martes, 7 de junio de 2016

UNA EDIFICACIÓN ANTIGUA EN CIUDAD REAL


 
Esta antigua edificación de la que nos habla Hervás se encontraba donde actualmente se levanta los bloques de viviendas de la Plaza de Toros

Subiendo por la calle Pedrera Alta y en su último tercio, frente al Molino de la Virgen, se halla el de igual clase  y destino de D. Heriberto Díaz Ubeda, que ofrece al curioso líneas, contorno y trazado en su construcción dignos de hacerse constar, ya porque en ellos se aparta de las edificaciones vulgares de esta ciudad, ya por su tendencia monumental; puesto que, lo que hoy vemos, debió ser parte del proyecto, cuya finalidad , por lo mismo, se oculta y encubre.


En campo abierto y extenso al tiempo de su construcción trazaron una cruz, aunque falta del extremo superior, que en los edificios religiosos forma el ábside, porque la muralla del crucero y nave central sigue una misma línea y sin interrupción. Está construido todo el edificio de fuertes y robustos muros de mampostería común. Su cornisa corre sencilla, desprovista de todo adorno alrededor del edificio.

Se entra por una puerta central, bajo arco adintelado de ladrillo, en una nave de bóveda románica, a la que sostienen dos arcos ligeramente apuntados, que han evitado y evitan su desmoronamiento y ruina. Ni en el interior, ni en el exterior existen señales de ventanal alguno, por el que recibe la luz,  no obstante tener unos once metros  de larga por seis o siete de ancha; porque los lunetos que aparecen figurados en la pared de la derecha, no transcienden más allá del reboco. El frente fue desfigurado al aplicar á aquel local para molino de aceite, pero sería en escuadra, formando dos ángulos rectos.


En el tercio superior se abren dos arcos de medio punto, que dan ingreso á dos habitaciones, revistiendo las dos la forma de un cuadrilátero perfecto de unos siete metros de lado. Las dos tenían su puerta al exterior bajo un arco adintelado de ladrillo, abiertas en un muro de dos metros de espesor, sin ventana, ni lucerna alguna, y con sus bóvedas hundidas. Hemos de presumir, que adoptarían la misma forma románica o de cañón.


No hemos reconocido su techumbre, pero por su escasa altura nos parece ser acasamatada, como lo estuvo San Pedro y lo está Calatrava la Nueva, cuyo orden de Arquitectura se quiso, y bien toscamente, imitar. De todos modos, nosotros, por la sustitución del sillarejo por el ladrillo, y por la distribución regular de sus murallas en machones y tableros creemos sea este edificio del siglo XVII. Resulta un atrevimiento no más de su constructor, quien al escoger el estilo románico bizantino, creyó equivocadamente, que la solidez y firmes, de que hace tan majestuoso alarde que parece desafiar la acción de los siglos, radicaba en la robustez y espesor de sus muros, no alcanzando, que la buena construcción, su regularidad y firmeza la debían por igual al enlace y encame de las piedras y a su cierre en forma de cuña. Tal vez en vez de emplear en las bóvedas la piedra lisa, lo hizo de la redonda é irregular, y de aquí su fracaso.

Pero debe considerarse como venturosa la ignorancia de los Historiadores de Ciudad Real de este singular edificio. De conocerlo ¿qué de hechos y combinaciones no hubiera forjado su rica fantasía? Ahí están como muestra y ejemplar la de la calle de la Mata, la del Lirio, y otras muchas.

Inocente Hervás y Buendía. Diario “El Pueblo Manchego”,  Año IV Número 936, viernes 20 de febrero de 1914.


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