miércoles, 13 de junio de 2018

LA PLAZA DEL INSTITUTO


La casa de la calle Caballeros, esquina a Camarín que está siendo derribada estos días

En el aspecto urbanístico, nuestra ciudad mejora sensiblemente. Puede que no vayan estas mejoras con la rapidez de nuestro deseo, pero es que hay muchos palillos que tocar y sobre todo, mucho dinero que gastar. Del año 39 para acá es indudable que Ciudad Real va pasando, de pueblo destartalado y anchuroso, achatado por la horizontalidad  de sus casas a ciudad con gallardos edificios, vías bien pavimentadas y aspecto de urbe modesta, pero moderna, por lo menos en su parte central.

Si cuaja lo de la gran avenida Pilar-Parque de Gasset y con la plaza que se formará entre el Cine Proyecciones nuevo Gobierno Civil y nueva Telefónica, habremos dado un gran paso. Pero de esto hablaremos otro día. Hoy queremos dedicar unas líneas a la Plaza del Instituto.

La vieja verja derribada, que escondía una maraña de maleza, más que de plantas y flores, ha dejado paso a una plazoleta con unos jardines alegres y vistosos. El gran edificio de las religiosas del Servicio doméstico, el remozamiento de que está siendo objeto la fachada del Instituto y ahora el derribo de la casa que hace esquina a la calle del Camarín, donde Obras Públicas levantará su sede, darán a la plaza un tono que no tenía. Solo quedará un ala un poco pobre, en relación con las otras tres laterales y es la de la calle de la Rosa que con el tiempo, debe también quedar a la altura del resto de la plaza. Pero este problema es más difícil de resolver porque la escasez de viviendas que padecemos no aconseja expropiaciones forzosas en muchos casos. Claro que puede surgir otro organismo oficial que adquiera esas casas y haga otro magno edificio que complete la plaza. Con las del Pilar, ya arreglada; el Prado, el retoque de las del Generalísimo, Calvo Sotelo (frente al Cuartel) y José Antonio frente a la Diputación; la del Instituto y la del nuevo Gobierno Civil. Ciudad Real contará con siete bellos espacios libres en medio de sus calles anchas y luminosas. Si esto se completa con una pavimentación y ornamentación adecuados, habremos dado el gran paso para que la capital adquiera el rango que por derecho propio, le corresponde, y del que se enorgullecerían los mismos pueblos de la provincia. El mito de la “capitaleja” ha concluido.

EL CABALLERO DE LA MEDIA CAPA. Diario “Lanza”, martes 2 de septiembre de 1952

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