La noche o madrugada del lunes 16 de
octubre de 1978, la catedral fue objeto de un robo, que fue descubierto al
abrirse el templo, para decirse la primera misa. La puerta del mediodía o del
Prado había sido forzada y por ella habían accedido el ladrón o ladrones al
interior. A parte de robar los cepillos, un cíngulo y una cruz y
cadena de oro que tenia la Virgen de los Dolores, el Sagrario que se encontraba
en la capilla de Santo Tomás de Villanueva en su retablo, había sido forzado y
sufrido grandes destrozos.
Destrozado el Sagrario, el Cabildo Catedral
acuerda realizar uno nuevo en orfebrería, que fue adquirido a la Casa de
Santarrufina de Madrid, y sufragado por la Fundación Elisa Cendrero. El
Sagrario fue bendecido e inaugurado el Miércoles de Ceniza 28 de febrero de
1979, y es un Sagrario de estilo barroco con orfebrería dorada y plateada.
El Sagrario es denominado “Los Cuatro
Evangelistas”, al encontrarse los apóstoles en metal plateado en la cornisa del
mismo, sobre las cuatro columnas exentas. Una lectura más profunda sobre su
situación nos revela el papel de estos personajes como "columnas de la
Iglesia" según la epístola de San Pablo (Gálatas, 2, 9).
La ornamentación de la puerta del
Sagrario es el "Agnus Dei" o
"Cordero de Dios", imagen sacrificial de Cristo como Víctima, sentado
sobre el Libro de los Siete Sellos, tal y como se describe en la visión final
del Apocalipsis. El Sagrario se remata con la figura de San Miguel en la parte
superior.
Coronando el cuerpo cupular del
Sagrario, nos encontramos la imagen de un crucificado, imagen del siglo XVII de
escuela toledana, que se salvo de su
destrucción durante la Guerra Civil Española, que conservaba el Cabildo
Catedral y que se decidió poner coronando el Sagrario.
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