más del 14,5%. La mayoría de ellos eran enfermos de bubas (31), aunque uno de ellos añadía a este mal el “quartanario” (32); dos como “dolientes”, sin especificar enfermedad (33); tres hospitalizados sin conocer la causa (34); y una coja (35). El caso de “La loca de la Puerta de la Mata” (36) da la impresión de no ser considerado como una enfermedad por sus coetáneos.

Además, también, de los casos señalados de pobres viudas, aparecen otros cuya situación de viudedad queda expresada con claridad, aunque no l de su pobreza manifiesta (37), si bien en alguno de los casos mencionados tal circunstancia de su estado civil va aneja a la enfermedad.

Como se puede apreciar, las situaciones en que se manifiesta efectivamente la pobreza se complican extraordinariamente, pues su adscripción a la misma puede deberse a las más variadas circunstancias y, por tanto, su pertenencia a uno u otro grupo de los indicados resulta difícil de hacer desde un punto de vista práctico.

Sin embargo, creo que existen aún ciertos datos interesantes para el tema de la pobreza de los que todavía no se ha hecho mención aquí. El primero de ellos es el de la pertenencia de los pobres reseñados en el documento a uno u otro sexo, habida cuenta que se toman como tales todos los que el mismo menciona. Del total de 103, veintitrés son varones y ochenta mujeres, lo que representa un 22,33 y un  77,67% respectivamente. De aquellos, catorce tienen declarada su pobreza, pese a ejercer algún oficio, como sacristán o carnicero (38), seis son enfermos o que padecen algún defecto físico (39); y tres no tienen declarada su pobreza, aunque perciben ciertas cantidades, entre ellos un clérigo y un portero (40).


Entre las mujeres la casuística es más amplía y complicada. De ellas, diez son monjas o beatas (41); veintitrés tienen declarada su condición de pobres, estando incluidas entre ellas algunas viudas, lisiadas y huérfanas (42); nueve aparecen como enfermas, entre las que hay también algunas viudas (43); dos, aunque posiblemente no serían las únicas, son calificadas expresamente de viejas (44); otras dos aparecen como viudas únicamente (45); y treinta y cuatro no tienen declarada su pobreza, resultando interesante destacar el hecho de que entre ellas se encuentran algunas criadas y doncellas (46).

Otro de los datos a tener en cuenta es la edad de los individuos que aparecen en la relación, aunque sobre la misma no se posean datos especialmente precisos. Del total de 103, la mayor parte de ellos –unos noventa y dos- deberían ser personas adultas, apareciendo solamente once casos en los que cabe decir eran niños o adolescentes, varios de los cueles eran huérfanos de ambos progenitores (47).

Para finalizar este análisis, quizá sería interesante –por lo indicativo- tratar de dilucidar la extracción social de los miembros que integran la relación adjunta. La cuestión es ardua, pues los casos de homonimia con los que pudiéramos encontrarnos pueden conducir a graves errores. Aunque aquí el tema se va dejar de lado, sin embargo hay que señalar que es factible y el mismo documento presenta datos muy sugerentes, como por ejemplo el caso del comendador de Herrera, que percibe cierta cantidad por encontrarse enfermo (48); el de la monja hija del licenciado de Santa Cruz (49); o el mismo de Juan Jiménez, que era carnicero, aunque declarado pobre (50). Puede resultar para alguno este hecho una perogrullada, pues la llegada a esta situación de pobreza siempre se haría desde posiciones económicas más elevadas. Ello es obvio, pero no es menos cierto que la constatación de estos hechos es indicativa de la evolución económica seguida por una población, pese a la pregunta que siempre flota en el ambiente y planteada por algún autor de si es posible hablar de nivel de pobreza en el mundo medieval cuando éste ha sido calificado de sociedad de penuria (51). El hecho, cuando menos, sirve para confirmar la definición de la pobreza como una situación a la que se llega por las más variadas circunstancias.

Luis Rafael Villegas Díaz


(9) La pieza que se publica, tal como queda indicado en la misma, se halla en el AHN, Diversos, Hermandades, Ciudad Real, caja 56, núm. 7 (antiguo leg. 32).
(10) No se va a contestar aquí, sino parcialmente, a los epígrafes que al respecto planteaba la encuesta del prof. J.L. Martin, La sociedad media e inferior de los reinos hispánicos, en A.E.M., 7, 1970-71, 555-576, concretamente 556-558. Al hablar de las categorías sociales en el mundo de las ciudades propone un apartado sobre “Población flotante y desarraigada. Importancia numérica, variaciones. Las instituciones de caridad”.
(11) Respecto a la Orden de San Antón, tuvo casa-encomienda en la ciudad, fundando también un hospital, que no era único, puesto que existen menciones de varios otros, como el de la Pedrera. Su localización es fácil, puesto que dio nombre a la plaza donde estaba situado.
(12) Tocante al hospital de la Hermandad, señalar que en estos finales de siglo dicha institución se hallaba gestionando su apertura. Cfr. p.e. 1487, diciembre 12, Zaragoza, AGS. RG. Sello, 1487 diciembre, fol. 156, y 1489, marzo 17, Medina del Campo. AGS. R. G. Sello, 1489 –marzo fol. 113. Recoge el dato y cita estas piezas Valdeon, J., Problemática para un estudio de los pobres y de la pobreza en Castilla, 915.
(13) Sobre la Hermandad Vieja de la Ciudad Real me encuentro trabajando en la actualidad, y más concretamente en estos momentos sobre las cuentas que se conservan desde finales del siglo XV.
Las cantidades aquí reseñadas pueden comprobarse en AHN, Diversos, Hermandades, Ciudad Real, caja 56, núms. 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 10, respectivamente, que se encuentran sin follación ni paginación alguna.
(14) AHN, Diversos, Hermandades, Ciudad Real, caja 56, núm. 10.
(15) V. Apéndice, núms. 2, 11, 12 y 13.
(16) V. Apéndice, núm. 4.
(17) La relación de las mismas entre los números 14 a 100, ambos inclusive del Apéndice.
(18) En apoyo de esta sospecha, que se mantiene como hipótesis, se encuentra el núm. 101 del Apéndice, en que se conceden 80 mrs. a los pobres de Santiago y san Antón.
(19) “La pobreza era… una situación, que ofrecía sus características propias y a la que llegaba por muy variados caminos. Se podía caer en la pobreza por haber contraído una enfermedad, por llegar a la ancianidad o, caso muy frecuente entre las mujeres, por haber enviudado. Había pobres que mendigaban, pobres vagabundos y pobres peregrinos… De ahí que nos parezca una tarea importante realizar un sucinto examen de lo que se podría denominar emparejamientos de la pobreza: pobres viudas; pobres-enfermos-lisiados; pobres-mendigos-pordioseros; pobres-vagabundos; pobres-peregrinos-romeros. Valdeon, J., problemática para un estudio de los pobres en castilla, 891.
(20) V. Apéndice, núms. 4, 5, 6, 10, donde se habla de monasterios y beaterios genéricamente.
(21) V. Apéndice, núms. 21, 24, 25, 27, 28, 50, 63, 76, 77, 79 y 86.
(22) V. Apéndice, núms. 15, 17, 19, 23, 26, 29, 32, 35, 38, 44, 45, 47, 51, 54, 56, 60, 62, 65, 66, 67, 71, 72, 73, 74, 78, 80, 81, 82, 83, 84, 88, 92, 93, 95 y 99.
(23) V. Apéndice, núms. 17 y 93.
(24) V. Apéndice, núms. 15, 32, 35, 38, 45, 47, 60, 65, 73 y 92.
(25) V. Apéndice, núms. 16, 18, 20, 22, 30, 31, 33, 42, 43, 49, 52, 55, 57, 58, 59, 61, 64, 69, 70, 75, 85, 87, 90, 94, 97, 98 y 100.
(26) V. Apéndice, núms. 18 y 33.
(27) V. Apéndice, núms. 31 y 33.
(28) V. Apéndice, núm. 55.
(29)  Tal sería la situación de la viuda de Juan Gallego, enferma de bubas, y con 3 hijos a su cargo, Cfr. Apéndice, núm. 33.
(30) V. Apéndice, núm. 90.
(31) V. Apéndice, núms. 14, 33, 37, 39, 400, 41, 46, 53 y 91.
(32) V. Apéndice, núm. 39. Las “cuartanas” eran unas fiebres.
(33) V. Apéndice, núm. 89 y 96.
(34) V. Apéndice, núms. 48, 68 y 87.
(35) V. Apéndice, núm. 18
(36) V. Apéndice, núm. 44.
(37) V. Aparte los reseñados en la nota 27, cfr. nús, 34, 36 y 96.
(38) V. Apéndice, núms. 16, 22, 30, 33, 49, 52, 54, 55, 61, 69, 90 y 100.
(39) V. Apéndice, núms. 14, 39, 82, 87, 89 y 91.
(40) V. Apéndice, núms. 21, 23 y 82.
(41) V. Apéndice, núms. 24, 25, 27, 28, 50, 63, 76, 77, 79 y 86.
(42) V. Apéndice, núms. 18, 20, 31, 33, 42, 43, 57, 58, 59, 64, 70, 75, 85, 94, 97, 98 y 100.
(43) V. Apéndice, núms. 37, 40, 41, 44, 46, 48, 53, 68 y 96. Añadir a ellos núms. 18 y 33, que aparecen también como pobres.
(44) V. Apéndice, núms. 17 y 93.
(45) V. Apéndice, núms. 34 y 36. Son también viudas, pobres o enfermas, nums. 31, 33 y 96.
(46) V. Apéndice, núms. 15, 19, 23, 26, 29, 32, 35, 37, 38, 45, 47, 51, 56, 60, 62, 65, 66, 67, 71, 72, 73, 74, 78, 80, 81, 83, 84, 88, 92, 95, 97 y 99.
(47) V. Apéndice, núms. 33, 37, 38, 55 y 100.
(48) V. Apéndice, núm. 14.
(49) V. Apéndice, núm. 50.
(50) V. Apéndice, núm. 49.
(51) Cfr. Valdeón J. Problemática para un estudio de los pobres y de la pobreza en Castilla, 889.
                                                                                                                                                                         

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