El boletín de la
Sociedad Española de Excursiones, publicaba
en su III tomo (Marzo 1895- Febrero 1896) en sus páginas 19-20, un artículo sobre el
desaparecido Porta-Paz de Uclés, escrito
por Enrique de Leguina, cuyo texto a continuación reproduzco; y que se ilustra
con la fotografía que también publico de la fototipia de Hauser y Menet de
Madrid.
“En
los comienzos del siglo XVI llegaron á España multitud de orfebres procedentes
de Alemania, Italia y Francia. Conducíales la seguridad de obtener la
protección de muchos magnates que, haciendo acertado uso de sus riquezas,
fomentaban las artes y se enorgullecían con enriquecer las iglesias de sus
patronatos y sus fastuosas mansiones, que á veces competían en esplendor y gala
con los alcázares soberanos.
La
influencia de aquellos maestros dio gran vuelo á la industria de la platería
nacional, cuyos productos se veían generosamente recompensados, obteniendo
inmediata acogida, así en las casas de los poderosos, como en las iglesias y
monasterios.
Entre
éstos figuró en primera línea por el poderío, de sus jefes y su significación é
importancia histórica y política, la Casa conventual de Santiago de Uclés.
En
ella, y con otras muchas alhajas notables, se hallaba el porta-paz de plata
dorada, con esmaltes, que nuestro grabado reproduce, y hoy pertenece al Cabildo
prioral de las Ordenes militares de Ciudad Real.
Ocupa
el centro un bajo relieve labrado en serpentina, que tiene por asunto la
resurrección de Lázaro. Por la colocación de las figuras, el plegado de los
paños y la tosquedad de la ejecución, revela el carácter romano-bizantino del
último periodo, y, por consiguiente, fecha muy anterior á la del trabajo de
orfebrería que le sirve de marco.
Los
regulares y correctos cuerpos arquitectónicos que componen esta pieza son
notabilísimos, y presentan toda le elegancia y fausto del estilo plateresco,
que tantas maravillosas obras produjo en nuestra patria.
Columnas
en forma de cariátides; delicadas estatuitas de San Pedro, San Pablo, Santiago
y San Juan Bautista, en las hornacinas de ambos lados; pequeñas y finas
imágenes de los cuatro Evangelistas, colocadas en los netos de las bases y
frisos de la cornisa; diminutas figuras representando la batalla de Clavijo,
ocupando todo el friso superior; el medallón del coronamiento con la imagen de
la Inmaculada Concepción, rodeada de ángeles: las Virtudes cardinales que
completan el decorativo conjunto y la esmaltada estatua del Salvador, que
terminan la obra, son todas armónicas partes de un armonioso conjunto que
demuestra la pericia del autor de tan prodigiosa y perfecta joya.
No
es menos notable, ni en nada desmerece, por cierto, de este bellísimo todo, el
asa, que representa una quimera alada; hecha tan gallarda y briosamente como pudo
soñar la creadora fantasía del artista, reverso de la alhaja, por sí solo suficiente
para hacerla digna de la admiración de los inteligentes.
El
carácter perfectamente definido del Renacimiento español que, inspirándose en
las suntuosidades de Pavía creó el estilo llamado plateresco; el hallarse
dedicado el porta-paz al convento de Uclés, y llevar las emblemáticas insignias
de la Orden, las tradicionales conchas, la imagen de Santiago y el recuerdo de
Clavijo, bastarían para que no pudiera dudarse de que esta obra, que compite
con los más acabados productos del arte de la orfebrería, es de procedencia
nacional: mas por fortuna no se necesita, acudir para asegurarlo á presunciones
más ó menos fundadas, pues una de las marcas que conserva, revela haber sido
construido en Cuenca, por tener sus blasones y la palabra Cuen (1).
Otros
tres punzones se hallan en el porta-paz, pero hasta ahora no se han descifrado.
Tal vez sea alguno de ellos del famoso Cristóbal Becerril, que en aquella
ciudad labró el precioso osculatorio que se guarda en El Escorial, y la
custodia de Alarcón, ó de alguno de sus hermanos, que con aquél hicieron la de
la catedral de Cuenca, y que por cierto tiene por coronamiento, como el
porta-paz de que nos ocupamos, una pequeña estatua del Salvador”.
ENRIQUE
DE LEGUINA.
(1)
Debemos
esta noticia á la señora doña Adela Croocke de Osma, tan competente en
semejante género de investigaciones.
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