jueves, 28 de febrero de 2019

COLEGIO PÚBLICO CARLOS ERAÑA: OCHENTA Y CINCO AÑOS DE LA ATRAYENTE HISTORIA DE UN CENTRO QUE FUE SEDE CONSISTORIAL



Tras 85 años siendo colegio público y algunas otras cosas, entrar en el centro Carlos Eraña de Ciudad Real es como volver al pasado, a un pasado de enseñanzas de otros tiempos, de aprendizajes de aquellos niños hoy abuelos o bisabuelos, de prácticas de aprendices de maestro, de clases de alfabetización de adultos, de sede consistorial, de urnas en momentos electorales, de aulas con ordenador hoy día…

Portada del diario “Vida Manchega” del día 29 de noviembre de 1932, un día después de inaugurar el grupo escolar

La que suscribe no puede por menos de quedarse boquiabierta ante un colegio inaugurado durante la segunda República, en 1932, que permanece casi como entonces, con pequeños arreglos por el consabido paso del tiempo y con contadas reformas. Sus grandes aulas de casi 4 metros de altura, sus enormes ventanales, su galería superior, suelos, puertas,  -¿las primeras que hubo?-, con esos goznes que hoy chirrían como queriendo hablar de años pretéritos…, y una fachada imponente, declarada como Bien de Interés Cultural… ¡Y pensar que en los años 70 el Ayuntamiento quiso derribarlo para darle otro uso!


La razón de ser primera y última de este edificio fue y es ser colegio público, aunque ha sido ‘ocupado’ y dedicado a otros usos, educativos unos y otros no tanto. Según nos cuenta Vicente Palomares García, investigador y profesor del centro Pérez Molina, el Ayuntamiento compra los terrenos a la condesa viuda de la Cañada pagando 30.000 pesetas por algo más de 18.000 metros cuadrados. La construcción del colegio se financia entre el Ayuntamiento y el Estado, en un 30-70% aproximadamente. Las obras se adjudican en 1930 y el lunes 28 de noviembre de 1932 se inaugura el denominado entonces como Grupo Escolar Pablo Iglesias, acto presidido por el director general de Primera Enseñanza, Rodolfo Llopis, tal y como recoge el periódico ‘Vida Manchega’. Durante la guerra civil, Vicente Palomares indica que pudo ser ocupado por los milicianos como lo fueron otros colegios. Pasada la contienda civil, en 1939 el colegio cambia de nombre por el definitivo Carlos Eraña, en memoria del beato fallecido en Ciudad Real.


El actual director del centro, Eduardo Madrid de la Cal, lamenta la inexistencia de documentación o actas en el propio colegio desde su origen hasta finalizado los años 70, desconociendo por ejemplo quién fue el primer director o las enseñanzas impartidas durante la primera etapa del centro, aunque sí se conoce que los chicos accedían al centro por la fachada oeste (donde hoy se sitúa la escalera de emergencia) y las niñas por la fachada este (entrada actual). Tras la guerra civil, el colegio también se convierte en la sede de la ‘aneja’ de Magisterio o Escuela Práctica de la Normal de Maestras ‘Isabel la Católica’ (se encontraba en la calle Audiencia, hoy Elisa Cendreros). Allí permaneció durante 20 años, indica Vicente Palomares, y posteriormente, en los años 60 y 70 se realizaron campañas de alfabetización de adultos y fue centro piloto de adultos. En 1972 comienzan las obras del actual Ayuntamiento y se trasladan sus dependencias al colegio permaneciendo allí hasta más de cuatro años después (se apunta incluso que estuvieron hasta 1981) ya que la marcha de la actividad municipal al actual consistorio fue progresiva.


Colegio en exclusiva.- Será entonces cuando el colegio prosigue su camino como centro público de educación general básica en exclusiva. Desde entonces, cuatro son los directores que han pasado por el centro: Manuel Fernández Lozano, Emilia González Núñez, Dámaso Tapiador García de Marina y Eduardo Madrid de la Cal. El colegio es de una sola línea con 9 aulas, 3 de Infantil y 6 de Primaria; una matrícula media de más de 200 alumnos y una ratio con clases llenas pero que ha ido cambiando acorde a lo que iba marcando la administración educativa. La galería superior del centro está jalonada por imágenes de todas las promociones desde 1979 “es la más antigua que se conserva”, apunta el director, promociones entre las que se incluyen algunos alumnos conocidos como la alcaldesa de Ciudad Real, Pilar Zamora, o la que fue concejal de Educación, Ana Beatriz Sebastiá. En el año 1996 hay registradas tres promociones “por esa transición de EGB a la Logse”. En la actualidad existe un claustro de 17 maestros, y un equipo directivo encabezado por Eduardo Madrid, Rosario Aguilar como jefa de estudios y Prado Pérez secretaria.


En la etapa última del colegio se han acometido algunas reformas del colegio como la colocación de una parte del tejado que se cayó y arreglo del techo, instalación de una escalera de emergencia en la fachada oeste tras la insistencia de los padres, renovación total de los baños y pintura del centro. El colegio cuenta con biblioteca (con ningún volumen de su pasado más primitivo), aula Althia, aula de música, sala de usos múltiples, sala de profesores, sala de reuniones, despachos, etc. En el exterior cuenta con un patio de hormigón adornado con viejos olmos (alguno ya se ha tenido que cortar por una enfermedad), pista polideportiva vallada y arenero infantil. Se ha solicitado un comedor, un servicio que, curiosamente, cuando se vio la necesidad de un colegio en el barrio en 1905, el arquitecto municipal Florián Calvo incluyó comedor escolar y conserje aunque ese proyecto no salió adelante por falta de fondos municipales.


Un colegio público muy bien cuidado por docentes, personal del colegio, alumnos y mantenimiento municipal, que bien merece una mayor atención en su conservación como edificio histórico por parte de administraciones responsables sin menoscabo de su actividad colegial diaria.



miércoles, 27 de febrero de 2019

EL 28 DE NOVIEMBRE DE 1932 SE INAUGURÓ EL GRUPO ESCOLAR “PABLO IGLESIAS” ACTUAL “CARLOS ERAÑA”


Vista del colegio el día de su inauguración en 1932, fotografía publicada en el diario local “Vida Manchega”

Sería el Ayuntamiento presidido por D. Antonio Prado en 1919, quien inició las gestiones para realizar un grupo escolar en los terrenos del campo de futbol que se encontraba al final del callejón del seminario y en la calle del Olivo. Pero este proyecto durmió en el cajón del recuerdo, hasta la llegada de la primera corporación republicana-socialista en el año 1931, a cuyo frente se encontraba D. José Maestro San José, quien la llevó a efecto.

El grupo escolar fue inaugurado el 28 de noviembre de 1932, por el Director General de Primera Enseñanza del Gobierno de la Republica, D. Rodolfo Llopis, quien se trasladó a nuestra ciudad para el acto. El primer nombre de este grupo escolar, fue el de “Pablo Iglesias”. Al término de la Guerra Civil Española en 1939, se cambiaria el nombre por el del marianista asesinado por los republicanos del Frente Popular en 1936, D. Carlos Eraña, nombre que actualmente mantiene. 

Una vista del colegio en 1932, cuando aún no existía la calle Bernardo Balbuena

martes, 26 de febrero de 2019

CALLE BERNARDO BALBUENA


Vista de la calle Bernardo Balbuena desde la Ronda de Alarcos, en los años sesenta del pasado siglo XX

La calle Bernardo Balbuena es la prolongación de la calle Obispo Estenaga, que tiene sus inicios en la calle del Olivo, y termina en su confluencia con la Ronda de Alarcos. No es una calle histórica de nuestra ciudad, ya que su nacimiento no se iniciaría hasta los años treinta del pasado siglo XX; ya que hasta esa década la actual calle Bernardo Balbuena estaba ocupada en parte por un campo de futbol, y la otra parte por solares sin edificar.

Actualmente la calle conjuga edificaciones de los años treinta y cuarenta del pasado siglo, con nuevos bloques de viviendas de ladrillo de varias alturas, donde destaca el Colegio Público de Carlos Eraña, (religioso marianista asesinado por republicanos del Frente Popular en 1936 en Alarcos), inaugurado en 1932.    

Vista actual de una parte de la calle Bernardo Balbuena

Otros de los edificios que destaca en esta calle, es la antigua casa sindical, inaugurada en 1950, en cuyo edificio se instaló en 1973 la Casa de San Pablo, Centro Diocesano de Apostolado Seglar de la diócesis, y a partir de octubre del referido año, comenzó a funcionar la Parroquia de San Pablo.

Desde el nacimiento de la calle, esta se rotuló con el nombre de Bernardo Balbuena, un eclesiástico y poeta español asentado en Nueva España y las Antillas mayores que llegó a ser obispo de Puerto Rico, siendo natural de Valdepeñas, donde nació en 1562 y murió en Puerto Rico en 1627.  
   
Vista de la calle Bernardo Balbuena desde la Ronda de Alarcos en los años noventa del pasado siglo XX
                                                    

lunes, 25 de febrero de 2019

EN LA CALLE OBISPO ESTENAGA: SOFADI, COINTRA Y REFREY




Con el nacimiento de las nuevas edificaciones en la calle Obispo Estenaga, en las décadas de los años sesenta y setenta del pasado siglo XX, nacerían nuevos negocios que se instalaron en los bajos de estos nuevos edificios.

Uno de estos negocios fue la casa comercial de D. José María Espinar García-Noblejas, que se estableció en el número 5 de la calle. Esta casa comercial se dedicó a vender maquinas de coser de la marca REFREY, modelos de camping gas de la marca COINTRA, y estanterías metálicas de la marca SOFADI.


domingo, 24 de febrero de 2019

MUEBLES DÍAZ EN OBISPO ESTENAGA, OLIVO Y POSTAS



Uno de los establecimientos que abriría sus puertas con las nuevas edificaciones en la calle Obispo Estenaga, en los años sesenta del pasado siglo XX, fue Muebles Díaz, propiedad de Carmelo Díaz, que contaba con establecimientos en esta calle y en la de Olivo. A principios de los años setenta, más concretamente en 1971, abriría un piso piloto amueblado en la calle Postas, 29, algo muy típico de aquella época, donde los posibles clientes podían ver un piso totalmente amueblado, y como podían quedar estos muebles en sus respectivos domicilios.


sábado, 23 de febrero de 2019

CONFITERIA MANCHEGA. UNA PASTELERÍA DE TODA LA VIDA EN LA CALLE OBISPO ESTENAGA


Una vista del establecimiento el día de su inauguración en febrero de 1972
  
El pasado día 25, a las seis de la tarde, abrió sus puertas al público el  magnífico establecimiento LA MANCHEGA; fue bendecido por el señor cura párroco de Santo Tomás de Villanueva, don Eugenio Sánchez Vega.

El párroco de Santo Tomás de Villanueva, D. Eugenio Sánchez Vega bendiciendo el local el 25 de febrero de 1972

Muy visitado por numerosísimo público y amigos de su propietario don Emeterio López Cañizares, quien durante toda la tarde recibió e invitó a quien le honraba con su presencia a degustar sus riquísimos y exquisitos pasteles, tartas, bombonería, etcétera y estupendos licores. Todo aquel que pasaba a comprar, se encontraba con la sorpresa de que no le servían en su compra y sí se le invitaba a cuanto quisiera tomar. Fue muy felicitado por este gesto, así como por el gusto con que ha dotado tan magnífica instalación, por la que le auguramos y deseamos un rotundo éxito.

Diario Lanza, martes 29 de febrero de 1972


viernes, 22 de febrero de 2019

DE CALLEJÓN DEL SEMINARIO A CALLE OBISPO ESTENAGA


Vista de la calle Obispo Estenaga en 1932

La calle Obispo Estenaga, es una calle que tiene su inicio en la calle Alarcos y termina en la confluencia con la calle Bernardo Balbuena. Su antiguo nombre era de callejón del Seminario, ya que este callejón se encontraba junto al seminario Diocesano que fue construido en el siglo XIX en la calle de Alarcos.

La calle Obispo Estenaga en 1966 durante la visita del Jefe del Estado 

En tiempos de la II Republica Española, este callejón fue rotulado con el nombre de Avenida de Nakens el 28 de noviembre de 1932. Al término de la Guerra Civil Española en 1939, la calle fue rotulada con el nombre de calle Obispo Estenaga, en memoria del séptimo Obispo-Prior, D. Narciso de Estenaga y Echevarría, asesinado el 22 de agosto de 1936 por republicanos del Frente Popular, solo por el simple hecho de ser sacerdote de Cristo.

La calle estaba ocupada en parte por la tapia del huerto del desaparecido seminario diocesano, y ha sufrido una gran transformación a lo largo del siglo XX, pasando de edificaciones de una y dos alturas, a las actuales de siete.

Vista actual de la calle Obispo Estenaga

jueves, 21 de febrero de 2019

PÁGINAS DE UN CALLEJERO FLORAL. CALLE DEL ALAMILLO BAJO


Un patio de la moruna calle de Alamillo Bajo en los años sesenta del pasado siglo

Pobretona y moruna. Va paralela a la calle de Morería, desde la de las Postas a la del Olivo. Cerca de esta última, se le llega la del Alamillo Alto y, antes, casi al mediar su recorrido y también por el lado de la derecha, la de la Jara.

Hace pocos años, por las noches, me adentraba en sus estrechuras. Cuando la había, la luna jugaba con las nubes a encender y apagar, y yo pensaba hubo de ser este y no otro, el camino que don Diego, el mancebo cristiano de la barba endrina, gallardo, varonil, había de seguir para alcanzar una casucha de la Lentejuela cercana y gozar los amores de la bella Zoraida, la dulce gacela, hasta que una noche de Luna lunera, agorera, bobalicona, a traición acuchillaron a don Diego en el patio florido de la linda mora. Cuenta la leyenda que, a poco, otra noche, oscura y con vendavales, Zoraida la bella, dolida y consumida, al cuello la Cruz damasquinada chiquita, de la conversión, fenecía su vida de amores tronchada. Desde aquellos tiempos, todas las primaveras, un solo día los ojos negros de Zoraida , dulces y grandes como los de la gacela reviven pintados en las alas blancas de una mariposa que busca para posarse, desfallecida, con misteriosos espasmos nupciales, la corona agreste, de una amapola nacida, bajo el olivo del patio de una casucha de la Lentejuela, sobre la huesa del mancebo gallardo, cristiano, de la barba endrina, que, año tras año, siglo tras siglo, aún sigue tiñendo de sangre, viril y enamorada, los pétalos de la flor triguera.

Una de las casas de la calle de Alamillo Bajo, pobretona como dice Julián Alonso

Con charla de algarabía, un ciego viejo, picado de viruelas, que a modo moruno, sentado estaba en un esquinazo de la calle del Alamillo bajo, me contó que la calle conoció, entre todas, por el ruido las babuchas del almuecín, venido de luengas tierras del sur, que iba a susurrar sus salmodias monótonas y rituales, en una casa cuyos tapiales se extendían gran espacio por uno de los costados de la calleja y eran disimuladores de oculta mezquita de moriscos renegados.

Y, asimismo, me refirió –quien sabe dónde lo aprendió o cómo lo inventó-, que en otra casa de la calle, que solo tenía puerta como único ojo para mirarla, vivía una bella sarracena vengadora, con su hermosura malvada, de las injurias hechas a sus gentes. Junto a la acequia, muerta, del recóndito huerto; entre perfumes penetrantes de hierbajos de menta de reguera de alberca y sahumerios desparramados por pebetero de cobre trajinado a martillo, hechizaba, endemoniaba, a los cristianos danzando con su cuerpo caliente, pecador, la desnudes de su escultura, prieta perfecta, lasciva, trenzada con hilos de arabescos y acompasada a repiqueteos de brazaletes, a sones de dulzaina y a cansinos canturreos, bárbaros, del esclavo, manso.

Ahora, la calle del Alamillo bajo, sabe de trajineros y hortelanos que, para vender sus mercancías, a hospedarse vienen a la cercana y nueva posada. Tal que supo antes de “civiles”, y como aprendiendo está un léxico extraño –inmunidad, profilaxis, sueroterapia, rickettsias, virosis, pandemia…-, escurrido por los muros laterales de su vecino el flamante Instituto Provincial de Higiene, que, edificado el año 1955, le cedió tantos terrenos como para, de enjuta y ruin, ponerla dilatada en los dos tercios de su largura, por el lado siniestro de su entrada por la calle de las Postas.

Julián Alonso Rodríguez. Diario Lanza, miércoles 22 de enero de 1958, página 2. 


miércoles, 20 de febrero de 2019

CALLES DE LA JARA Y ALAMILLO


Así eran los antiguos patios ciudadrealeños. En concreto el de la foto es uno de los patios de la casa de Julián Alonso en la calle Estación Vía Crucis, fotografía realizada por él mismo

Gran placer había de producirse, y entiendo que a ti, lugar en las lindes, claras y precisas a veces o difusas y confundidas otras, de los barrios cristiano, moro y judío de la real ciudad, para señalar la extensión de ellos, al correr de siglos e incidencias, y marcar la importancia que te dieron sus pobladores, pero barrio dificultoso es eso para quien liviano es de mollera, tasado esta de tiempo y más ahora si ha de poner al día lo que atascado encuentra al regreso de inopinado y penosísimo viaje llevado hasta los más cercanos confines del más allá, afortunadamente me ha devuelto a desde donde, quien puédelo todo, estos trillados y retorcidos caminos de la vida por los cuales, y lo certifico, tan bien se va, sea en recto o en quebrado, sea con polvo o sea con lodo. Y, de pasada, te cuento que no por voluntad propia me metí en berenjenal  de esa envergadura, pero, una vez rematada con bien la aventura, me siento orgullosico y muy superior a ti que, como no conoces aquellos parajes y paisajes, no puedes percatarte de lo que, recorriéndolos se aprende; de lo que se siente, ¡y de lo que siente uno después!... “¡Quien supiera escribir!”

Dios queriendo, medraremos algún día en la empresa delimitadora de los barrios de Ciudad Real, pero, mientras ello viene, adentrémonos, por las buenas, en el recinto del moro, que, la consecuencia del acaecimiento de las Alpujarras, creció tanto como para desbordar sus antiguos linderos de la Cava y de la calle de Morería y llegarse hasta las de Ciruela y de Infantes, o más, y confluir con los otros barrios en las cercanías de la plaza mayor y la Feria; pero sujeto y cercano, por  poniente y mediodía, con los lienzos de muralla en que se abrían al campo las puertas de Santa María y Alarcos.

¿Por qué, cuándo del barrio casi nada queda, no se cuida, acicala, con juicio, y conserva, como reliquia de la morería ciudarrealeña, ese grupito de casas que forma el rincón con tan ensoñador y de tanto carácter de la Lentejuela, haciéndolo intocable para la odiosa piqueta demoledora y para el no menos odioso, egoísta, indecoroso e inculto y roñoso deseo de lucro?

…Y era de ver como aquel barrio moro, populoso, agricultor, laborioso, inteligente y sufrido, lleno tenía su recinto de huertos y vergeles, grande era su mezquita, quizá enclavada por donde ahora el Instituto de Sanidad se alza; famosa su madrisa: los patios cerrados, y en los nombres de las calles de dilatados muros, blancos, con escasos y ruines ventanicos, florecía, y sigue floreciendo, nuestra castellana y castiza vegetación silvestre.

He aquí una calle. La primera que, por la acera de la izquierda, se inicia en la de Morería, arteria principal del barrio.

La calle de la Jara en los años cincuenta del pasado siglo

CALLE DE LA JARA

Jaras y encinas dan carácter al paisaje de la España seca. La encina es un árbol: Las jaras son matas leñosas, que en la especie común, sus tallos alcanzan hasta dos metros de altura y son pardo rojizos y están embadurnados de secreción viscosa y pegajosa. Las hojas son brillantes, y las flores blancas, blanquísimas, se abren en primavera. Los frutos, secos y estéricos, se conocen con el nombre de “trompillos”. De la citada secreción resinosa de los tallos, se obtiene el láudano. La jara es excelente combustible. A carretadas traían la jara, arrancada con raíz y todo, para calentar los hornos paniegos, y en hacecillos, llamados “estudiantes”, la venden para los hogares pobres.

La calle de la Jara aún conserva recio sabor sarraceno. Une la ruidosa de Morería con la del Alamillo Alto. Silenciosa, vacía de gente, esta rellena de jalbiego en sus muros blancos, escuetos, cegadores al sol. Aun parece añorar las Alpujarras y  Alarcos.
Ese borriquillo de las aguadoras, ¿irá al alcaná? ¿Será Zulema la moza que cruza con el cantaro, rebosante, al cuadril? Aquel hombre que camina pegado a las tapias ¿irá a colocar arcaduces nuevos en la noria para que corra más agua por la reguera, para que centellee más el sol en ella, para que cuajen más hortalizas y huelan más el pangino y la albahaca del huerto?

Contrastes: Jara es palabra árabe y significa inmundicia, basura, excremento. Puede que por lo pegajoso y sucio del tallo llamaran así a la planta. Puede que, muy en violento contraste con lo antes dicho, la calle fuera, en sus primeros tiempos y por lo recoleta, vertedero de basuras y aguas, del abundante contingente moro frecuentador de la vecina mezquita mayor. Por ello, antaño, muy acomodado y propio le vendría el nombre de la Jara; la suciedad. Como hoy el de la jara, agreste planta de nuestros montes con blanca, bella flor.

Una vista de la calle Alamillo Alto en los años cincuenta del pasado siglo

CALLE DEL ALAMILLO ALTO

En los lugares templados y fríos de nuestro país viven los álamos. Botánicamente se incluyen en el género Poulus –que significa agitar, aludiendo a la gran movilidad del limbo de sus hojas- y distribuido en 16 especies: Álamo blanco, álamo negro, álamo temblón… Son los álamos o chopos, árboles de sombra y de ribera, de fácil arraigo, de rápido crecimiento, originando típicas alamedas en galería a lo largo de los ríos; choperas. A veces bordean los caminos. El álamo negro es frecuente; el blanco vistosísimo por las hojas plateadas y los tallos blanco-grisaceos; el bastardo, semejante a este, tiene, sin embargo, las hojas de diferente forma y es muy característico de la Mancha. Por acá, la gente, con notoria impropiedad, suele llamar álamos a los olmos.

Hermana gemela y paralela de la calle de la Jara, y silenciosa como ella, es la del Alamillo Alto.

El empedrado, roto y picudo, reluce de bien partido. ¡Como que lo pulen las mozas guapas del Alamillo Alto con escobas de algarabía!

“Con escoba chiquita,
 niña no barras,
que se te ven los picos
de las enaguas”.

Yo pase por la calle del Alamillo Alto una noche sin luna y sin luz. Las estrellas cernían sus lentejuelas de plata sobre la calle y no llegaba su brillo al empedrado. Cruzó una sombra con ruido de albarcas; un perro ladró en la rendija de la portada falsa; olía a vino vertido y a plato caliente; sonaba una guitarra. Recordé las calles de El Toboso paseadas con emoción de peregrino cervantino, quijotil, en una serena y oscura madrugada de verano.

La calle del Alamillo Alto me hizo el regalo de algo remoto, olvidado: ¡Un gañan hablaba con su novia por la ventana! Decidme si no es galán ese espectáculo, inopinado, en la era vulgarota del brazo al pescuezo, por la calle, y pareja por banco, y apretadica, en los paseos…

-¡Era mejor platicar con la moza el sábado por la noche, cuando veníamos de remate, tapados con la manta colga a la reja!- me dijo un labriego, con no sé si cuatro duros de edad, que venía a mi vera.

-¡¡Pues lo hemos apañao!!- pensé y no rechiste.

Julián Alonso Rodríguez. Diario Lanza jueves 23 de mayo de 1957, página 3.


martes, 19 de febrero de 2019

LA CALLE JUAN II


La calle Juan II en los años cincuenta del pasado siglo XX

La calle Juan II, es una de las calles céntricas de Ciudad Real, que une la calle Postas con Alarcos. El primitivo nombre de esta calle era de Callejón de Oliveras, nombre que se mantuvo hasta el año 1932. El nombre de Juan II ha sido compartido con la calle Morería, cuando el Ayuntamiento a propuesta del periódico “Hidalgo de la Mancha”, debatió en su sesión municipal del 31 de julio de 1920, rotular con el nombre de Juan II, rey que concedió el titulo de ciudad a la entonces Villa Real en 1420, a la calle General Margallo, actual Morería, nombre que mantuvo hasta 1932.  En sesión municipal celebrada el 28 de noviembre de 1932, el callejón de Oliveras paso a llamarse calle Juan II, nombre que mantiene en la actualidad.

La calle Juan II, es otra de las calles de Ciudad Real que ha sufrido una gran transformación, desde los años cincuenta del pasado siglo, hasta el día de hoy. Las pocas edificaciones que había en la calle eran de dos alturas, solo en la acera de mano izquierda según podemos ver en la imagen publicada, ya que en la acera de mano derecha como podemos ver también en la imagen, había una gran tapia que correspondía al huerto de la familia Ayala.

La calle Juan II en la actualidad

lunes, 18 de febrero de 2019

EL JUEVES 16 DE FEBRERO DE 1956, SE INAUGURÓ EL EDIFICIO DE LA JEFATURA PROVINCIAL DE SANIDAD



El jueves 16 de febrero de 1956, al final de la calle Postas esquina con Bernardo Balbuena, era bendecido el nuevo edificio de la entonces Jefatura Provincial de Sanidad, por el Obispo-Prior, D. Juan Hervás y Benet. Al acto asistieron las principales autoridades provinciales y locales, a las que se sumo procedente de Madrid, el Subsecretario de la Gobernación, que fue quien inauguró el edificio.

El edificio destaca por la monumentalidad del pórtico, atenuado por la austeridad de la composición, con un muro plano, regularmente taladrado por huecos y dispuesto con un chapado en el zócalo a modo de basamento, y una cualificación del plano noble con la disposición de una escalinata de acceso en el eje del chaflán.

Hasta finales del año 2015 tuvo abiertas sus puertas este edificio, año que se cerró para solventar los graves problemas estructurales que tenia, que aún no se han arreglado y mantienen cerrado este edificio con aires de gran monumentalidad.

domingo, 17 de febrero de 2019

BAR “LA POSTA”



En la tarde de ayer y en la mayor intimidad se procedió a la bendición del nuevo establecimiento Bar “La Posta”, que ha sido instalado en un moderno edificio de la calle Postas, 20. Oficio en la bendición el coadjutor de Santa María del Prado reverendo don Antonio Vera y asistieron los representantes de los medios informativos de la capital, que felicitaron cordialmente al propietario del nuevo Bar “La Posta”, don Julián Pozuelo por el acierto que ha presidido la instalación.

Posteriormente el Bar “La Posta” quedó abierto para el público en general, permaneciendo muy concurrido durante el resto de la jornada. Deseamos al señor Pozuelo, la mayor prosperidad en su nuevo negocio de hostelería en el que se halla muy acreditado profesionalmente.

Fuente: Diario “Lanza”, miércoles 10 de febrero de 1971.


sábado, 16 de febrero de 2019

EL AYER Y HOY DEL TERCER TRAMO DE LA CALLE POSTAS



Ciudad Real ha cambiado mucho a partir de la segunda mitad del siglo XX, ya lo he dicho muchas veces, la piqueta acabo con nuestra historia y edificios emblemáticos, ante la desidia de los políticos locales. Como referente de ese gran cambio que ha sufrido nuestra ciudad, son las imágenes que traigo hoy al blog.

La primera fotografía que público, nos muestra el tercer tramo de la calle Postas, es decir, el que va desde la calle Morería hasta la calle Alarcos, en los años cincuenta del pasado siglo, donde en primer término podemos ver las tapias del huerto de D. Demetrio Ayala a mano izquierda, y el molino del marqués de casa Treviño a mano derecha. La segunda fotografía, nos muestra el estado actual de la mencionada calle, donde se puede observar el gran cambio que ha sufrido la misma.


viernes, 15 de febrero de 2019

TERRIZA. MÁS DE 100 AÑOS ENTRE SARTENES Y PUCHEROS


Julián padre, Julián hijo, Manuel y un operario en el parque Gasset de Ciudad Real, al final de los años 50

Manuel y Julián Terriza Barrajón se llevan 9 años. Con hondas raíces familiares en Almagro – donde su padre tenía el oficio de “calderero” y un taller en el que elaboraba, y reparaba, utensilios de hierro y cinc, como sartenes de patas, ollas, calderas de cobre, barreños, cubos, cangilones para las norias…-, desde su tierna infancia empezaron a colaborar tanto en la fabricación como en la venta de dichos utensilios para el hogar. Hoy, más de 70 años después, siguen estando al pie del cañón de dos de las tiendas más importantes de Ciudad Real, Terriza Menaje y Terriza Regalos, aunque sí es verdad que ya son sus hijos quienes llevan la gestión de ambas.

Pero para entender bien el origen de esta empresa tenemos que remontarnos, al menos en cuanto a los nombres, al abuelo de ambos, Julián, que empezó el negocio a finales del siglo XIX. El nombre se repite, puesto que el padre de ambos también se llamaba Julián, el cual coge el negocio a principio de los años 20 y sigue fabricando los mismos utensilios, pues estos, en contra de lo ocurrido en los últimos años, no variaban durante decenios. Además todo era artesanal y para ello el taller contaba con una fragua (un fuelle para mantener encendido el carbón), una cizalla manual, una brocadora manual, un yunque y las herramientas de mano como martillos, limas, tijeras para cortar hojalata, sierras, etc. Pero todo muy básico y elemental. Tanto Manuel como Julián recuerdan muy bien aquel taller en el que, con ocho años, trabajaban jornadas completas, yendo por la noche a recibir clases en una escuela de pago al no poder asistir regularmente al colegio. Uno de los trabajos de Manuel consistía, cuando sólo tenía ocho años, en tirar de la cadena del fuelle para mantener activo el fuego, labor que tenía que realizar subido en un cajón dada su poca estatura.

El sistema de trabajo consistía en general, y dependiendo también de las épocas, en dedicar las mañanas a la venta y parte de la tarde a elaborar las piezas que se vendería al día siguiente. Teniendo en cuenta que los clientes se encontraban en los pueblos de toda la provincia, principalmente en los más cercanos, y que el género había que llevarlo allí, el sistema de transporte y el tiempo invertido eran factores muy a tener en cuenta. Lógicamente en el siglo XIX y la primera parte del XX el sistema de transporte era de tracción animal, borricos o mulas, a los que se añadía según el volumen de carga, un carro. Posteriormente se sumó la bicicleta, con la que se ganaba en rapidez, aunque no en volumen de carga, para decidirse, cuando se pudo, por un camión.

Foto de la familia al completo a mediados de los años 40. De izquierdaa derecha María (la hermana mayor) Julián Padre con Julián hijo en brazos, Virginia (la madre) y Manuel

Este paso se dio a principio de los años 50 adquiriendo una furgoneta Chevrolet modelo 1929 que, por entonces daba más problemas que soluciones y que Julián hijo que entonces tenía unos 14 años, conducía con toda solvencia y profesionalidad.

Dependiendo de la importancia de los pueblos se mantenían visitas periódicas o no. Así, en localidades como Daimiel, se acudía todas las semanas en un día fijo, en este caso los martes. También se mantenía en estas poblaciones un pequeño almacén para no tener que transportar la mercancía. Además los días 15 de cada mes se iba a Malagón y los 9 a Villarrrubia. Esto los vecinos, mejor las vecinas, lo sabían y estaban preparadas para la llegada del “calderero”. En el caso de Ciudad Real era distinto, ya que se hacán dos visitas a la semana, lunes y sábados, situándose el puesto junto al mercado municipal, casi enfrente de donde ahora están las dos tiendas.

Puede pensarse que al ser un producto de elaboración artesana y fabricado con materiales muy duraderos, las ventas serían escasas, al tardarse mucho en romper. Pero no era así. Las ventas se mantenían y la empresa funcionaba relativamente bien a base de echar muchas horas de trabajo.

Pero los tiempos cambian, la sociedad de los años 60 evoluciona, llega el “desarrollismo” y esta empresa no sólo no desaparece sino que, adaptándose a los tiempos, da un gran salto tanto en la gran oferta de productos como en la mecanización de su transporte. Así compran su camión nuevo AVIA, un modelo que entonces se estaba introduciendo en dura competencia con los Pegaso, Ebro y Barreiros, y que resultó una gran adquisición, tanto por la rapidez de los desplazamientos como por el volumen de mercancía que podía transportar y la seguridad que daba en la carretera.

Pero evidentemente lo que cambió fue la introducción de los nuevos productos, como las nuevas ollas Express (auténtica revolución para las amas de casa junto con la Mini-Pimer), las vajillas, cristalerías, cuberterías y cualquier elemento propio de menaje de porcelana, cristal, plástico, madera, metal, etc.

A la izquierda la vieja camioneta Chevrolet modelo 1929. Al lado, el AVI, un camión que resultó revolucionario

A finales de los años 60 Julián padre, por enfermedad, va dejando el negocio en manos de sus dos hijos, los cuales decidieron instalarse definitivamente en la capital abriendo la primera tienda Terriza. Estamos en el año 1974 y el negocio da un vuelco total. Se olvida la fabricación de utensilios de hierro, se olvidan los viajes y se empieza a trabajar con todo tipo de productos de menaje para el hogar y para hostelería surtiéndose de las primeras marcas nacionales.

En aquellos momentos compraban camiones enteros de porcelana, ya que este producto se vendía muchísimo en aquellos años. Y así, con pocos altibajos, llegan a la actualidad con dos tiendas en las que se encuentra cualquier producto, todos ellos de fabricación nacional, algunos de ellos todavía de hierro, sobre todo paelleras.

Finalmente debemos destacar la excelente relación que ambos hermanos han mantenido a lo largo de toda su vida, trabajando codo con codo sin problemas dignos de mención, lo que al final se ha traducido en la puesta en marcha de una importante empresa con dos tiendas que, al final, y siempre de común acuerdo, han decidido separar.

Ambas están ya en manos de los respectivos herederos de Manuel y de Julián, lo que significa que, aunque se mantiene una estrecha colaboración entre ambas, es seguro que sigan caminos diferentes.

Pero pase lo que pase, en Ciudad Real quedará siempre un nombre que durante muchos años los ciudadrealeños identificarán siempre con al menaje de cocina: Terriza.



jueves, 14 de febrero de 2019

EL VIEJO CASERÓN DE LA ESQUINA DE POSTAS CON JUAN II



En la esquina de la calle Postas con Juan II, existió hasta los años noventa del pasado siglo XX, un viejo caserón propiedad de la familia Yubero, en cuyos bajos se encontraba la Droguería Calatrava, con perfumería, artículos de limpieza y plástico, de la que era propietario Orencio Matas Moraga, que tenía un almacén al por mayor en la calle de las Cañas. En la misma esquina estaba la churrería de Vicente Valenciano, que contaba con gran clientela por las mañanas a la hora de la apertura del Mercado de Abastos.


miércoles, 13 de febrero de 2019

NOVEDADES POSTAS



Frente a la puerta principal del mercado de abastos, en el número 15 de la calle Postas, reabría sus puertas en 1968 el negocio “Novedades Postas”, que anteriormente recibió el nombre de “Mercería Postas”, dedicado a la venta de géneros de punto, confecciones y de lanas Esmeralda y Pinouin.