domingo, 8 de agosto de 2021

CELEBRACIÓN DE LA FIESTA Y RECONOCIMIENTO DE LA DEVOCIÓN DE LA VIRGEN POR PARTE DE LA IGLESIA (V)

 

Lienzo del siglo XVIII de la Virgen del Prado que se conserva en la iglesia parroquial de Almodóvar del Campo



Desde los primeros tiempos de la fundación de la Cofradía de la Esclavitud de Nuestra Señora Santa María del Prado, la fiesta que se venía celebrando en la Parroquia en honor, de la Virgen bajo el misterio de la Asunción adquiere un relieve extraordinario.

La Vigilia de la Fiesta, el 14 de agosto, se celebraban solemnes vísperas con la asistencia de los Esclavos que, previamente -se habían reunido en casa del Prioste bajo pena de pagar una libra de cera, en caso de no concurrir a la cita. Lo mismo sucedía el día 15 para concurrir a la Misa y procesión con la Imagen de la Virgen.

No podían faltar las danzas para la procesión: y los juegos y fiestas que, como era costumbre, se celebraban en el Prado en torno a la Iglesia parroquial como se hace notar en la ordenanza tercera de la Esclavitud.

La carroza de la Virgen había de ser llevada, en la procesión, por los Esclavos quienes bajaban la Imagen del Camarín las vísperas del día 14, poniéndola en medio de la Iglesia con seis hachas de cera que servían para el Oficio de Maitines que se rezaba al terminar el día.

Todos los esclavos concurrían a la procesión con velas encendidas y en silencio, acompañando también las imágenes de San Nicolás, San Bernardino y San Sebastián. En la carroza de la Virgen se instalaban treinta hachas de cera ardiendo, durante toda la procesión.

 

Indulgencias del Papa Pio Nono que se encuentran transcritas en el libro de actas de la Ilustre Hermandad



No faltaban entre los festejos populares en torno a la Fiesta de la Virgen, las corridas de toros, en las cuales, algún que otro año, no faltaron ciertas cogidas de las que salían ilesos los «maestros» que no debían ser muy «diestros», por intercesión de la Virgen.

Todas estas fiestas se organizaban un mes antes de la Fiesta en el Cabildo General, presidido por el Prioste, «para dar orden a la dicha fiesta como mejor se haga a honra de Dios, nuestro Señor, y de su gloriosísima madre y si alguno (cofrade) estuviere enemistado con otro, hacer las paces», según la ordenanza 23 dispone.

Finalmente, en el domingo infraoctava de la Fiesta, se elegían el Prioste y oficiales para el siguiente año, no sin antes celebrar una Misa del Espíritu Santo para acertar en la elección.

La Iglesia siempre fue pródiga en reconocer esa devoción a la Virgen del Prado. Ya Clemente VIII el 8 de agosto de 1595 ascribe a la Hermandad de San Bernardo la Cofradía de Nuestra Señora del Prado -de la cera- recopilando las indulgencias que ya habían concedido anteriormente Sixto V y Gregorio XIV. Con esta adscripción la Cofradía se ve enriquecida con innumerables indulgencias en favor de los cofrades.

Pero fue Urbano VIII el 10 de junio de 1633, recién creada la esclavitud de Nuestra Señora del Prado, quien le otorga numerosas Indulgencias a los nuevos esclavos, ratificando lo anteriormente establecido por Clemente VIII, especialmente en la vinculación de la Esclavitud con la Archicofradía de San Bernardo, en Roma.

 

Libro de actas de la Ilustre Hermandad



Posteriormente Inocencio X mediante Bula extendida el 18 de enero de 1645 concede Indulgencia Plenaria a los Cofrades de Nuestra Señora del Prado, -en el día de la muerte del Cofrade en las fiestas de la octava de la Virgen y en los días de la Purificación, Anunciación, Todos los Santos.

Clemente X el 21 de enero de 1676 amplía las gracias del Jubileo celebrado en Roma, el año anterior según decreta el Cardenal Pascual de Aragón arzobispo de Toledo con fecha 12 de marzo del mismo año.

La Cofradía se acoge con devoción e interés a los favores de este Año Santo Universal haciendo, comunitariamente, las visitas a las iglesias designadas para ganar el Jubileo en los domingos 22 de marzo, el día 25, fiesta de la Anunciación, y el domingo siguiente 29 de marzo repitiendo la visita los domingos 2º y 3º de Pascua de Resurrección y el domingo siguiente, después de haber confesado y comulgado en la Parroquia de Nuestra Señora del Prado en la misa cantada que por el Santo Jubileo se aplica.

Otros dignatarios eclesiásticos: cardenales, como Portocarrero, arzobispo de Toledo; nuncios apostólicos, como el Cardenal Silvio Gonzaga; obispos, como Luis Morales y otros enriquecen la devoción a María bajo el título del Prado concediendo generosamente, o a instancias del cura párroco o del prioste de turno, diversas y distintas indulgencias.

Así, junto con los mismos favores que la Milagrosa Imagen deparaba a todos los que a ella acudían en sus necesidades iba creciendo constantemente, a lo largo de los tiempos y de los espacios, la devoción a tan querida y estimada mujer, declarada por el Vaticano II, madre de la Iglesia; es decir, dé los pastores y de los fieles.


Ubaldo Labrador, Párroco de santa María del Prado. Diario Lanza 19 de mayo de 1988


Medallas de las dos hermandades actuales de la Virgen del Prado, la Ilustre Hermandad y la Corte de Honor


1 comentario:

  1. Interesante divulgación, Emilio. Poner al alcance de todos documentos así para el conocimiento general, es una buena labor.

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