viernes, 15 de febrero de 2019

TERRIZA. MÁS DE 100 AÑOS ENTRE SARTENES Y PUCHEROS


Julián padre, Julián hijo, Manuel y un operario en el parque Gasset de Ciudad Real, al final de los años 50

Manuel y Julián Terriza Barrajón se llevan 9 años. Con hondas raíces familiares en Almagro – donde su padre tenía el oficio de “calderero” y un taller en el que elaboraba, y reparaba, utensilios de hierro y cinc, como sartenes de patas, ollas, calderas de cobre, barreños, cubos, cangilones para las norias…-, desde su tierna infancia empezaron a colaborar tanto en la fabricación como en la venta de dichos utensilios para el hogar. Hoy, más de 70 años después, siguen estando al pie del cañón de dos de las tiendas más importantes de Ciudad Real, Terriza Menaje y Terriza Regalos, aunque sí es verdad que ya son sus hijos quienes llevan la gestión de ambas.

Pero para entender bien el origen de esta empresa tenemos que remontarnos, al menos en cuanto a los nombres, al abuelo de ambos, Julián, que empezó el negocio a finales del siglo XIX. El nombre se repite, puesto que el padre de ambos también se llamaba Julián, el cual coge el negocio a principio de los años 20 y sigue fabricando los mismos utensilios, pues estos, en contra de lo ocurrido en los últimos años, no variaban durante decenios. Además todo era artesanal y para ello el taller contaba con una fragua (un fuelle para mantener encendido el carbón), una cizalla manual, una brocadora manual, un yunque y las herramientas de mano como martillos, limas, tijeras para cortar hojalata, sierras, etc. Pero todo muy básico y elemental. Tanto Manuel como Julián recuerdan muy bien aquel taller en el que, con ocho años, trabajaban jornadas completas, yendo por la noche a recibir clases en una escuela de pago al no poder asistir regularmente al colegio. Uno de los trabajos de Manuel consistía, cuando sólo tenía ocho años, en tirar de la cadena del fuelle para mantener activo el fuego, labor que tenía que realizar subido en un cajón dada su poca estatura.

El sistema de trabajo consistía en general, y dependiendo también de las épocas, en dedicar las mañanas a la venta y parte de la tarde a elaborar las piezas que se vendería al día siguiente. Teniendo en cuenta que los clientes se encontraban en los pueblos de toda la provincia, principalmente en los más cercanos, y que el género había que llevarlo allí, el sistema de transporte y el tiempo invertido eran factores muy a tener en cuenta. Lógicamente en el siglo XIX y la primera parte del XX el sistema de transporte era de tracción animal, borricos o mulas, a los que se añadía según el volumen de carga, un carro. Posteriormente se sumó la bicicleta, con la que se ganaba en rapidez, aunque no en volumen de carga, para decidirse, cuando se pudo, por un camión.

Foto de la familia al completo a mediados de los años 40. De izquierdaa derecha María (la hermana mayor) Julián Padre con Julián hijo en brazos, Virginia (la madre) y Manuel

Este paso se dio a principio de los años 50 adquiriendo una furgoneta Chevrolet modelo 1929 que, por entonces daba más problemas que soluciones y que Julián hijo que entonces tenía unos 14 años, conducía con toda solvencia y profesionalidad.

Dependiendo de la importancia de los pueblos se mantenían visitas periódicas o no. Así, en localidades como Daimiel, se acudía todas las semanas en un día fijo, en este caso los martes. También se mantenía en estas poblaciones un pequeño almacén para no tener que transportar la mercancía. Además los días 15 de cada mes se iba a Malagón y los 9 a Villarrrubia. Esto los vecinos, mejor las vecinas, lo sabían y estaban preparadas para la llegada del “calderero”. En el caso de Ciudad Real era distinto, ya que se hacán dos visitas a la semana, lunes y sábados, situándose el puesto junto al mercado municipal, casi enfrente de donde ahora están las dos tiendas.

Puede pensarse que al ser un producto de elaboración artesana y fabricado con materiales muy duraderos, las ventas serían escasas, al tardarse mucho en romper. Pero no era así. Las ventas se mantenían y la empresa funcionaba relativamente bien a base de echar muchas horas de trabajo.

Pero los tiempos cambian, la sociedad de los años 60 evoluciona, llega el “desarrollismo” y esta empresa no sólo no desaparece sino que, adaptándose a los tiempos, da un gran salto tanto en la gran oferta de productos como en la mecanización de su transporte. Así compran su camión nuevo AVIA, un modelo que entonces se estaba introduciendo en dura competencia con los Pegaso, Ebro y Barreiros, y que resultó una gran adquisición, tanto por la rapidez de los desplazamientos como por el volumen de mercancía que podía transportar y la seguridad que daba en la carretera.

Pero evidentemente lo que cambió fue la introducción de los nuevos productos, como las nuevas ollas Express (auténtica revolución para las amas de casa junto con la Mini-Pimer), las vajillas, cristalerías, cuberterías y cualquier elemento propio de menaje de porcelana, cristal, plástico, madera, metal, etc.

A la izquierda la vieja camioneta Chevrolet modelo 1929. Al lado, el AVI, un camión que resultó revolucionario

A finales de los años 60 Julián padre, por enfermedad, va dejando el negocio en manos de sus dos hijos, los cuales decidieron instalarse definitivamente en la capital abriendo la primera tienda Terriza. Estamos en el año 1974 y el negocio da un vuelco total. Se olvida la fabricación de utensilios de hierro, se olvidan los viajes y se empieza a trabajar con todo tipo de productos de menaje para el hogar y para hostelería surtiéndose de las primeras marcas nacionales.

En aquellos momentos compraban camiones enteros de porcelana, ya que este producto se vendía muchísimo en aquellos años. Y así, con pocos altibajos, llegan a la actualidad con dos tiendas en las que se encuentra cualquier producto, todos ellos de fabricación nacional, algunos de ellos todavía de hierro, sobre todo paelleras.

Finalmente debemos destacar la excelente relación que ambos hermanos han mantenido a lo largo de toda su vida, trabajando codo con codo sin problemas dignos de mención, lo que al final se ha traducido en la puesta en marcha de una importante empresa con dos tiendas que, al final, y siempre de común acuerdo, han decidido separar.

Ambas están ya en manos de los respectivos herederos de Manuel y de Julián, lo que significa que, aunque se mantiene una estrecha colaboración entre ambas, es seguro que sigan caminos diferentes.

Pero pase lo que pase, en Ciudad Real quedará siempre un nombre que durante muchos años los ciudadrealeños identificarán siempre con al menaje de cocina: Terriza.



1 comentario:

  1. Gracias Emilio por este reportaje q me ha hecho emocionarme...soy hija de Julián y seguiré todo lo q pueda con la empresa fundada por mis bisabuelos...no es fácil con tanta competencia q hay hoy pero nuestros más que consagrados clientes y el buen precio-calidad que tenemos nos permite tirar para hacia delante...gracias de corazón.

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