martes, 5 de septiembre de 2017

LA FUNDACIÓN DEL HOSPITAL DE SAN JUAN DE DIOS DE CIUDAD REAL


 
El Hospital de San Juan de Dios se construyó en la calle Ruiz Morote. En la fotografía aspecto que ofrecía la calle en la década de los años cincuenta del pasado siglo

El Hospital de San Juan de Dios de Ciudad Real se fundó para dar cumplida respuesta a la última voluntad de Diego López Tufiño; personaje que había nacido en Ciudad Real, pero que ostentaba el cargo de receptor del santo Oficio en Potosí. Su testamento, fechado el 24 de enero de 1639, se redactó post mortem gracias a un poder que había otorgado el interesado poco antes de fallecer. La tarea de redactar el documento y de hacer cumplir las mandas del difunto recayó sobre otro miembro del Santo Oficio, el licenciado Antonio de Torres Triviño. La cláusula del testamento en donde se hacía referencia a la creación del hospital aclaraba dos aspectos de la fundación: su dotación económica y los derechos de patronazgo. En el momento de comparecer ante el escribano, don Antonio declaró que:

“el dicho Diego Lopez Tufiño difunto mando que se hiziesse y fundasse un hospital en ciudad Real (…) para curar enfermos pobres y para el dicho efetto mando ssacar de sus bienes cinquenta mill pesos corrientes de a ocho rreales y questos se pongan en rrenta”[1]

Tal y como se recogía en la escritura, el donante quería que “la disposission y forma de la fundación de el dicho hospital” se dejase en manos de don Antonio que, además, debía ostentar el título de patrono hasta el fin de sus días. A su muerte, el cargo habría de recaer en el párroco de San Pedro de Ciudad Real y “en dos diputados del cavildo de la dicha ciudad que ssean los mas antiguos” precisando que:

“aviendo parientes del dicho difunto en el dicho cavildo ssean preferidos a otros en el dicho patronazgo y que si obiesse colejio de la Compañía de Jessus en la dicha ciudad mando que en lugar de uno de los dichos diputados ssea pattron el rrector que fuere de el dicho colegio y a su falta el ministro del”[2]

El testamento no decía nada sobre la entidad o institución religiosa que debía gestionar la fundación. Esta falta de referencias podría hacernos pensar que la decisión de asentar a los hermanos de San Juan de Dios fue adoptada por don Antonio de Torres pero, en realidad, la idea partió del corregidor de Ciudad Real. El 6 de septiembre de 1642 don Antonio presentó una petición ante el Consejo de Castilla solicitando permiso para proceder a la fundación del hospital. Los miembros del Consejo remitieron una provisión al corregidor de Ciudad Real para que realizase todas las averiguaciones que considerase oportunas y las remitiese a la Corte, exponiendo su parecer al respecto. La respuesta del corregidor fue favorable ya que reconocía “la utilidad que se siguia a la dicha ciudad y sus pobres vecinos de que se hiciesse la fundación del dicho hospital y los daños que resultaban de no averle en la dicha ciudad”[3].


[1] Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real, Hacienda, caja 802, documento 7, sf.
[2] Ibídem.
[3] Archivo Histórico Nacional, Clero, Clero secular-regular, legajo 1.866, sf.


El visto bueno del corregidor podía facilitar el camino a la creación del hospital, pero lo cierto es que la importancia de sus apreciaciones sobrepasó con mucho la mera labor burocrática. En realidad, la idea de conceder la fundación a una orden religiosa partió del propio corregidor, al señalar que “convendría que el dicho hospital fuesse de los dichos hermanos de San Juan de Dios por el cuidado y delijencia que ponían en la curación de los pobres enfermos como hera notorio a su magestad con que siempre estaría conservada la perpetuidad de la dicha memoria”. El fiscal del Consejo revisó todas las diligencias y emitió un informe en donde afirmaba que:

“en las licencias presentadas por el dicho Antonio de Torres no venia racon de condiciones clausulas y gravámenes con que el dicho Diego Lopez Tofiño havia hordenado se hiciesse la dicha fundación y seria bien se trajessen para reconocerlas porque no aviendo en ellas que reparar tenia la obra por mui pieadossa y justa y por suficiente la renta para la cura de muchos pobres enfermos y aunque el que pretendía la fundación no pedia que el dicho hospital fuesse y se diesse a los hermanos de San Juan de Dios el dicho corregidor en su ymforme la proponía y representaba la convenencia que tendría el darssele y en casso que el consejo se sirviesse de mandarlo assi convendría que fuesse con calidad de que no pudiesse haber en ningún tiempo mas de quatro hermanos porque no se conssumiesse en el sustento dellos la renta necessaria para los enfermos”[4]

Además, el fiscal se hacía eco de un acuerdo adoptado por los miembros del ayuntamiento de Ciudad Real en donde se mencionaba la “convenencia que tendría traer algunos hermanos de los de San Juan de Dios [a la localidad] para conservar la memoria y ospitalidad de la cofadria de Nuestra Señora de la Concepcion que estaba perdida por las esterilidades de los tiempos y omission de los vecinos della”; por eso, pensaron que “se podría mandar agregar a la dicha fundación para que junta con ella la renta de la dicha cofradía tuviesse maior caudal la dicha fundación para exercitar la caridad y ospitalidad”[5]


[4] Archivo Histórico Nacional, Clero, Clero secular-regular, legajo 1.866, sf.
[5] Ibídem.

 
Sobre el solar que ocupo el hospital, la Diputación Provincial levantó en los años cuarenta un bloque de viviendas para funcionarios hoy desaparecido

Los miembros del Consejo no tuvieron en cuenta los deseos del corregidor y el 29 de agosto de 1643 despacharon un permiso para que se fundase el hospital con una condición: “que para el servicio y asistencia de los enfermos asistan en el dos hermanos de la congregación del hermano Vernardino de Obregon”. El dictamen fue apelado por don Antonio que prefería a los seguidores de San Juan de Dios, influido tal vez por las apreciaciones del corregidor. En su petición afirmaba que “se siguiria grande utilidad de que en el dicho hospital assistiessen los dichos hermanos de San Juan de Dios respecto de la mucha asistencia caridad y cuidado con que acudían a los pobres y su curación de que resultaba el conservasse perpetuamente dicha ospitalidad”[6]. El licendiado esperaba encontrar el mismo apoyo que había obtenido hasta entonces; pero lo cierto es que el fiscal había cambiado de opinión y, en esta ocasión, se opuso frontalmente a la presencia de esta congregación religiosa en Ciudad Real. En sus alegaciones afirmaba que “los hermanos del Santo Juan de Dios bivian en forma de relixion y si se les diesse la licencia que pedían ressultaria que aumentarían el numero de religiosos y por este camino harian convento en perjuicio de los demás de la dicha ciudad de Ciudad Real contra los capítulos de millones”. Los miembros del Consejo volvieron a revisar el asunto y, en contra del criterio del fiscal, despacharon un auto por el que daban permiso para que se fundase el hospital y “assistiessen en el al cuidado y cura de los enfermos (…) cinco hermanos de Juan de Dios con que nimguno dellos sea en ningún tiempo sacerdote”. Esta decisión se vio refrendada mediante una provisión real que se despachó el 18 de noviembre de 1643”[7].

En principio, la concesión del permiso no despertó ningún tipo de suspicacia y los hermanos de San Juan de Dios pudieron asentarse en Ciudad Real; sin embargo, esta situación (que era bastante favorable) cambió profundamente en muy poco tiempo. El 20 de marzo de 1645, las cuatro comunidades religiosas masculinas que había en Ciudad Real (franciscanos, dominicos, carmelitas y mercedarios) presentaron una reclamación ante el Consejo que reflejaba su abierta oposición a la fundación del hospital. Esta petición desencadenó un pleito bastante breve que no consiguió variar el rumbo de la nueva institución, porque los miembros del Consejo ratificaron la licencia mediante un auto despachado el 27 de enero de 1646”[8].

José Javier Barranquero. Conventos de la provincia de Ciudad Real. Biblioteca de Autores Manchegos. Ciudad Real 2003, paginas 109-112.


[6] Don Antonio presentó además las escrituras de fundación que, por desgracia, no han llegado hasta nosotros. AHN, Clero, Clero secular-regular, legajo 1.866, sf.
[7] Ibídem.
[8] Ibídem.

 
Escudo de armas de la Orden de San Juan de Dios. Este escudo estuvo que estar presente en la iglesia del hospital-convento ciudadrealeño

1 comentario:

  1. Muy intesante. Cuando paso por el solar pienso que seguro que en las obras aparecerán restos del convento pero que esos restos han caido en mala ciudad para ser disfrutados. Lo taparán salga lo que salga.

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