lunes, 7 de junio de 2021

EL CRIMEN DE LA CALLE TOLEDO

 



Ciudad Real fagocita su pasado con mandíbulas de pala excavadora. La demolición, el pasado día 20, del inmueble ubicado en el número 8 de la calle Toledo ha borrado del mapa afectivo de los ciudarrealeños una casa emblemática para la historia de la capital. Según ha explicado José González Ortiz, responsable del museo municipal Elisa Cendrero, el edifico derribado fue sede del antiguo Banco de España entre finales del siglo XIX y principios del XX, y fue también en su interior donde estuvieron ubicados los antiguos juzgados. El devenir de los años y el turbulento siglo XX convirtieron a este local en imprenta, en farmacia (la farmacia Romero) y en peluquería, la famosa barbería conocida como la "del caballito" por su vetusto caballo de madera en el que los niños se sentaban, inquietos, mientras la tijera mordisqueaba sus rizos. En la actualidad, el viejo caballito de madera puede contemplarse en el museo municipal Elisa Cendrero.

La Calle Toledo ha sido escenario, en apenas cien metros, de buena parte de la vida social y cultural ciudarrealeña; también de algunos de los episodios más trágicos y oscuros de su historia cotidiana. Tal y como ha recordado José González Ortiz, son numerosos los inmuebles que el paso del tiempo se ha llevado consigo. Precisamente en un solar ubicado en la acera de enfrente a la de la casa ahora demolida se encontraron en 1998 ochocientas monedas de plata y oro del siglo XIX, así como un sable, oculto en el fondo de un pozo, que evocaba turbulentos recuerdos de guerras carlistas. La casa antiguamente ubicada aquí albergaba el negocio particular de un comerciante y prestamista que guardó aquellas monedas que acabarían acariciadas por los ávidos dedos del polvo y los escombros. Fue también en esta vivienda donde se produjo uno de los crímenes que tanto daban que hablar entre la sociedad de la época.




El suceso empezó con una historia de amor. Quiso el destino que un hijo del propietario del negocio se enamorara de la sirvienta que su padre contratara para el servicio de la casa. Los primeros escarceos se convirtieron en tórridas escenas a la luz de las velas y a los pocos meses la muchacha dio a luz un hijo. Pero los convencionalismos sociales impedían que el nacimiento se hiciera público: la pareja acabó con la vida del bebé y ocultó su cuerpo en el cielo raso de la casa. Meses después, el olor de la muerte desveló el horrible secreto de aquella pasión.

En esos mismos cien metros de la calle Toledo se encuentra la casa de Elisa Cendrero, la cual, construida en 1917, fue colectivizada en aquel pueblo de retaguardia que era la Ciudad Real de la Guerra Civil, y convertida en cuartel de reclutamiento para jóvenes libertarios de grado o por fuerza. En la actualidad, este edificio alberga el museo Elisa Cendrero.

Justo al lado del museo se halla la casa de María Teresa Medrano y Enrique de Luna y Bayllo, y unos metros más allá, el edificio de la Diputación Provincial de Ciudad Real (construido en 1898), bello ejemplo de la arquitectura finisecular. Precisamente enfrente de este palacio se erigía el Teatro Cervantes, adquirido por el Estado para edificar, en 1926, la Casa de Correos y Telégrafos. El proyecto fue dirigido por el arquitecto ciudarrealeño Telmo Sánchez, bajo cuya supervisión se encontraban Joaquín Otamendi y Luis Lozano. Su obra sería destruida para levantar el bloque que sirve actualmente de ampliación a la Diputación, obra del arquitecto José Ribero.

Santos G. Monroy. Diario “Lanza”, miércoles 22 de noviembre de 2000



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