lunes, 9 de octubre de 2017

CALLE RAMON Y CAJAL



Evidente que la antigua calle de la Mejora, que ostenta hoy el glorioso nombre del gran histólogo español Ramón y Cajál, don Santiago, como nos recordaba a todos los alumnos el docto catedrático de Historia Natural del Instituto de Segunda Enseñanza de Ciudad Real, don Ángel Corrales, no era una calle muy comercial en los tiempos a que nos venimos refiriendo en esta “historia” local, que son hasta los años 30 y 40, para luego compararlos con los actuales.


La calle de la Mejora, nombre que confesamos no conocer su por qué, iba desde la plazoleta de San Pedro, con su antigua barandilla de hierro, idéntica a la que tenía el paseo del Prado, hasta el Pilar, siendo una vía principal de acceso y salida antes de establecerse las direcciones únicas en la gran mayoría de nuestras calles. Tiempos felices para los peatones y no digamos para los pocos automovilistas, que no tenían problema alguno de aparcamiento. Por la calle de la Mejora discurría toda la circulación proveniente de la calle Mata, General Rey y Dorada (hoy Ruiz Morote) con dirección al Pilar y calle de Alarcos e incluso algunos que fueran a tomar la de Ciruela para subir hasta la estación de ferrocarril.


Era esta calle a que ahora nos referimos arteria del mismo centro de la ciudad, paralela a la de Cuchillería, pero más tranquila y sosegada, al ser más escasa la circulación rodada, y no como ahora, que su mucho tráfico pone los servicios al rojo vivo. Por los años de las primeras decenas del siglo, los vecinos de la calle de la Mejora se sentaban en las noches de verano a las puertas de sus domicilios, para gozar de la mejor temperatura, con el botijo al lado o la alcarraza puesta en la poca corriente que pudiera salir del patio por el portal, para beber más fresca el agua que nos llegaba del Valle de los Molinos, si no en abundancia si de gran calidad, muy fina, como se decía entonces. En esas noches, Marcos Muñoz, el popular sereno del barrio, no dejaba de saludar a los vecinos cuya custodia tenía encomendada; con su chuzo y su farol bien ajustado al vientre, era la garantía de tranquilidad, igual en las noches bochornosas de julio y agosto como en las gélidas de diciembre y enero. Eran los tiempos de la cuarteta que recordaba “Antón de Villareal” en alguno de sus escritos, que con tanto deleite se leen aún:

San Pedro, tacilla, Santiago, el Perchel...


Los tiempos han cambiado, pero el autor confía sepan comprender que en Ciudad Real viven aún personas a quienes con estas breves historias de sus calles principales hacemos revivir la ilusión de sus años queridos.

En el número 2 estuvo en tiempos, el llamado restaurante de Espinosa y posteriormente el Casino Artístico, en el que más de una vez, de pequeño, he tomado un refresco de zarza con una gaseosa de bola, de las fabricadas en casa de Ruiz de León, en la de las palmeras del paseo del Prado. Adquirido el edificio por el Banco Español de Crédito, construyó el actual inmueble, ocupando toda la planta baja, que da también a la calle de Hernán Pérez del Pulgar. En otras dependencias y plantas estuvieron las oficinas de la Correduria de Comercio de don Joaquin Castillo Cañadas, la Jefatura de Minas, que antes estuviera muchos años en la calle de Alarcos esquina a Tinte, la Delegación del Instituto Nacional de Colonización, la Delegación de CAMPSA, la del Servicio de Inspección de la Disciplina del Mercado, antigua Fiscalía de Tasas, y la Comisaría de Aguas del Guadiana.


En el número 4 se instaló la Ferretería Carmona, que luego amplió el negocio en la acera de enfrente, firma comercial muy acreditada en el ramo. El principal lo ocupó el Colegio Oficial de Auxiliares Sanitarios, conocidos anteriormente por practicantes y matronas. En el número 6 tuvo su consulta y domicilio el oculista don Julián Bonilla, que ejerció su profesión muchos años y gozaba de gran prestigio, al que sucedió su hijo, don Julián Bonilla de Mingo, igualmente famoso en su especialidad, al frente del sanatorio “Santa Lucía” para personas con enfermedades de la vista. En la casa siguiente estuvo la florería “El Jardín”, del señor Prado.


Y en el 10 está el antiguo grupo escolar “Pérez Molina”, hoy totalmente renovado, que tenia la llamada Cantina escolar. Fue edificado sobre los llamados Cerros de Úbeda, que mucho tiempo fueron un descampado con acceso por la calle del Jaspe, hoy Hernán Pérez del Pulgar. En los números 12 y 14 se instalaron las oficinas, almacenes y despacho de la firma comercial “Segura Nájera”, especializada en montajes eléctricos, riegos y todo lo relacionado con el ramo. En el 16 estuvo la representación oficial y academia de coser y bordar de las máquinas “Alfa”, representada por la firma “Muebles Pacheco”, convertido hoy en lujoso establecimiento de artículos de regalos y muy apropiado para listas de bodas, tras levantarse un moderno edificio en el que es de lamentar la irregular alineación. Bastante antes estuvo la panadería de Antonio, con dos razones sociales.


Terminamos la acera de los pares recordando que en la casa de la esquina hubo un establecimiento propiedad de don Rogelio Morales, hermano del que fuera muchos años párroco de San Pedro, don Emiliano, establecimiento especializado en artículos de Iglesia, imágenes y libros, sobre todo de los llamados religiosos y que estuvo abierto hasta el año 36.

Iniciamos la acera de los impares refiriéndonos a las oficinas de los señores Ayala, que daban vuelta hasta Mejora. Hoy ocupa esos huecos de fachada, claro que en el nuevo y gran edificio de catorce plantas conocido como la “Torre”, la Sucursal de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid e independiente de entrada el departamento de idiomas de la citada entidad. A continuación el moderno establecimiento de Ferretería Carmona, en la planta baja, y en el principal o primera planta estuvo el comercio de “Los Jóvenes”, con un gran surtido de confección, camisería, etc. con ideas modernas para el vestir de la gente joven.


En el número 3 estuvo parte de los Almacenes Pacheco. Con anterioridad fue muchos años almacén de coloniales de don Policarpo Núñez, que tenían la entrada principal por esta última citada calle y posteriormente almacén y despacho de aceites de los señores Rodrigo, Rojas y Salinero. Fue el número 5 antigua casa de don Epifanio Pasalodos que fue funcionario de la Diputación, y ya en los años cuarenta y pico, almacén y venta al detall de artículos de alimentación propiedad de don José Andrés Rodrigo.

En el 7, inmueble construido en los sesenta, ya con el debido ensanche, estuvo la Gestaría Administrativa del popular y buen amigo Aquilino Ruiz Muñoz, empedernido fumador de cachimba, que trabajó primeramente con Cruz Prado. En este número 7 estuvo, antes la actual edificación, la carpintería del gran artista de la madera maestro Romero, que trabajaba con sus hijos Agustín y Antonio. La siguiente era vivienda particular y en la número 11, en el que se ha construido una gran edificio -antes fuera residencia de don Antonio Gil Calvo y de sus hermanos- ocupan la planta baja dos modernos establecimientos: F. Bernabeu, trasladado desde la calle de Ciruela y dedicado especialmente a repuestos y electrodomésticos, y “Cofrima”, negocio de tipo cooperativo en todo lo relacionado con el frío y muebles de cocina.


Finalizamos la antigua calle de la Mejora con la casa número 13, que si nunca ha sido comercial si queremos dedicar un recuerdo a dos ilustres personalidades manchegas que en ella vivieron y que fueron muy estimadas por todos los ciudarrealeños de aquella época. Nos referimos a don Miguel Espadas Cejuela, muchísimos años depositario de fondos de la Diputación y a quien se otorgara la medalla del Trabajo por propuesta de la propia Corporación, y don Ramón Gascón Cañizares, fiscal durante varios lustros de nuestra Audiencia Provincial, pasando después a la Territorial de Cáceres y terminando su brillante carrera como abogado fiscal del Tribunal Supremo, cargo en el que llegó a la jubilación.

Digamos por último que en la casa que hace esquina con Ruiz Morote -donde se ha construido la ampliación de la Delegación de Hacienda- estuvo buen número de años la Delegación Provincial de Abastecimientos y Transportes, siendo posteriormente ocupada por la Delegación de Mutualidades y Montepíos Laborales, en la época de esplendor de este organismo, hoy integrado en el Instituto Nacional de la Seguridad Social, INSS.

Cecilio López Pastor. Pequeña historia local: Ciudad Real, Medio siglo de su comercio. Ciudad Real 1986


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