jueves, 18 de julio de 2024

MAS SOBRE LA MEDALLA DE LA CIUDAD

 

Vista de la calle Alarcos en las primeras décadas del pasado siglo XX

 


En un artículo anterior hablaba de la Medalla de la Ciudad y de las personas a las que se les había otorgado tal distinción desde que fue creada en el año 1926.

Como habrán podido observar, los que leyeran, el referido artículo, el número de medallas concedido, en los casi sesenta años de existencia, de la condecoración, ha sido muy corto, creo que excesivamente corto. Once en total. Diez si tenemos en cuenta la renuncia del general Berenguer. De estas diez, en seis casos no, se observaron las reglas establecidas en las bases aprobadas por la Corporación Municipal en su día. Que conste, que no pretendo restar merito, a las personas condecoradas cuyos merecimientos eran más que sobrados para tener derecho a la distinción, pero la realidad es que cuatro de las condecoraciones; se concedieron al mismo tiempo y en la misma fecha y las bases vigentes en aquel momento decían textualmente en su artículo tercero: “Se fija en veinte el número de Medallas, no pudiendo concederse cada año más que dos hasta completar el número señalado”.

Se concedió una Medalla de plata el 13 de mayo de 1966, cuando, que yo sepa, no había sido creada la condecoración aún en dicha categoría.

Se otorgo también otra Medalla de plata a título póstumo y en las bases va implícita la prohibición de tal circunstancia, ya que el artículo octavo dice: “La concesión se hará con la obligación expresa de que al ocurrir el fallecimiento de la persona que mereciera esta recompensa local, sea devuelta la Medalla al Ayuntamiento por los herederos o allegados del finado”.

El 18 de octubre de 1969, el Ayuntamiento, aprobó un "Reglamento para la concesión de honores y distinciones", que fue autorizado por el Ministerio de la Gobernación el 18 de febrero de 1971. En este Reglamento se dice, por primera vez, que la Medalla de la Ciudad "comprende las categorías de oro, plata y bronce y establece que se podrán conceder: veinte de oro, treinta de plata y cuarenta de bronce. Alcanzado este límite sólo podrán concederse las vacantes que se produzca.

En cuanto a lo sucedido con la Medalla otorgada al general Berenguer, por lo que algunas personas se han interesado; fue lo siguiente.: como consecuencia de la sublevación de los artilleros contra el gobierno de Primo de Rivera, Ciudad Real se había quedado sin guarnición, lo que ocasionaba un grave perjuicio económico.


El General Damaso Berenguer no aceptó la Medalla de Oro de la Ciudad ofrecida por el Ayuntamiento

 


El día 4 de abril de 1930, se desplazaron a Madrid las fuerzas vivas de la capital y de muchos pueblos de la provincia, interesados también en el tema como se dice ahora. La nutrida comisión, encabezada por el gobernador civil, obispo prior, Corporación Municipal y otras autoridades, fue recibida por el presidente del Gobierno general Berenguer, al qué expusieron la necesidad urgente de que enviase un regimiento de guarnición a nuestra ciudad.

El día 8 de abril, se reunió la Corporación Municipal en sesión extraordinaria, convocada con carácter urgente, bajo la presidencia de don Ángel Andrade y Blázquez, nuestro ilustre pintor, tercer teniente de alcalde en funciones de alcalde accidental (Don Antonio Prado había presentado su dimisión algún tiempo antes y don Cristóbal Caballero aún no había sido nombrado).

El señor Andrade dio cuenta a la Corporación, compuesta por cierto en aquellos momentos por las personas más representativas de la ciudad, de la afectuosa acogida que había dispensado el Jefe del Gobierno a los comisionados… “haciendo expresivos ofrecimientos de que Ciudad Real, tendrá guarnición y proponía se le dieran las gracias por su favorable disposición.

El concejal don José Medrano, propuso a continuación que se nombrara al general Berenguer, hijo adoptivo y se le concediera la Medalla de la ciudad.

El señor Lucendo se adhirió a la propuesta y añadió que se pidiera a todos los Ayuntamientos de la provincia, nombraran hijo adoptivo de sus respectivos pueblos al general Berenguer.

Intervino se señor Morayta. El medico don Miguel Morayta Martínez era un conocido republicano de entonces y decían que con una alta graduación dentro de la secta masónica. Padre de dos hijos y una hija. El mayor, Miguel adquirió años después fama, diciendo películas en Méjico. Paco, el segundo, fue uno de los diputados más jóvenes de las Cortes del año 33 y fuimos buenos amigos. Y la hija que se llamaba Gloria y se llama aún, según creo, a pesar de que era la mayor de los hermanos, era una bellísima joven y al mismo tiempo preciosa amazona paseaba a caballo por las calles de aquel entrañable Ciudad Real de mi niñez, en compañía de oficiales de la guarnición, con uno de los cuales se casó. Como decía, intervino el señor Morayta para decir que le parecía un poco prematuro todo aquello, aunque luego se adhirió al acuerdo final que fue tomado por unanimidad por el que se concedía la Medalla de la ciudad al jefe del Gobierno.


La prensa local se hizo eco de la manifestación en Madrid a favor de que Ciudad Real volviera tener una guarnición

 


La reacción del general Berenguer, ya la explicamos en nuestro anterior articulo; se negó a recibir la condecoración al mismo tiempo que daba las gracias muy finamente.

Como decíamos al principio, son poquísimas las Medallas concedidas hasta el momento, por nuestra Corporación Municipal y casi ninguna, una tan solo de plata a personas nacidas en Ciudad Real. Esto no es justo, ¿Es que, a lo largo de estos sesenta años, no ha nacido en nuestra capital, ningún pintor ilustre, médico, abogado, escritor, político, etcétera, cuya actuación haya merecido la distinción? Y en cuanto a entidades sociales de todo orden, si tenemos en cuenta lo que se dice en el reglamento: “Merecerán la medalla: Los que favorezcan desprendidamente a la ciudad con importantes donaciones o fundaciones benéficas culturales, artísticas, urbanas o de cualquier otro carácter, pero siempre de pública y considerable utilidad”. Cuantos centros culturales, benéficos y de otra índole, se han fundado en Ciudad Real en los últimos tiempos Colegio Universitario, Colegio Menor, Hogar del Jubilado, guarderías, cientos de viviendas de nueva construcción, etcétera), todo por valor de muchos cientos de millones de pesetas, a los que nuestra siempre anémica economía nunca hubiera soñado llegar y que ha sido posible gracias al desprendimiento de determinadas entidades de ahorro de todos conocidas.

El endémico y grave problema del abastecimiento de aguas de Ciudad Real, caballo de batalla y quebradero de cabeza de todas las Corporaciones que han pasado por nuestro Ayuntamiento casi desde su fundación ha sido resuelto, calladamente con la discreción que le caracteriza, por nuestro actual alcalde Lorenzo Selas Céspedes, esto entre otras muchísimas cosas, El Pueblo de Ciudad Real, le respaldó en su reelección.

En la actualidad, tenemos algún médico, como Eduardo Rodríguez Arévalo, con más de cincuenta años dedicado a su profesión entre nosotros, a quien corresponde para que continue en la profesión.

Hay muchas más personas en nuestra ciudad, qué duda cabe, a quien nuestro Ayuntamiento debe honrar con los medios que tiene en su mano. Creo que tenemos la obligación de dar satisfacción posible a las personas que desinteresadamente y en muchos casos con sacrificio nos han favorecido. Para eso se crearon las condecoraciones.

Ramon González Díaz. Diario “Lanza” 1 de diciembre de 1983

 



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