miércoles, 2 de febrero de 2022

LA INQUISICIÓN EN CIUDAD REAL

 



En mi folleto Ciudad-Real Artística, publicado en 1893, tratar del bellísimo arco mudéjar de la casa número 4 de la calle del Lirio, decía lo siguiente:

“.... algún escritor ha afirmado que aquello es resto del edificio donde, en el siglo XV, estuvo el tribunal de la Inquisición. Esto es una hipótesis destituida por completo de fundamento en sana crítica. En primer lugar, la Inquisición no duró en Ciudad Real más que de 1483 á 1485, en que se trasladó á Toledo, y, desde entonces á ahora, cuando no ha quedado documento escrito que diga el lugar que ocupó, es infundada toda suposición que lleve por único razonamiento la tradición oral. Y en segundo lugar, porque todo el edificio, excepto la portada, es del siglo presente, y las rejas, que se han supuesto inquisitoriales, son tan modernas que acaso viva el herrero que las forjara”.

Diez y siete años después de escrito lo que antecede me ratifico en ello y repito que, no habiendo estado más de dos años escasos en Ciudad-Real la Inquisición, tendría un edificio provisional para cárcel, y el tribunal se constituiría probablemente en el convento de los dominicos, y aunque hubiese tenido edificio propio, después de 425 años cualquiera es capaz de adivinar donde estuviesen las cárceles. Ahora veamos lo que se sabe de este tribunal.

Mi compañero el cronista de esta provincia y amigo mío Sr. Blázquez no habló nada de ello en su Historia de Ciudad-Real, y mi también excelente amigo D. Inocente Hervás, en su Diccionario histórico-geográfico de ¿a provincia de Ciudad-Real, se limita á decir lo siguiente:

“En el año 1483 se instalaba también en esta ciudad la Inquisición, cuyos primeros jueces fueron el licenciado Pedro Díaz de la Costana, canónigo de Burgos, y D. Francisco Sánchez de la Fuente, provisor del obispado de Zamora, con la necesaria dependencia de secretarios, notarios, fiscal, comisarios, alguacil mayor y ministros subalternos. Estuvo aquí dos años el santo oficio y formó algunos procesos, resultando la reconciliación é indulto de ciento ochenta y tres apóstatas. El auto más solemne fué celebrado en la plaza principal en 16 de marzo de 1485, y tan escaso era el número de causas, que se creyó más necesario el trasladarla á Toledo, lo que se efectuó en mayo del referido año.”

En una nota dice el Sr. Hervás que toma estos datos de la Historia verdadera de la Inquisición, por D. Francisco Javier Rodrigo, T. 2.", pág. 270. Ahora bien, consultando los Anales de ¿a Inquisición en España, de D. Juan Antonio Llórente, nos hallamos, á la pág. 71 del tomo I, que Fr. Tomás de Torquemada en 1483, ejerciendo su comisión de Inquisidor mayor y general de Castilla, creó cuatro tribunales subalternos, reservándose la dirección de los mismos, y éstos fueron en Sevilla, Córdoba, Jaén y Ciudad-Real, siendo los primeros inquisidores del último el doctor Francisco Sánchez de la Fuente, racionero de Sevilla, y el licenciado Pedro Díaz de la Costana, canónigo de Burgos, que después fué deán de Toledo, donde murió, sin que sepamos nada más de él.

 



De Sánchez de la Fuente podemos decir que fué natural de un pueblo del arzobispado de Sevilla, colegial del de San Bartolomé, de Salamanca, donde estudió cánones y se graduó de licenciado. Era provisor de Zamora y canónigo cuando le nombraron inquisidor de Ciudad-Real, además de poseer una ración en la catedral de Sevilla por permuta con un canónigo de Salamanca. Fué después deán de Toledo, por fallecimiento de su compañero de Inquisición, y en 1492 fué nombrado deán de Granada al restablecerse aquella catedral, y apenas constituido el cabildo, fué nombrado obispo de Ávila. En 1493 fué de embajador extraordinario á Francia para pedir la restitución del Rosellón, que consiguió, y como premio de tal servicio se le nombró obispo de Córdoba. Tomó posesión en 29 de diciembre de 1496 y murió en septiembre de 1498. Era inquisidor general adjunto, y la reina católica lo estimaba tanto que vertió lágrimas cuando le dieron la noticia de su fallecimiento.

En 1484 el inquisidor general Torquemada, de acuerdo con el rey, trató de formar ordenanzas para unificar el procedimiento inquisitorial, y, á este fin, convocó una especie de asamblea en Sevilla, á la que asistieron los dos asesores del general, los tres consejeros reales y los inquisidores de Sevilla, Córdoba, Jaén y Ciudad-Real, y en 29 de noviembre, todos de acuerdo, publicaron la primera Instrucción ú ordenanza, que es sumamente interesante, y que se compone de veintiocho artículos, y no la copiamos por su mucha extensión y porque no hace al objeto que nos proponemos. Estuvieron de Ciudad Real, La Fuente y La Costana, y es muy importante el documento, porque el nombre del pueblo se cita varias veces, y unas se lee Ciudad-Real y otras Villa-Real, lo cual prueba que el cambio hecho por D. Juan II no se había aclimatado.

Aunque se hicieron después otras cuatro Instrucciones ú ordenanzas, ya en ellas no aparece Ciudad Real, porque este tribunal se trasladó á Toledo en mayo de 1485, siendo el primer inquisidor D. Francisco de Herrera, canónigo. D. Fernando Sánchez de la Fuente no pasó á Toledo con el tribunal, sino que fué á presidir el de Extremadura, que se estableció en el monasterio de Guadalupe, formándolo, como familiares, Fr. Ñuño de Arévalo, que era el prior, y el licenciado Pedro Sánchez, que dieron fé de su existencia, celebrando en poco tiempo ocho autos de fé, en los que quemaron cincuenta y dos personas, cuarenta y ocho cadáveres desenterrados y veinticinco estatuas. Se conoce que el futuro obispo de Córdoba no era nada blando, pues, según Llórente, tomándolo del historiador é inquisidor Luis de Páramo, había quemado en Ciudad-Real, en los dos años que duró el tribunal, cincuenta y dos judaizantes y otros doscientos veinte en estátua por estar fugitivos, y había reconciliado á ciento ochenta y tres. Díaz de la Costana pasó al tribunal de Toledo y predicó el sermón del tribunal de la Fé en la pascua del Espíritu Sañto, ó sea en la fiesta de la instalación, y las primeras víctimas fueron Sancho Villarreal y su mujer, un hijo de éstos con su esposa y Pedro de Teva y la suya, que habían huido de Ciudad-Real cuando la Inquisición estaba allí, y á quienes prendieron en Valencia, donde habían comprado un barco para huir y fueron los primeros quemados en Toledo.

A esto queda reducido cuanto se sabe de la Inquisición en Ciudad-Real; no obstante, revisando las listas de procesados y condenados por la Inquisición de Toledo, publicadas hace poco por la Revista de Archivos, se encontrarán nombres de hijos de esta capital y de esta provincia que hayan pasado por aquellas cárceles terribles; pero esa es labor más larga y á la que ahora no puedo dedicar más tiempo.

 

Rafael Ramírez de Arellano. “Memorias Manchegas, Históricas y Tradicionales” Febrero de 1910



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