lunes, 16 de septiembre de 2019

GUADALUPE DE LOS MIL PERRITOS



Lleva 37 años vendiendo el bocadillo salchichero, adosada al bar Trini desde los tiempos dorados del cine Castillo en la Avenida del Rey Santo

Hay que reconocerle a Guadalupe Fernández, natural de Villarta de los Montes (Badajoz) una extraña cualidad de elegancia natural y madre coraje al frente de los perritos calientes de Ciudad Real desde hace 37 años. Cinco hijos parió... como dice la canción, todos ellos de buena carrera –una hija médico, otro juez, otro ingeniero, “que está por todo el mundo, sabe usted”- a fuerza de trabajo. Es viuda de un sastre desde hace 14 años.

“Era el mejor sastre de Ciudad Real, pero ya no podía con las piernas y se tuvo que quitar de la sastrería, se vino aquí y se puso porque se vendía bastante. No dábamos abasto, pero ahora...”

Nació en 1934 y cuando tenía quince años su padre se vino de molinero a La Mancha a la finca de La Toledana, donde el actual monarca se iba a jugar con su primo Carlos.

Primero se instaló en Macarfe, luego en el pasaje Gutiérrez Ortega y luego en la avenida del Rey Santo, pegada al bar Trini. En total tres décadas, un lustro y un bienio despachando perritos calientes y palomitas. “Le voy a decir la verdad, que la verdad aunque duele no rasca. Cuando estaba el cine aquí (se refiere al cine Castillo) era cuando hacíamos para nuestros gastos y un poco más, pero ahora raro es el día que...

Ha sacado adelante a cinco hijos, cuatro de ellos con carrera

Guadalupe se pone todos los días a partir de las 4,30 de la tarde en su pequeño kiosko, excepto los meses de julio y agosto, por el calor. No paga nada al ayuntamiento porque la licencia se la dieron a su marido tras las dolencias de las piernas y sus relaciones con el bar Trini, a la que se adosa como un cangrejo ermitaño, son excelentes. Nunca ha tenido problemas y en junio le guardan el material en la nevera

Vive cerca de la Comandancia de la Guardia Civil. Para ir al kiosko de perritos coge el autobús y al regresar a casa, sobre las 10 de la noche, toma un taxi.

Tres euros 4 salchichas

Los jóvenes son los clientes principales, “aunque ahora como están las cosas”. Las salchichas son exquisitas y el tomate de una reconocida marca. No recuerda cuánto costaba un perrito hace 30 años, “cuando estaban los duros”. ¿Diez pesetas, veinte...?”

 

Lo que sí tiene meridianamente claro es el precio del perrito caliente en el lugar de venta de perritos calientes más emblemático de la ciudad: tres euros. “Pero con cuatro salchichas, ¿eh?, y su tomate, que mira, es bueno...” Guadalupe hace un repaso con el orden que le van dictando sus recuerdos, pero reitera una y otra vez que los tiempos dorados del kiosko de perritos duraron lo que duró el cine Castillo en la avenida del Rey Santo. “Santiago y su esposa me decían Guadalupe, véngase (a la actual ubicación de los Cines Las Vías). Ya había muerto mi marido, pero yo ya no estaba para irme tan lejos, se hace de noche y...”

Guadalupe parece una señora de postín. Cuando enviudó no le quedó pensión. No cotizó lo suficiente y sólo obtuvo la pensión no contributiva. Lloró amargamente, pero sus hijos la consolaron.

“Ahora hay veces que no haces ni para los gastos de la luz, el taxi... Esto está muy mal. A ver si pudiera traspasarlo, no sé, me tendré que enterar... A mí me costó un montón hacer esto, es de aluminio, pero no me acuerdo... Ayer me trajeron unas latas de salchichas con una subida, madre mía qué subida, grandísima, grandísima, pero bueno, hijo mío, le digo. Pero yo no subo los perritos. Tres euros con cuatro salchichas”.

- Eso es una merienda potente...

- ¡¡Y tan merienda!!

Guadalupe habla del bar Trini, a cuyos dueños y camareros considera como una familia. “Nunca en la vida hemos tenido ningún problema. El dueño del bar me dijo que hiciera esto gustosamente”.

Dentro del kioskillo hace calor. Guadalupe abre un cajón y saca un abanico y dice que muchas veces cuando está limpiando los artilugios “para dejarlo como una patena”, te viene la gente a por tres o cuatro perritos. “¿Y qué haces, hijo?” Para vender doce o trece perritos se tiene que esperar hasta las 10,30.

Pero es hablar de los hijos y a Guadalupe se le acrecienta el semblante de señorona. “Tengo cinco hijos y todos tienen buenas carreras”.

- ¿A base de perritos?

- Hombreeeee. Ya que a nosotros no nos han podido dar nada, nosotros nos vamos a sacrificar para ver si con los conocimientos de ellos y el de los profesores pueden llegar a ser unas grandes personas.

Efectivamente, aunque se lo tuvieran que quitar de la boca. Tiene tres hijas y dos hijos. Una hija es médico, otro hijo es ingeniero superior, otra se fue a Barcelona y trabaja en una empresa privada y otro hijo se vino a Ciudad Real y era el juez más joven de España.. Ella es la madre coraje de los perritos calientes.

Manuel Valero. Diario “Lanza”, domingo 9 de septiembre de 2012


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