El verano en nuestro Ciudad Real nos ha traído fiestas populares a los habitantes de nuestra capital de mayor o menor importancia, pero que siempre gozaron de la presencia de los vecinos, dispuestos a disfrutar de sus tradiciones festivas. Hoy queremos referimos a las verbenas populares que se celebraban a partir del 12 de junio hasta el 24 de julio, en el primer cuarto del siglo pasado en torno a los tres barrios que por aquel entonces teníamos claramente delimitados.
Estas verbenas, que eran muy bien acogidas, especialmente por los niños y jóvenes se iniciaban el 12, en la víspera de la fiesta litúrgica de San Antonio, en torno a la parroquia de San Pedro, que tenía otras características que las actuales, protegidos lo que hoy son los actuales jardines por una barandilla, que dotada de asiento permitía sentarse a descansar, muy similar a la que igualmente tenía el paseo del Prado. Ya a media tarde, los “industriales” que iban a ofrecer sus artículos empezaban a montar sus puestos, que ocupaban buena parte de las calles del. General Rey y Mejora hoy Ramón y Cajal, teniendo en cuenta que la circulación de vehículos era muy escasa y existía el desahogo de la calle de La Lanza para quienes provenían de la Mata para dirigirse por Cuchillería a la Plaza de la Constitución, hoy plaza Mayor. Allí se podían adquirir turrones y almendras, la mayoría procedencia Castuera, las llaves de caramelo que no podían faltar en ninguna verbena que se preciase y que eran tan del agrado de los chicos y aun de algunas personas mayores y en cuanto a bebidas aún no había impuesto su dominio la cerveza, que alternaba con las gaseosas, la limonada, el vino peleón y una bebida hoy desaparecida como es el agua de cebada y los helados líquidos como el limón, mientras los sólidos se limitaban a la clásica vainilla en la que era principal expendedor el popular Hilario, ya que había quedado sin clientela en la puerta del Instituto por mor de las vacaciones. Abiertas las puertas del templo hasta hora prudencial, no faltaba ya de noche el habitual concierto a cargo de la Banda Municipal.
La parroquia de
San Pedro era la única que celebraba dos verbenas, pues pronto llegaba la
fiesta del Apóstol titular, el día 29, y ya con algo más de calor la gente se
echaba a la calle a partir de la última hora de la tarde. Digamos que esta
verbena de San Pedro, el día 28, era más concurrida que la de San Antonio y la
supervisaba en la iglesia su párroco, don Emiliano Morales, y su coadjutor tantos
años don Antonio León Monescillo. Al hacer mejor temperatura la fiesta se prolongaba algo más, con contento de los vendedores, que aumentaban sus
ganancias.
LA
VERBENA DEL CARMEN
Pero los otros dos barrios no querían quedarse atrás en la celebración de esta fiesta tan sencilla pero tan populares. Y así en la tarde noche del 15 de julio, víspera de la fiesta de la Virgen del Carmen, era el llamado barrio de la Virgen (en referencia a la Patrona, Nuestra Señora del Prado) el que se quería superar y para ello iluminaba incluso sus calles de Caballeros, Plaza del Carmen y parte de Azucena y Pedrera para atraer a los vecinos de puntos más alejados de la ciudad. Como es natural la iglesia de las Religiosas Carmelitas, a las que siempre ha querido mucho en Ciudad Real, permanecían abiertas hasta bien tarde, puesto como ya el calor apretaba se prolongaba la hora de retirarse, a descansar. También aquí daba un concierto la Banda Municipal, que dirigía el maestro Cristóbal Ruyra y que interpretaba conocidos pasodobles y fragmentos de las zarzuelas, pues aunque estaba de moda el tango “Caminito” no parecía adecuado en una verbena popular, en la que no había baile.
Pero bastantes
años recordamos ahora que esta verbena tuvo su prolongación al final de la
calle del Carmen, donde estaba ubicada una capilla con la misma advocación
mañana, que era precisamente la capilla del Hospital, donde la Diputación
atendía con un gran equipo médico a los enfermos de la Beneficencia de toda la
provincia. Para acceder a este lugar había que cruzar la vía del ferrocarril de
Madrid, Zaragoza y Alicante (MAZ), para lo cual se utilizaba un paso a nivel
con guarda que estaba muy pendiente para cerrarlo a la hora del tren correo
nocturno. Pues bien, esa noche del 15 de julio eran muchas las personas que se
llegaban a la citada iglesia para rezar una salve a la Virgen del Carmen y de
paso escuchar el concierto que ofrecía la Banda Provincial con asilados del
Hogar y que dirigía también un gran músico, el maestro Antonio Segura, uno de
los primeros residentes, con su familia, en la nueva barriada de la Ciudad
Jardín, más conocida por las Casas Baratas. Esta iglesia capilla sería demolida
en los años treinta, tras no poca polémica especialmente en la Prensa local y
estamentos religiosos.
LA
VERBENA DE SANTIAGO
Mis muchos años
viviendo en la calle de Calatrava me permitieron conocer bien cuantos
acontecimientos de una u otra índole se producían en el popular barrio del
Perchel, que el 24 de julio se afanaba de tener una de las verbenas más
concurridas de la capital, pues los percheleros han sido siempre muy suyos y no
querían que se les ganase la partida, por lo que muchos de ellos se preocupaban
de adecentar las fachadas de sus casas e iluminarlas para la ocasión, bien con
simples bombillas de mayor o menor potencia e incluso con los típicos
farolillos de colores. Enfrente de mi casa vivía el amigo Fernando y su mujer
Pepa, que era el primero en colocar en la puerta dos o tres de estos adornos y
su mayor disgusto era si en alguna ocasión el aire los movía más de la cuenta y
la vela quemaba el papel de colores. Pues bien, esa tarde noche era para los
percheleros punto de reunión, principalmente en la plaza de Agustín Salido y en
la de Santiago, haciendo un recorrido completo por los puestos de churros y
bebidas, entre las que destacaban como hemos dicho antes, las gaseosas y el
agua de cebada bien fresquitas, que para eso se habían preparado las barras de
hielo en la fábrica de Silosé, al final de la calle de Calatrava esquina a Estrella.
Al día siguiente el párroco, don Alejandro La Pastora, con la colaboración como
coadjuntor de don Enrique Lara, oficiaban solemne función religiosa, como antes
decía, en honor del Santo Patrón de España y titular de la parroquia, en
aquellos años una de las fiestas fijas del calendario religioso y el oficial.
Los cambios que no perdonan. Ni que decir que los percheleros llenaban el bello
templo para honrar a Santiago.
LAS
FIESTAS DE LOS BARRIOS
Ciudad Real ha tenido un aumento considerable de población y ello ha traído como consecuencia el que proliferen las barriadas más o menos importantes en número, que han establecido unas fechas para celebrar sus fiestas, con deseos de emulación para que no se diga. Así en el mes de junio la celebran los vecinos de Santo Tomás de Villanueva, en torno a su parroquia del mismo nombre, los del Torreón del Alcázar, en estas fechas un tanto revueltos, al estar en contra de un acuerdo municipal, los de la Puerta de Toledo, incluidas las viviendas del carreterín de la Atalaya en cuyos aledaños se están construyendo nuevas urbanizaciones. La populosa barriada del Nuevo Parque, conocida también por la de Eroski, la de Morería y sus inmediaciones, en cuya calle se celebraba a principios del siglo pasado el Carnaval popular, y que disponen de algunas atracciones para los niños, y la de Ciudad Jardín, que cada año se supera en confraternizar los no pocos vecinos. Consignar que en algunas de estas barriadas se celebra incluso procesión.
En julio tienen lugar las dos verbenas que aún se conservan, aunque con distintas características, como son las del Carmen, con una numerosa procesión en la tarde del día 16, y la de Santiago, que tiene uno de los programas festivos a lo largo de cuatro días, más interesantes, echándose de ver la organización del buen amigo Félix Barrera, incansable en todas las buenas causas, como presidente de la Asociación de Vecinos, que sabe rodearse de excelentes colaboradores. También en julio tienen lugar animadas fiestas en Val verde, anejo que las celebra en honor de San Pantaleón.
Ya en agosto, otra asociación de las más entusiastas, cual es la de la barriada de los Ángeles, también conocida por Carlos Eraña, celebra su fiesta principal en honor de la Virgen titular de la Parroquia, antesala de la Feria y Fiestas de la capital, aunque El Pardillo, que no es muy conocido por la mayoría de los ciudadrealeños las tiene del 23 al 25.
Queda septiembre y octubre, que cierran las fiestas de los barrios, aunque no es tal, sino un anejo como es Las Casas, que las celebra del 31 de agosto al 8 de septiembre, con un programa muy variado. Sigue la barriada de la Plaza de Toros, a partir del 20, que casi se enlaza con La Poblachuela, con San Miguel el 29, cuyos huertanos y demás tienen muchas ganas de pasarlo bien y lo consiguen. Y cierran San Vicente de Paul y El Pilar, está ya en octubre, incluidas fiestas religiosas en honor de la Patraña de la Guardia Civil y titular del templo parroquial.
Lamentaríamos
habernos dejado alguna barriada más, aunque no lo creo.
Cecilio
López Pastor, Diario “La Tribuna de Ciudad Real” jueves 15 de agosto de 2002
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