sábado, 12 de marzo de 2016

LAS “DOLOROSAS” DE CIUDAD REAL


 
Bello rostro de la desaparecida imagen de la Soledad

Claro es, que vamos a ocuparnos de las Santas Imágenes, que representan a la Madre Dolorosa después de la crucifixión de su amado Hijo, Redentor del Mundo.

Ni hemos de referirnos a los bellísimos pasos de la Mater Dolorosa, que esta pasada Semana Santa, vimos con gran emoción cerrar las procesiones de las tres parroquias. Guiándonos siempre el propósito de tratar de la Mancha y muy especialmente de cuanto atañe al pasado, al presente y al porvenir de Ciudad Real, brevemente diremos algo sobre las antiguas “Dolorosas” que fueron destruidas por el furor iconoclasta en la última guerra que padecimos.

La Virgencita; pues era de poco tamaño llamada “La Soledad” la hemos conocido en su ermita o santuario que estaba situado desde tiempo inmemorial en el centro de la Plazuela del Hospicio, que al ser demolido el templo por reformas urbanísticas municipales, hace cincuenta años, que trasladada a la Iglesia del que fue convento de San Juan de Dios en la calle Dorada, hoy Ruiz Morote y después a San Pedro Apóstol.

Era la Soledad de expresivo rostro, facciones correctas y de un encanto indecible, siendo sacada en procesión la noche del Viernes Santo, llevando un precioso manto de terciopelo negro, todo recamado de bordados en oro.

Fue la camarera mayor de esta Hermandad doña Soledad Pérez Molina de Gallego y luego doña Guía Gallego de Frías.

 
Antigua imagen de la Dolorosa de la Catedral en su paso procesional

La Dolorosa de la Catedral, era la de más prestancia de Ciudad Real, por su lujoso manto de riquísimos bordados en oro, alhajas antiguas de gran valor, destacándose la corona de filigrana. Su camarera doña Carmen Clemente viuda de Cuevas, se afana todos los años con la Hermandad, para la mejor exposición de la Imagen, que es bellísima con su expresivo rostro de intenso dolor.

Y por último hablaremos sucintamente de la Dolorosa de Santiago, de antiguo abolengo, salida de los talleres del gran imaginero Montañes, al que se achaca la paternidad directa de su admirable escultura.

Su bellísima cara, tenía la expresión del agudo dolor sentido por la amantísima Madre, Reina del cielo y de la tierra, desprendiéndose de sus ojos unas lágrimas que surcaban el incomparable rostro como gotas de rocío o clarísimos brillantes.

Tengo leído y la tradición lo atestigua que un prócer de rancio abolengo, de Ciudad Real, don Álvaro Muñoz de Teruel, que vivía en su casa solariega, hoy Audiencia Provincial, fue el donante de tan hermosa imagen, veneradísima en el barrio de Santiago, donde tenía su capilla y ahora la tiene la moderna Virgen de los Dolores.

La corona, que por los punzones era cordobesa, tenía la inscripción del nombre del espléndido donante.

A mediados del siglo pasado, don Gaspar Muñoz y Antolinez de Castro, maestrante de Sevilla y Mérida el año del cólera en su huerta de la Poblachuela, le regaló un riquísimo aderezo de diamantes rosa que vimos varias veces en la morada de D. Álvaro Muñoz y Jaraba, cuya hija la señorita doña María Luisa Muñoz y Maldonado, es en la actualidad la camarera de la Virgen de los Dolores.

Emilio Bernabeu. Diario “Lanza” jueves 9 de abril de 1953, página 3.

 
La antigua imagen de la Dolorosa de Santiago en sus cultos anuales

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