Vista
de la Casa Popular de Nuestra Señora del Prado en la calle de la Mata, que después
se convertiría en el Instituto Popular de la Concepción
El pasado año 2016, se cumplió un siglo
de la presencia de los Marianistas en nuestra ciudad. Por este motivo, voy a
dedicar las entradas del blog de los próximos días, a difundir la historia de
esta congregación religiosa en Ciudad Real, que tiene sus orígenes en la Casa
Popular de Nuestra Señora del Prado.
La Casa Popular de Nuestra Señora del
Prado, fue una labor del que fuera quinto Obispo-Prior, D. Remigio Gandásegui y Gorrochategui, que fue
Obispo de nuestra diócesis del 26 de agosto de 1905 hasta el 3 de julio de 1914
que fue trasladado a Segovia. En su afán de proporcionar educación a los
obreros y sus hijos, adquirió el 15 de julio de 1912, a D. Luis Parral y Cristóbal, catedrático del
Instituto Técnico del Cardenal Cisneros de Madrid, un antiguo e histórico caserón
en la calle de la Mata, entonces llamada Sauco Diez, por un importe
de 21.000 pesetas, para destinarlo a centro social y educativo.
El arquitecto municipal y diocesano,
Florián Calvo, sería el encargado de convertir entre 1913 y 1914, el viejo caserón,
en un centro escolar para niños y adultos y lugar donde acoger instituciones
que tuvieran como fin la educación moral, social y religiosa del obrero y el
mejoramiento de su vida en nuestra sociedad. Una vez concluidas las obras, la
Casa Popular fue inaugurada el 19 de agosto de 1914, por el Obispo Gandásegui,
ya siendo Obispo de Segovia.
El diario el “El Pueblo Manchego”, en su número
del citado día 19 de agosto, relata así el acto de inauguración de la Casa
Popular: “Son las diez y media. Ha
llegado la comitiva cívico-religiosa presidida por el Prelado.
Plano
y vista de los años veinte del siglo pasado, donde se señala la manzana que
ocupaba la Casa Popular
En
el amplio vestíbulo le aguardan el M. I. Sr. Dr. D. Eloy Fernández Alcázar, gobernador
eclesiástico y otras distinguidas personalidades.
Ante
un altar improvisado en un gabinete del exterior se reviste el Prelado de
pontifical procediéndose inmediatamente a la solemne bendición de la casa y
aspersión de las principales dependencias.” Continúa la crónica de la inauguración
hablando de las personalidades presentes, y del discurso que pronunció el
Prelado en el salón de actos, en el que dijo entre otras cosas: “Habla después del matrimonio, primera célula
social, y de la alta misión que tiene que cumplir en orden a la instrucción y
educación de los hijos; y dice que si los padres ricos cuentan con los medios suficientes
para hacerlo, llevándolos a buenos colegios o con buenos profesores, los padres
pobres, los padres obreros que viven esclavos del trabajo, no pueden, muchas
veces, atender a esos deberes y abandonan y descuidan el grave problema de la instrucción
de sus pequeñuelos, siendo preciso para ella estas instituciones, donde puedan
recibir una enseñanza gratuita y fundamental.
Pensando
en esto yo he levantado la Casa Popular para que por medio de ella el obrero
sea, no un mero técnico de su arte, jornalero de su profesión, sino que
redimido del analfabetismo y poseyendo esos medios poderosos de la lectura y
escritura que le relacionan con sus semejantes y le dan conocimiento de los
adelantos y progresos modernos, logre ser, culto e instruido convirtiendo su
trabajo anticuado y rutinario, en científico y racional. Dice que al poner esta
casa bajo la advocación de nuestra Patrona la Virgen del Prado, ya se ve que ha
cuidado también de la educación sólida y moral de los niños, es decir de su
educación religiosa y pone bellos símiles para demostrar la esterilidad de la instrucción
si no va acompañada de su educación.
Se
dirige luego a los obreros y les dice: pensando en vosotros, obreros de Ciudad
Real, yo he querido que aquí tengáis un centro, donde sin atender a vuestra
condición política, podáis todos unidos trabajar por vuestro mejoramiento
social. Este Centro defensor de vuestros intereses no será de resistencia
porque mi obra quiero que sea obra de amor, de unión y de paz. Y por eso deseo
atraer hacia esta casa, la simpatía de las clases directoras para que os ayuden
como socios protectores pero sin que esto parezca intervención en las
diferentes lecciones de vuestro Circulo-Bolsa de trabajo, Caja de Ahorros y de
Crédito, etc., que vosotros organizareis
y dirigiréis con entera libertad e independencia”.
Puerta
de la Casa Popular en la desaparecida calle Alcázar, que según los historiadores
perteneció a la medieval casa de la moneda
Desde la inauguración de la Casa Popular,
el Obispo Gandásegui quiso poner al frente de ella una congregación religiosa,
pero como el mismo relata en su “Pastoral de Despedida”, publicada en el ya
citado diario “El Pueblo Manchego” el 30 de noviembre de 1914: “que nuestros propósitos de poner al frente de
esa Obra Social una Congregación religiosa se estrellaron contra la escasez de
personal”, y encomendaba a: “Nuestro dignísimo
sucesor el complemento de la obra”, como así fue.
La Casa Popular de Nuestra Señora del
Prado, era un gran caserón manchego situado entre las calles Mata, Alcázar y
Joven, levantada sobre la que fue la Casa de Moneda de nuestra ciudad en época del
rey don Alfonso, de la que aún conservaba una portada blasonada en su fachada
de la calle Alcázar. El resto de las fachadas
estaban pintadas con vivos colores, y tenían amplios balcones y numerosos
ventanales. Su interior contaba con amplias salas para la enseñanza, capilla, grandes
patios y un salón de actos con cinematógrafo, donde el ayuntamiento colocó una
placa en agradecimiento al Obispo Gandásegui por la realización de esta obra
social.
El
Obispo-Prior, D. Remigio Gandásegui y Gorrochategui, bendiciendo la Casa
Popular de Nuestra Señora del Prado el 19 de agosto de 1914. Fotografía
publicada en la revista “Vida Manchega” en su número del 10 de septiembre del
referido año.
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