En el coro alto del convento de las
Concepcionistas de Ciudad Real una imagen en la pared central que separa esta
zona de la iglesia presenta la Virgen y san José con el niño y los apóstoles
Pedro y Pablo a sus lados. Una pintura muy deteriorada, pero todavía
reconocible que debió presidir durante décadas las oraciones de las religiosas
en esta zona del convento.
Un convento nacido en el siglo XVI
El Convento de la Inmaculada Concepción o Monasterio de Concepcionistas de Sta. María Beatriz de Silva de Ciudad Real (en honor a la madre fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción), es conocido también en nuestra ciudad como el Convento de las Terreras. El edificio fue construido en el S. XVI con formas del último periodo del gótico y elementos renacentistas. Fue fundado por D. Luis de Mármol, escribano de la Chancillería de Granada, para albergar a las Beatas de la Orden Tercera.
Tiene su origen en unas beatas de la Orden Tercera de San Francisco del siglo XVI, que residían en un pequeño local, y por ello dio su hacienda don Luís de Mármol, escribano de la Chancillería de Granada. El fundador del beaterio de la Purísima Concepción fue don Juan Beltrán de Guevara, que era obispo de Vich cuando hizo esta fundación en el s. XVI. Las beatas profesaban bajo la Tercera Orden de san Francisco.
Elemento esencial del espacio de la
iglesia es el retablo que debía presidir la iglesia. Se encargó su ejecución a
Ruiz de Elvira, vecino de Manzanares y cuya familia gozó de gran prestigio en
las provincias de Ciudad Real y Toledo. Tanto Rafael de Elvira como su
benefactor Villaseca mueren al poco tiempo del encargo y, por ello, el retablo
tendrá un segundo encargo a Cristóbal y Pedro Ruiz de Elvira en 1610. Por otros
trabajos retrasan la ejecución del retablo hasta 1616 en que firman un nuevo
contrato y acabaron la obra poco después. El retablo se destruirá en la guerra
civil y se sustituirá por uno nuevo que es el que actualmente existe en el
convento.
El edificio conventual
El edificio tiene una organización típica en muchos conventos: la iglesia como elemento esencial de su configuración y junto a él el claustro central en torno al cual giran las diferentes dependencias conventuales. Con grandes galerías que recorren el edificio se van conformando espacios que se asoman al exterior en otros dos lados del conjunto con dependencias para las actividades de la vida conventual.
Porque la vida en clausura no es simplemente una vida que requiera las dependencias residenciales de una vivienda. El hecho de desarrollar allí toda su actividad requiere espacios diversos que hacen que el recinto conventual sea una pequeña ciudad que permita el desarrollo de la vida material en todos sus aspectos y de una convivencia capaz de albergar la vida de oración y recogimiento de la clausura. Espacios que albergan una forma de vida especial dedicada a la oración y el trabajo que conforma un patrimonio inmaterial de especial valor para la comunidad.
Uno de los elementos esenciales era la disposición de espacios al aire libre que, inicialmente, fueron huertas y que, posteriormente, han sido espacios de esparcimiento. El edificio que llega a los comienzos del siglo XXI ocupa un solar de 4120 metros cuadrados y tiene una superficie construida de 3373 metros en dos plantas, la baja de 1914 y la superior de 1459 metros cuadrados. El conjunto dispone de 2.049 metros cuadrados de patios distribuidos en diferentes espacios a los que se van abriendo las dependencia conventuales. Espacios de diferentes dimensiones que permitían incluso el cultivo agrícola y que, en la actualidad, pueden ser espacios exteriores de especial interés una vez rehabilitados adecuadamente.
El edificio de las Concepcionistas, por su
carácter de clausura, ha sido poco conocido y las descripciones de los
diferentes estudios históricos de Ciudad Real se limitan en muchos casos a
mencionar su presencia.
El edificio de finales del siglo XIX
La descripción más larga del edificio realizada en la Guía de Don Domingo Clemente menciona el origen del convento y dice que en ese momento (1855) había unas diez religiosas en el mismo. Pero, curiosamente, la documentación existente en el Archivo de la Diputación Provincial de diferentes obras realizadas en el mismo, a finales de ese siglo, habla de ampliaciones necesarias y de cambios y mejoras en el conjunto conventual.
Un documento esencial es el proyecto realizado por el arquitecto provincial Sebastián Rebollar en los últimos años del siglo XIX. El proyecto de 1893 recoge cambios esenciales en la distribución del edificio en su parte derecha y otro que habla de una modificación esencial en el claustro principal el edificio. El claustro (estado actual) que dibuja el plano presenta un espacio abierto con columnas en la planta baja y pies derechos de madera en la planta superior. La actuación realizada cierra estas fachadas abiertas y las convierte en muros con ventanas en las dos plantas similar al estado actual de esta zona. La sección por el claustro dibuja un cambio fundamental en el interior del edificio. Un documento que será necesario contrastar con las obras de rehabilitación necesarias y que introduciría una lectura renovada en el interior del edificio y en sus valores patrimoniales.
La planta baja del edificio se presenta
con cambios importantes en la zona derecha final donde se ubica el coro bajo.
Se ocupa un espacio que llega hasta la línea del coro ubicando allí el ropero y
la enfermería y en la zona final un lavadero. En uno de los espacios se rotula
Noviciado indicando el uso de esta zona. Las secciones indican que es una nueva
edificación de dos plantas. Y en uno de los planos se dibuja la espadaña que
existe en la actualidad y que pertenece, por tanto, a este momento. A finales del
siglo XX una última modificación exterior con la construcción de los dos
últimos contrafuertes exteriores para garantizar la estabilidad del cuerpo
superior de la zona que ocupan el coro bajo y alto con su torreón superior.
El siglo XX
El convento era declarado Bien de Interés Cultural el año 1991 y las monjas de la Inmaculada Concepción han permanecido en el convento hasta finales del siglo XX. El ayuntamiento de Ciudad Real ha adquirido el convento permitiendo así que este referente silencioso de la arquitectura monumental de la ciudad se conserve para la comunidad. Ahora hay que decidir cómo acometer su adecuada restauración y los usos más convenientes para el mismo.
La iglesia sigue siendo el elemento central de su organización. El presbiterio mide 7 metros de longitud con una anchura de 8,85 que se mantiene en toda la iglesia. El ámbito de la iglesia mide 20,50 metros, es decir casi tres veces la medida del presbiterio. Y la zona de la sala capitular 15,20 metros. Se establece así un ritmo 1:3:2 entre los tres espacios: presbiterio, iglesia, sala capitular. En la sala capitular unas estructuras importantes de madera de especial calidad cubren los casi nueve metros de luz de la zona tanto en la planta baja como en la primera, rehabilitados y saneados de la presencia de xilófagos.
En el coro alto, esperando una adecuada
restauración, sigue presente la imagen de la Navidad de especial sencillez que
nos felicita en este 2023. Detrás de ella, la celosía de madera permitía a las
monjas acceder a las celebraciones religiosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario