viernes, 17 de noviembre de 2017

LOS EFECTOS DEL TERREMOTO DE LISBOA DE 1755 EN CIUDAD REAL


 
Refuerzos construidos en la Parroquia de San Pedro tras el terremoto de Lisboa de 1755

Ciudad Real, 21 de noviembre de 1755.

El teniente Corregidor. Ilustrísimo Señor:

Para cumplir la Orden que me comunicó V. I., su fecha 8 del que sigue, además de lo que yo había visto y advertido del terremoto, o temblor de tierra, del día primero, he tomado informes de prelados eclesiásticos y personas las más advertidas de esta ciudad, para poder explicar exactamente lo acaecido. Los efectos en España del terremoto de Lisboa (1 de noviembre de 1755) Y fue que, a la hora de las diez de la mañana, estando gran parte del pueblo en las Parroquias e Iglesias de conventos en los extraño conceptuando se hundían sus fábricas, y para ello, atropelladamente, las desampararon, dejando los coros y altares los eclesiásticos y religiosos, respectivamente, saliendo a las calles con las sagradas vestiduras y, enterados de su movimiento nunca visto de la tierra fueron bastantes los clamores por los hijos de los padres, y de los familiares unos por otros, pues habiendo principiado a dicha hora, sido su duración de diez a catorce minutos, moverse las torres, Iglesias, y los más fuertes edificios, como si fuesen cipreses afectados de recio viento, todos conceptuaron los efectos de hundimiento
y desgracias, que por la Misericordia de Dios Nuestro Señor no sucedieron en esta ciudad ni en su término.

En los suelos se sintieron movimientos al modo de hervidores, y un ruido contínuo, al modo de bramidos sordos, y de multiplicidad de coches, y los movimientos de los edificios, unos fueron de Levante a Poniente, y otros de Norte al Mediodía. Y las señales que precedieron, aunque no se aplican a que fuesen indicativas de temblor de tierra, son las que enuncia el Comendador de Mercedarios descalzos de esta ciudad en su informe y relación, que paso a mano de V. I., y en lo recio del terremoto y algún tiempo antes fue un recio viento, y turbada la luz del Sol, sin haber nubes intermedias, siendo muchos de sentir que a durar un minuto más lo recio del temblor, no hubiera quedado edificio en pie. Y los destrozos causados, y hasta ahora advertidos, y reconocidos por peritos, son:

— En la Parroquial de San Pedro, de fuerte y admirable fábrica bastante daño en machos, arcos, bóvedas, maderas, enyesados y demás partes que componen el todo de la fábrica, y para el reparo y seguridad se hacen precisos muchos gastos.

— En la Parroquial de Nuestra Señora del Prado se reconocen en su suntuosa fábrica, de una nave de grande elevación y correspondiente anchura, bastantes quiebras, quedando maltratada su armadura, quebrados dos de los estribos de la Puerta de la Umbría, y otros dos a la parte del altar mayor, para cuya ermita, y que se mantengan sin ruina de la Iglesia se hacen precisos muchos gastos.

— En la Parroquial de Santiago, el medio cuerpo de arriba de la torre se halla con aberturas y la bóveda, para que no se arruine, necesita mucho reparo, y por haberse hundido un arco de ladrillo de dicha torre sobre el tejado de dichas Iglesias se halla maltratado y con la precisión de repararse.

— En el convento de Santo Domingo se descubren grandes quiebras en sus capillas, coro y cuerpo de la Iglesia y su torre cuarteada, los dos cuerpos de ella, y su c[h]apitel, y sin repararla, y fortalecerla, no pueden usar de las campanas como antes y sí sólo tocarlas a pulso. En los claustros altos y bajos, en las celdas y demás oficinas se registran muchas quiebras y parte del tejado cayó sobre una de las capillas, causando mucho daño.

 
El terremoto de Lisboa produjo un ligero incitamiento de una de sus columnas interiores, que en la actualidad se puede observar

— En el convento de San Francisco, se descubren en su Iglesia, Capilla mayor y en las agregadas, bastantes quiebras, y lo mismo en las celdas y demás oficinas y, por haberse desprendido de la espadaña, o campanario, un remate de piedra, y caído sobre un tejado, causó destrozos.

— En la Iglesia de San Juan de Dios quedó tan ruinosa y destrozada, que ha sido preciso desalojarla de los altares y colocar al Santísimo Sacramento en la capilla de la enfermería, y poner los enfermos en su cuarto alto y, además de esto, los cuartos y oficinas no dejan de tener muchas quiebras.

— En los Carmelitas descalzos, extramuros de esta ciudad, además de otras quiebras, la de más consideración es el alzado donde está sentada la Capilla mayor, porque movidas las cuatro esquinas donde sentaba la armadura cayó sobre los tejados del convento uno de sus lienzos, causando mucho daño, en el colateral claustro, y celdas, y por estar movidos los otros tres lienzos, se hallan apuntalados, y agarrotados, porque con poco movimiento se vinieron a tierra.

— En el convento de religiosas Carmelitas descalzas, se descubren algunas grietas en él y la mayor en la media naranja o linterna de la capilla mayor, que por el gran quebranto de todos cuantos lienzos le están dados garrotes, además de haberlos apuntalados.

— En el convento de religiosas Dominicas se ve quebrantada una de las esquinas de la Capilla mayor, amovida [sic] parte de sus aleros, y lo interior de el convento muchas quiebras en celdas, claustro, y vistas, y en la cerca de la huerta lo mismo, con hundimiento de algunas tapias.

— En el convento de religiosas Franciscas, por lo que hace a la Iglesia se quebrantó el arco toral de la capilla mayor, y dos estribos, cayendo la mayor parte de los aleros a la parte interior, de que resultó destrozo de los tejados, y en lo interior del convento, algunas quiebras.

— En la ermita hospital del Santísimo Cristo del Refugio, son muchas las quiebras que se necesitan de pronto reparo.

— Y en casas particulares, y murallas, son muchas las quiebras que se han reconocido, que aunque no del todo arruinadas, serán muchos los gastos para repararlas. Esto es únicamente lo que puedo y debo exponer a V. I. sobre el asunto de terremoto, y que después en diferentes días, según me informan personas fidedignas, se han sentido algunos movimientos de tierra, y, en atención a que esta ciudad aunque antes de ahora, como realenga, tenía la capitalidad de toda la Provincia, a el presente se halla reducida a su término, no fue comunicada la Orden de V. I. a otros pueblos, hasta nueva orden de V. I., que obedeceré como debo.

Nuestro Señor guarde la vida de V.I. los muchos años que puede y le suplico.
Ciudad Real, y noviembre 21 de 1755. Ilustrísimo Señor: Besa la mano de V. I. su más rendido y obligado servidor, Don Luis Joseph Velarde y Viedma.


Apéndice II: Transcripción de los documentos del Archivo Histórico Nacional

 
Botareles de refuerzo de la Catedral construidos en el siglo XVII

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