lunes, 13 de febrero de 2023

PRIMER RECORRIDO DE LA LINEA DIRECTA DE MADRID A CIUDAD REAL DESDE LA ESTACIÓN DE DELICIAS

 




Esta es la historia de aquella línea de ferrocarril, destinada a unir Madrid con Ciudad Real desde 1879, todo un lujo, pero que pasó en aquella época sin pena ni gloria por la naturaleza empobrecida de nuestra ciudad en aquellos tiempos. De aquella inauguración poseemos un interesante resumen periodístico de “La Ilustración Española y Americana”, de 15 de febrero de 1879 (hace ahora 135 años).

En efecto, la prestigiosa revista decía: “A las ocho en punto del día 3 de febrero de 1879, el tren de invitados salió de una estación que no existe todavía pero que existirá con el tiempo en el Paseo de las Delicias, al sur de la Villa de Madrid”, según decía el periodista que narraba dicho viaje. “Este viaje tenía por objeto inaugurar oficialmente la línea directa de Madrid a Ciudad Real, por S.M. el rey, a quien acompañaban altos dignatarios de la corte, llegado a este sitio momentos antes, donde la Diputación Provincial había levantado una elegante tienda de campaña, y asistía S.M. a la bendición de la locomotora, bendición dada por el cardenal Arzobispo de Toledo… Asistía también, a este acto, la princesa de Asturias y sus augustas hermanas. El último viva dado al Rey resuena en el espacio cuando la máquina empieza a marchar, marcando los compases de la Marcha Real. Atravesamos el humilde Manzanares. En Getafe el Ayuntamiento había echado la casa por la ventana: medallones con los nombres del conde de Toreno, Cacheliévre, el constructor de las obras; Daudery, el contratista, y Canalejas, el jefe del Consejo de Administración de la línea que explotaría el novísimo tendido. Perdemos de vista la torre de la iglesia, y llegamos a Parla, cuya Estación está asimismo adornada con guirnaldas y banderas. En Torrejón de Velasco nos reciben con masas corales… Atravesamos el Tajo sobre un puente de hierro que a nuestra izquierda forma como un Niágara en miniatura. Llegamos a Algodor, Estación empavesada con banderas españolas y belgas; pero ni música, ni guarnición, ni cohetes, ni nada… Salimos de Algodor con seis minutos de adelanto. Es la primera vez que esto nos sucede viajando en ferrocarriles españoles. En Almonacid volvemos a encontrar el color local; vivas, cohetes. En Urda, un generoso ciudadano pasa la bota a todo el tren para que solemnicemos la inauguración. En Fernán-Caballero, el alcalde, verdaderamente conmovido, da un viva a la línea directa. Para los pueblos las dos líneas son excelentes, y aun mejor si hubiera tres. Con media hora de diferencia llega a Ciudad-Real el tren regio y el otro tren de la máquina exploradora. Las calles de esta capital están llenas de arcos de triunfo… El entusiasmo se desborda. Poco después S. M. se viste el manto de las Cuatro Órdenes Militares, como Gran Maestre que es, y bajo un regio dosel escucha el Te Deum que se celebra en la catedral, que resplandece como un cielo sembrado de estrellas; los sonidos del órgano, reflejándose en los ángulos del templo, tienen mucho de grandiosos; las voces del coro, como sonoros ecos de música lejana tienen algo de divinos. Mientras en la plaza de la Constitución se queman fuegos artificiales, y S. M. recibe a las autoridades y a los de su comitiva a su mesa, en la estación del ferrocarril, trasformada en cómodo salón, se da un convite de más de ciento cincuenta cubiertos a los invitados, que preside el Sr. Canalejas. ¿De qué hablar? ¿De la perspectiva que ofrece aquella colosal tienda de campaña, de cuyo techo penden numerosas arañas de innumerables bujías? ¿De la disposición de aquella mesa, cuyo dibujo ha tomado el corresponsal artístico de la magnífica revista ilustrada de La Ilustración Española… Aquel espléndido menú, fue digno, no de inaugurar una línea, sino de solemnizar una victoria. En el momento de los discursos, el entusiasmo patrio era tan grande, que se brindó por S. M. el rey y por sus augustas hermanas, y por la línea directa, y por el engrandecimiento de la patria, y por el Sr. Canalejas; que se propuso acuñar una medalla que solemnizara la inauguración, y hasta se brindó por el bello sexo de Ciudad-Real. En 1878, don José Canalejas había alcanzado en la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Ciudad Real y a Badajoz, el cargo de Secretario General… Cerca de las once terminó el banquete en su propia estación. Desde Ciudad-Real partimos con dirección a Badajoz; el viaje fue un viva continuado con acompañamiento de la Marcha Real. El un entusiasmo popular en Argamasilla de Calatrava, y en el pueblo minero de Puertollano, constituyó el emblema de la riqueza con que nos despedía la provincia de Ciudad Real” (sic).




Con motivo de la visita de S. M., y por iniciativa del Real Consejo de las Ordenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, hacen entrega de una cruz procesional y dos ciriales ricamente confeccionados por plateros madrileños, verdaderas obras de gusto y arte. En efecto, se depositaban en la catedral, elaborados en plata dorada a fuego, que portaban cuatro miembros de las O. M, como homenaje a S. M. el rey y al prelado de Ciudad Real, quedando depositadas en la Iglesia Prioral de las Cuatro Órdenes Militares (Noticia en la referida revista, con dos grabados de las maravillosas joyas. ¿Formarán parte aun del tesoro catedralicio?).

El proyecto de la línea directa de Madrid a Ciudad Real es del año 1875, así como la construcción de la estación, en agosto de 1877. Su emplazamiento definitivo fue aprobado el 23 de julio de 1878. La información procede de los fondos del A.H.F y del A.G.A (Archivo Histórico Ferroviario y Archivo General de la Administración, respectivamente).

El 30 de marzo de 1880, Alfonso XII y María Cristina inauguraron la estación de Madrid-Delicias, de la línea de ferrocarril directo de Madrid a Ciudad Real, construido e inaugurado por la “Compañía de los Ferrocarriles de Ciudad Real a Badajoz y de Almorchón a las minas de carbón de Belmez”. La estación fue conocida popularmente en la corte como “la Estación de Ciudad Real”. Hoy, sin uso ya, es la sede del Museo de Ferrocarril, y su histórica y grandiosa estructura es un verdadero alarde de hierro y cristal, levantada finalizando el siglo XIX para a través de sus raíles viajar a Ciudad Real directamente.

 

José Golderos Vicario, sábado 15 de febrero de 2014


Medalla conmemorativa de la inauguración de la línea


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