miércoles, 3 de febrero de 2016

DEL CIUDAD REAL ANTIGUO. LA HERÁLDICA-NUESTROS ESCUDOS CIUDADREALENGOS


 
Ciudad Real desde la edad media tuvo repartidas por toda la ciudad, casas señoriales con escudos heráldicos en sus puertas: Esta fotografía de Julián Alonso nos muestra una desaparecida portada de la calle del Lirio

Es la Heráldica una de las ciencias auxiliares de la Historia y acaso la menos estudiada.

Esos blasones seguramente orgullosos que adornan el paisaje español, nos referimos a los que se ven en los castillos más o menos arruinados, en los palacios señoriales y aun en modestas casas de todas las ciudades de España, son páginas de la historia, unas olvidadas y otras mal leídas y peor interpretadas.

Esos escudos se expandieron no sólo dentro de nuestra Patria, sino en todo el orbe cuando en los dominios españoles no se ponía el sol.

No hay que hacer constar que en otras naciones también se extendieron los escudos heráldicos tanto o más que en España.

Fundada esta población en los promedios del siglo XIII (1255) a la llamada del rey sabio, que hiciera a toda Castilla, acudieron muchas gentes, moros, judíos y cristianos, para poblar la nueva Villa Realenga y disfrutar de las mil ventajas que le diera su fundador.

Así es que con las franquezas o exención de impuestos y tributos, contribuciones que hoy llamamos, vinieron a este pueblo, muchos nobles hijosdalgos, ricos homes, etc.., etc.

Numerosas casas y palacios que aquí se construyeron todas en sus puertas y fachadas tenían sus escudos y blasones heráldicos que atestiguan la nobleza de sus moradores.

El que escribe estas líneas, ya septuagenario, ha conocido muchos escudos en casas hoy derruidas que adornaban las portadas vetustas, dándole un aspecto y un tinte de nobleza a la capital, sumamente histórico.

Los apellidos nobiliarios han desaparecido casi todos, lo mismo que sus casas solariegas, tales como los Velardes, Galianas, Bermúdez, Villaquirán, Aguilera, Ladrón de Guevara, etc., etc. Muñoces, Treviños y Maldonados todavía existen y en sus puertas se ven sendos escudos que por verdadero milagro se salvaron de la acción destructora del tiempo y de la piqueta demoledora de los hombres.

Siendo alcalde de esta capital D. José Maldonado Rosales, caballero de Calatrava, cuyo retrató puede verse en la Secretaria del Ayuntamiento, dio una orden para que los vecinos que tuvieran escudos en sus puertas justificaran el derecho de usarlos, presentando sus ejecutorias de nobleza.

Como en el transcurso de los años, muchas casas habían cambiado de dueño, numerosos blasones fueron picados, por no poder acreditar debidamente dicho uso y derecho.

Fue una orden que no queremos calificar por lo arbitraria y que nos privó de ese adorno y de poder localizar las moradas de personajes ilustres de nuestra historia local, ya desaparecidos.

 
Escudo nobiliario de los Coca en la puerta de su capilla en la Parroquia de San Pedro

Del apellido Maldonado diremos, aunque sucintamente su origen e historia.

En siglos pasados hubo un encopetado varón llamado Fernández de Aldana que estando convaleciente de unas heridas sufridas, en la guerra con los moros, fue llevado en unas angarillas o parihuelas, especie de cama portátil, a la iglesia para oír Misa, como buen cristiano que era.

Al lado suyo estaban varias damas y un caballero lujosamente vestido se permitió libertades desusadas con una de ellas.

El Fernández de Aldana que era Almirante de Aragón, protestó airadamente de la conducta del extranjero, que ni guardaba el respeto al Templo ni tampoco a una señora.

Quedó planteado el desafío que se realizaba en Francia, pues el incógnito personaje tan libertino era francés.

A París fue nuestro español acompañado de su comitiva y pendones, escudos y banderas y en un torneo, con su lanza fue quitándole al francés todas las flores de lis, que ostentaba en su escudo de armas que llevaba en su bruñida coraza.

Derribado del caballo por un bote de lanza del español, ya en el suelo, tenía el derecho el vencedor de darle muerte al vencido. Este corriendo la visera de su morrón o celado dijo a Fernández de Aldana que se daba por vencido y que si le perdonaba la vida, como era el hijo mayor del rey de Francia, el delfín, como entonces se llamaba al presunto heredero del trono, le daría para que las pusiera en su escudo las cinco flores de lis, de su apellido Borbón.

Desde entonces cambiaron su escudo los Fernández Aldana por el Borbón.

El delfín le dijo a su padre el Rey de Francia que a su vencedor le había dado las lices de su apellido, contestándole: Mal done, mal dado, que se convirtió en lenguaje castellano en Maldonado.

El autor del Don Alvaro o la fuerza del Sino; el gran poeta Duque de Rivas, ha desarrollado este asunto del apellido Maldonado, en unos bellísimos romances.

Emilio Bernabeu (Diario Lanza, miércoles 2 de noviembre de 1949, página 3)


En Ciudad Real sus alcaldes no han brillado por defender el patrimonio histórico y artístico de la ciudad. Este Alcalde del siglo XIX, D. José Maldonado Rosales, caballero de Calatrava, dio una orden para que los vecinos que tuvieran escudos en sus puertas justificaran el derecho de usarlos, presentando sus ejecutorias de nobleza. Como en el transcurso de los años, muchas casas habían cambiado de dueño, numerosos blasones fueron picados, por no poder acreditar debidamente dicho uso y derecho, desapareciendo así parte de la historia de la ciudad.

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