domingo, 7 de abril de 2024

LOS BARECILLOS Y EL PEQUEÑO COMERCIO (II)

 



La Multitud de pequeños comercios existen en nuestra ciudad, que, sin llamar mucho la atención, recogen buena parte de clientela fiel, y sobre todo en los barrios, a pesar de que también en éstos se deja notar el cierre de algunos por la llegada de los grandes establecimientos, que, en el fondo son casi almacenes de mayoristas que venden directamente al público.

Aun así, estos pequeños comercios y tiendas de barrio tienen su importancia y, algunas veces, su tradición, como "Casa Niño", por ejemplo, en la Plaza Mayor, ó la Droguería de "Santiago", en la calle de la Feria; ó "Casa Mur", recientemente demolida... Con lo que se demuestra que las' tiendas de comestibles, las pequeñas tiendas de regalos, zapaterías, lencerías, y toda clase de pequeños bazares, -que venden la mayor parte de las veces al por menor, sin dejar de ser comercios detallistas,- platerías y tiendas de reparación de calzado, bisuterías y tiendas modestas, (pero en las que hay prácticamente de todo), de electrodomésticos, ferreterías y marqueterías, y tantas y tantas especialidades de oficios, como cerrajerías, fontanerías, y tiendas de pintura... nos hacen ver y considerar que el pequeño comercio en Ciudad Real cumple una función que no puede llenar el abastecimiento propiciado por las grandes firmas de casas comerciales acreditadas en nuestra capital, ya que, a nuestro parecer, el pequeño comercio se caracteriza por ser, las más de las veces, propiedad del comerciante, que debe pagar la mayoría de las ocasiones al contado, por lo que unas veces suben de precio sus artículos y otras bajan, de otra manera que las casas comerciales que cumplimentan sus pagos a largos días vista, siendo las facturas de aquellos de recibo inmediato, y no a base de letras a 30, 60 Y 90 días como ocurre en muchas ocasiones.




De esta manera, el pequeño comercio de nuestra ciudad es una demostración de que la actividad comercial es una de las grandes pautas y uno de los pilares más decorosos de la vida social y económica de cualquiera de nuestras ciudades, como Alcázar, Manzanares y Valdepeñas, Puertollano ó Tomelloso.

El pequeño comercio no es ya una reliquia, -que lo puede ser en alguno de los casos-, sino una verdadera necesidad, para que las compras y ventas de objetos, utensilios y servicios de todas clases, estén diversificados y haya mayor, -si no competividad-, sí libertad en el mercado, incluso de valores, cuando el pequeño comerciante detecta abusos, que siempre pagan pagamos, todos los vecinos.

Por eso el pequeño comercio no debe desaparecer, pues aunque sea por un motivo de romanticismo y tradición con lo nuestro, deberíamos ser de ello conscientes, colaborando

así con los pequeños comerciantes y su trabajo casi artesanal y pausado y dentro de la atención personal a la clientela y el trato deferente y cordial propio de ellos, cosa impensable en otros comercios más grandes.

Así mismo, valorar la paciencia y el saber estar de muchos pequeños comerciantes de nuestra ciudad y de nuestros pueblos, como Miguelturra, Infantes, Porzuna y tantos otros, lejanos y cercanos a la capital, y a los muchos visitantes de ellos en nuestros comercios.

Damián Manzanares Peco. Diario “Lanza” domingo 6 de mayo de 1992




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