El 4 de agosto de 1974, el diario provincial “Lanza” publicaba en su primera página el siguiente titular: “La Catedral será cerrada”, informando que “la catedral habrá de ser cerrada al culto de forma y en fecha inminente, hasta el punto de que no podrán celebrarse en ella los cultos de las fiestas patronales, tan próximas, en honor de la Santísima Virgen del Prado”. El motivo no era otro “que en poder de la autoridad eclesiástica obran unos informes técnicos que no garantizan la seguridad de quienes pudieran hallarse en el interior del templo, como consecuencia de la situación de la cubierta central ya que únicamente la parte del presbiterio y la del coro posterior se hallan en perfectas condiciones”.
Ante el cierre de la Catedral, el Cabildo optó que la Virgen permaneciera en su camarín, y para que pudiera ser visitada, abrió una puerta en el muro de la calle Azucena, junto a las puertas de la cochera, que sería por donde los ciudarrealeños podrían acceder a partir de entonces para venerar a la Virgen del Prado, hasta el final de las obras catedralicias que duraron dos años.
El anuncio del cierre de la Catedral
coincidió solo unos días antes de la bajada de la Virgen y sus cultos con motivo
de la Feria y Fiestas de Ciudad Real, obligando a la Ilustre Hermandad de la
Patrona reunirse de forma urgente en Junta General el martes 6 de agosto, para
tratar todo lo relacionado con la situación planteada. En la misma tras un
informe del entonces capellán de la Hermandad y canónigo mayordomo de Fabrica
de la Catedral de todo lo ocurrido, se acordó bajar la imagen el día nueve y
una vez puesta en el paso trasladarla a la Parroquia de San Pedro,
recientemente restaurada, y donde se celebrarían los cultos en su honor.
El día 9 de agosto, fiel a la tradición, la imagen de la Virgen del Prado fue bajada de su camarín y colocada en el paso sin palio de la Dolorosa de la Catedral “Ave María”, ya que las dimensiones de las puertas de la parroquia de San Pedro, imposibilitaba hacerlo con su paso. A las 8:30 de la tarde, se procedió al traslado de la imagen a la Parroquia de San Pedro, acompañada por el Obispo-Prior, clero catedralicio, hermanos de la Ilustre Hermandad, dulcinea y damas infantiles, y las autoridades que se quisieron sumar, que siguieron el siguiente itinerario: Salida por la puerta principal de la Catedral (paseo del Prado), calles del Prado y Mercado Viejo, plaza del Generalísimo (calzada de la derecha mirando al solar del Ayuntamiento), calle de Carlos Vázquez y entrada al templo parroquial de San Pedro (por la puerta de la calle Lanza). Una vez la Virgen en San Pedro se celebró la Santa Misa, ofrenda floral por la Dulcinea y damas infantiles y a continuación Salve solemne.
Desde el citado día 9, hasta el día 22
inclusive, hasta la hora de la procesión de la Octava la Santísima Virgen
permaneció en el mencionado templo parroquial de san Pedro para ser visitada y
venerada por todos los fieles que lo desearan, permaneciendo abierto desde las
7:30 de la mañana, hasta las doce de la noche, celebrándose misas desde la seis
de la mañana el día 15 como es tradicional. A las 11 de la mañana del día 15,
festividad de la Asunción de la Virgen María, el Pontifical lo celebró el
entonces Obispo-Prior, D. Juan Hervás, a las 11 de la mañana y la procesión se
inició a las ocho de la tarde, incorporándose a su itinerario habitual tras
recorrer los jardines de la Parroquia de San Pedro y parte de la calle Ruiz
Morote.
El día 22, Octava de la Virgen del Prado, y tras la celebración de la Función que ofrece todos los años la Ilustre Hermandad a la Patrona de Ciudad Real a las 10:30 de la mañana, que ese año fue predicada por el canónigo y capellán en aquellos años de la Ilustre Hermandad don Bartolomé Miquel; a las ocho de la tarde se inició la procesión de la Octava, desde la parroquia de San Pedro y que una vez en la Plaza del Generalísimo, actual Plaza Mayor, había de hacer el itinerario tradicional pero a la inversa, hasta llegar al Paseo del Prado, para que la imagen de la Patrona quedase en la catedral.
La imagen de la Virgen llegó al Paseo del
Prado cerca de las diez de la noche, entre el fervor y la emoción de una gran
multitud que llenaba especialmente el Paseo del Prado. En ese momento se
dispararon cohetes y se encendieron numerosas bengalas. Una vez colocado el
paso en el atrio del templo prioral se cantó la salve por el pueblo y el Dr.
Hervás impartió la bendición. Seguidamente la Virgen del Prado fue pasada al
interior de la catedral, una vez que el nuevo hermano mayor, don Ignacio López
Arroyo, recibió el cetro del saliente, señor León Ruiz. Como ya se había
anunciado, la Virgen fue subida a su camarín donde podría ser venerada
diariamente por sus devotos, que tendrían acceso por la puerta de la calle de
Ángel Andrade.
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