sábado, 20 de marzo de 2021

CRÓNICAS DE CIUDAD REAL: FIESTAS PASIONARIAS

 

Grupos alegóricos, formados por niños, y que representaban personajes bíblicos o escenas de la vida de Jesús



Se inicia la Semana Santa, semana de meditación, de recogimiento, de expiación. En estos días de devoción y misticismo se trata de reproducir plásticamente los momentos dolorosos del  Maestro, cuya santidad y heroísmo máximos le llevaron al sacrificio de amor que había de asombrar al Mundo.

Como santo nos dejaba infinitas virtudes que imitar; como héroe, estela infinita de hechos admirables; como artista, bellezas sin cuento que contemplar, y, como Maestro, doctrinas filosóficas superiores a las de todos los sabios que han existido. Por eso resultan muy varios los motivos que pueden enfocar los artistas, que en todas las épocas de la Historia rivalizaron en inspiración y maestría para reproducir los momentos trágicos por que atravesó el conquistador de multitudes que, todo ideal, nunca pensó en sí mismo.

Por eso el ánimo, aun de los más indiferentes, se sobrecoge al presenciar el desfile de los pasos, recordatorios de las angustias del Calvario.

En Ciudad Real no hay grandes bellezas escultóricas que admirar en su Semana Santa, si se compara con Sevilla y con Murcia; pero hay lo típico de esta Semana: unción, respeto.

Es muy frecuente ver emocionados al paso del Padre Jesús a los que blasonan de indiferentes, y entre la muchedumbre compacta que se apretuja por ver una vez más el paso de las Cofradías, surge vibrante, tierna y temblorosa, la voz de un mozo que entona la saeta clásica.


La destruida imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno el Domingo de Pasión de los años veinte del pasado siglo



También aquí, como en Sevilla, hay sitios determinados donde pueden escucharse las mejores y más armoniosas saetas, y en la plaza de Agustín Salido, calle de la Mata, y entre los reclusos de la Prisión Provincial –al paso de las imágenes ante este vetusto edificio-, no faltan hombres y mujeres que tienen un repertorio adaptado a cada paso y Cofradía de las que por tales lugares desfilan.

Algo ciertamente interesante en la Semana Santa de Ciudad Real son los grupos alegóricos, formados por niños, y que representan personajes bíblicos o escenas de la vida de Jesús. Van ataviados con gran primor y dan una bellísima nota de color y de vida.

Dignas de mención son la imagen del Cristo de la Piedad, que se venera en la Catedral y que es una hermosa talla, de las que los críticos llaman anatómicas; la Dolorosa, de la misma iglesia, que luce manto de gran valor, y, sobre todas el Jesús de la parroquial de San Pedro, que según algunos es de Montañes, y según otros, de alguno de sus más aventajados discípulos. Esta imagen sale procesionalmente de noche, entrando casi de madrugada en su iglesia.

En las otras procesiones de estos días hay lo que en la mayor parte de ellas: desfiles vistosos, Cofradías desorganizadas, profusión de bengalas y una pléyade de mujeres bonitas ataviadas con sus mejores galas, y muchas con la clásica mantilla española, que aprisiona rojos claveles.


El casino la mañana del Viernes Santo



Como apoteosis -¡valga la frase!- de esta fiesta pasionaria figura la misa que se llama de los “armaos”, durante la cual dan guardia de honor los “legionarios romanos” hasta el momento en que, al pronunciar el sacerdote resurrexit, caen desplomados, simulando el pavor que se apoderó de los espíritus mezquinos y cobardes.

Resuenan en el espacio, con acentos alegres y armónicos, las campanadas de la Gloria. Renace la vida; brotan canciones y risas, contenidas en los días de luto, y en la Naturaleza y en los hombres se advierte esa plenitud de energías y de entusiasmos que da la primavera, y que coincide con el renacimiento de los seres en todas las religiones paganas.

Diego Pizarroso Navarro. Ciudad Real, Abril 1930

La Libertad: - Año XII Número 3143 - 1930 abril 15 (15/04/1930)



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