sábado, 26 de enero de 2019

MERCERÍA BAPTISTA: LA HONRADEZ DE TRES GENERACIONES DEDICADAS A SATISFACER AL CLIENTE



He perdido un botón de mi chaqueta de músico y no lo encuentro en ninguna tienda; no veo bieses para estos trajes de carnaval; tengo un jersey que me encanta pero quiero darle un aire diferente; quiero este cinturón que lleva esta famosa en la revista; no tengo corbata para mi hijo que toma la Comunión, yo quiero un mantón…”. La respuesta de inmediato es la siguiente: “Ve a Baptista que allí lo vas a encontrar o te lo pueden conseguir”.

Ese es el boca a boca de generaciones de mujeres y hombres de Ciudad Real capital y provincia que, primero con Gregorio Baptista Muñoz, el fundador y abuelo del actual propietario, y ahora con Jesús Baptista García, han sido atendidos día tras día (esperando incluso en la calle a que abran) hasta los 70 años de vida que supera este comercio familiar de larga tradición en Ciudad Real.

La buena disposición siempre, el fácil y rápido asesoramiento, la calidad del producto avalada por sus proveedores de primer nivel, la puesta al día y la sinceridad en la relación con el cliente han hecho que varias generaciones de manchegos, entidades e instituciones hayan sido fieles a Baptista desde aquella ‘Casa Gregorio’, amén de hermandades, bandas de música, coros, agrupaciones de folklore, residencias, casas regionales, etc.

Gregorio, el primer Baptista

En plena posguerra, en 1948, Gregorio decide alquilar un pequeño local en la calle Postas para crear una mercería. Al parecer, fue sala de una antigua bodega, ahí también estaba la Escuela de Comercio y todo formaba parte de una propiedad o palacio de los marqueses de Treviño. Debido al hundimiento del antiguo edificio y obra nueva, Gregorio Baptista tuvo que marcharse a otro local de forma provisional a la calle Calatrava. A los dos años regresa a Postas pero con el local en propiedad y mucho más amplio.

Izq.: Gregorio Baptista. Dcha.: Jesús Baptista Vizcaíno cuando regentaba la mercería.

Con Gregorio comenzaron a despachar  sus hijas mayores, Pilar y Mari Carmen. El negocio fue creciendo y la clientela también afortunadamente, contratando a algunas dependientas. En esos años, una de las cosas que recuerda la familia era la costura de las carreras de media, “cogíamos puntos a las medias de cristal, nos hacían los encargos clientes particulares”. Mientras, los otros cuatro hermanos curioseaban y aprendían tras el mostrador los entresijos de un negocio que desde siempre ha tenido también venta al por mayor.

Otro de los hijos, Antonio Baptista Vizcaíno, terminado el bachiller, se queda en la mercería definitivamente en 1967 y se ocupa de formalizar las compras y de la venta al público, compartiendo trabajo algún tiempo con su padre hasta que se jubila. Comienza la segunda generación Baptista. Algunos años después, su hermano Jesús se incorpora tras decidir que su futuro también está en la mercería. Con los dos hermanos al frente, cada uno tenía un cometido claro, Antonio se ocupa de la administración general y Jesús de ventas, “se suele decir que los negocios a medias no son buenos, pero en nuestro caso ha ido todo muy bien, ninguno se metía en el terreno del otro salvo para ayudarle, siempre hemos dado el callo hasta el máximo, sin preocuparnos de las horas”, afirma Antonio. Tal ha sido su tesón profesional que en 1998, la anterior patronal de empresarios de Ciudad Real, en los I Premios de la Federación de Comercio, les entrega el galardón al Comercio Familiar con Mayor Tradición. Cabe reseñar que Baptista fue partícipe durante años de las fiestas en el pasaje de Postas días antes de la Feria, “cerrábamos las tiendas, cada comercio aportaba algo, se compraban regalos, se organizaba un concurso y desfile, iban el alcalde, concejales, la Dulcinea y damas vestidas de manchegas, se invitaba a limoná y puñao, era una buena tarde de asueto”, recuerda Antonio.

Izq.: Primera tienda en 1948. Centro: Los hermanos Baptista con el premio de Comercio en noviembre de 1998. Dcha.: En la tienda, recibiendo un galardón de manos de un proveedor.

Tras la consolidación del negocio con los hermanos Baptista, Antonio se jubila y Jesús se queda solo al frente. En el legado y ADN Baptista también se transmite la fórmula de su éxito. Declaraban ambos hermanos en marzo de 1996, cerca del 50 aniversario: “Nuestro secreto es no engañar al cliente, decirle siempre la verdad, si no tenemos lo que nos pide, se le dice y le damos alternativas, con mucho respeto”.

En la actualidad, Jesús y Cristina Baptista García, hijos de Jesús, se ocupan de la mercería. Jesús hijo heredó la cartera de clientes de su tío Antonio en la venta al por mayor. Cuando llegó la crisis, los viajes a tiendas y mercerías de los pueblos no eran muy fructíferos así que decidieron que regresara a la tienda donde se podrían atender los pedidos por teléfono sin problema. Para él, la clave de la continuidad es una mezcla de todo: “Te tienes que involucrar totalmente en lo que el cliente necesita, estar al día de las tendencias del momento y ver varios mercados, no centrarte solo en una cosa; en definitiva, no decimos no a nada, y aunque siempre se piden las cosas para anteayer, intentamos dar una solución rápida y barata”. En este sentido, Jesús anima a recuperar el amor por la confección, “ahora está muy de moda el tunear la ropa, de hecho los proveedores ya lo ponen muy fácil con elementos como el pegamento textil, y el colocar algo diferente en las prendas, botones o puntillas, las hace únicas”.

Sonríe cuando se le pregunta por el número de artículos en la tienda, “no lo sé, muchísimos, y para hacer inventario necesitaríamos cerrar varios días, pero no lo hacemos porque, como siempre nos ha dicho mi padre: tener cerrado es perder clientela”. No obstante, cada uno de los cuatro que hay en plantilla se encarga de una sección: Jesús y Cristina, junto a las empleadas Eva y Ana, la primera empezó con su padre y Ana ha llegado más recientemente, aunque ambas son “muy trabajadoras”. En el futuro, Baptista continuará con la inquietud por satisfacer las necesidades de los clientes, aportándoles las novedades de temporada con su espíritu de comercio tradicional y cercano

Texto: Oliva Carretero Ruiz



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