Ciudad Real es una ciudad mariana desde aquel 25 de mayo de 1088 en que la Virgen de los Tornos o Torneos, o de las Batallas o de los Reyes quiso quedarse entre los pobladores del Pozuelo Seco, que más tarde seria Villa Real en 1255 y posteriormente Ciudad real en 1420, con el nombre de la Virgen del Prado.
A lo largo de los siglos la Virgen del Prado ha tenido varias cofradías que le han dado culto. El padre Fr. Joaquín de la Jara en su obra “Historia de la Imagen de Nuestra Señora del Prado, Fundadora y Patrona de Ciudad-Real”, publicado en el año 1880, enumera las cofradías que existieron para dar culto a la Virgen y que estaban recogidas en los documentos del siglo XVI, conservados en el archivo de la Parroquia de Nuestra Señora del Prado (Merced) y que son las siguientes: “…la de Nuestra Señora de los Caballeros, la de la cera que también se llamaba de la Asunción de Nuestra Señora y de la Candelaria. La de Nuestra Señora de los Mozos; la de Nuestra Señora del Prado del reino de Granada; la de Nuestra Señora del Prado y San Bernardo; la de Nuestra Señora de los tejedores y algún otro gremio; la de los esclavos de Nuestra Señora del Prado; y tal vez la de las Hachas, y la de la Inmaculada Virgen o Concepción: todas fueron establecidas en honra de la Santísima Imagen del Prado, y existieron, ya separadas y simultáneamente, ya juntas hasta reunirse, como la vemos hoy, en una”.
La actual Hermandad de Nuestra Señora la
Virgen del Prado, hunde sus raíces a inicios del siglo XVII, conservándose en
el archivo de la Hermandad, el libro primero de actas y cuentas con el rotulo
siguiente: “Ordenanzas y Constituciones de la Cofradía de la Cera de Nuestra
Señora del Prado”, confirmadas y aprobadas por el Excmo. y Rvdmo. Sr.
Cardenal, Don Bernardo de Roxas y Sandoval, Arzobispo de Toledo, el día 13 de
mayo del año 1600”, por lo que hoy 13 de mayo de 2025 la Hermandad de la
Patrona de Ciudad Real cumple 425 años de historia.
En estas primeras ordenanzas de la actual Real e Ilustre Hermandad y Corte de Honor de Nuestra Señora la Virgen del Prado Coronada, se dice textualmente: “En nombre de la Stma. Trinidad y Unidad, Padre, Hijo y Espíritu, tres personas y Una en esencia y Dios verdadero, y a gloria y honra de la gloriosísima Virgen María, Madre de Dios y Virgen nuestra, para cuyo servicio nos habemos juntado los cofrades de la antigua y primera cofradía de la Stma. e Imagen Nuestra Señora del Prado, Patrona y amparo de esta ciudad de Ciudad Real y Provincia. Por devoción particular nos movemos a fundar esta Hermandad de la Cera para acompañar la insigne y célebre procesión que con esta soberana Imagen se hace el día de su gloriosa Asunción con infinito concierto de gente que toda España con gran devoción acuden a celebrar, y porque la primera y principal Cofradía de esta Sagrada Imagen, ocupada y gastada con las grandes fiestas de la dicha procesión no podía acudir con tantas hachas y cera como convenía para el acompañamiento de tan devota Imagen, nos ofrecemos de nuestra propia costa y de nuestra propia hacienda, de acompañar todos los años la dicha procesión, cada uno con su hacha de cera ardiendo, y para que vaya delante esta devoción y por el tiempo no se caiga ni pierda y se haga con más concierto y devoción estando todos juntos.”
Estas primeras ordenanzas constaban de veintiuna
ordenanzas o constituciones, en las cuales se detalla el funcionamiento de la
hermandad, estableciendo que solo podían pertenecer a la misma 56 hermanos, que
debían ser cofrades primero de la Archicofradía General y Primera de esta Stma.
Imagen de Nuestra Señora del Prado y San Bernardo, no pudiendo ingresar nuevos
hermanos hasta el fallecimiento o ausencia perpetua de la ciudad de alguno de
ellos, teniendo que entregar en el momento de ingresar un hacha de cera que
pesase seis libras. Para cubrir las vacantes de nuevos hermanos se establecía
que tenían primero el privilegio los hijos varones de los hermanos fallecidos,
y si estos no quisieran pertenecer a la misma, era cuando podían ingresar
nuevos hermanos que deberían pertenecer primero a la antigua Archicofradía
General anteriormente reseñada.
Los hermanos debían acudir a casa del Prioste el día de la Asunción de la Virgen y su Octava, es decir el 15 y 22 de agosto, y desde allí cada uno con su hacha trasladarse a la Parroquia de Santa María del Prado, actual Catedral, para acompañar a la Virgen en su procesión solemne. Además, el día de la Octava tenían la obligación participar en una misa cantada por los hermanos, obligándose también todos a acompañar a la imagen de la Virgen, cuando saliese en procesión por cualquier motivo a lo largo del año.
Para el buen gobierno de la Hermandad, pasada
la Octava, se debía celebrar cabildo general donde se elegía los cargos
de Prioste, que era el representante máximo de la hermandad, dos mayordomos
encargados de las cuentas y un escribano. También se contaba con el cargo de
muñidor, que era el encargado de avisar a los hermanos cuando lo dispusiese el
Prioste. Uno de estos avisos era por fallecimiento de un hermano, su mujer o
alguno de sus hijos, obligándose los hermanos en caso de fallecimiento de un
hermano o su mujer a acudir a casa de este unos veinte y su fuera hijo solo
ocho, siendo acompañados por el Prioste en medio de ellos con su cetro y el
escribano con un crucifijo. Los hermanos debían llevar sus hachas de cera y
acompañar al difunto hasta la iglesia donde fuera enterrado, siendo los
encargados de introducirlo en su sepultura y ayudar a echar tierra como obra de
misericordia.
La Hermandad también se obligaba a asistir a las procesiones generales que se convocasen en la ciudad a lo largo del año, y para suplir el gasto de cera en estas o en los días de la festividad de la Virgen, en el Cabildo que se celebraba el día de san Pedro y san Pablo, se debía pesar la cera y ser respuesta la que faltase, pagando los hermanos a partes iguales la misma. La cera se custodiaba en un arca de tres llaves en casa del Prioste, teniendo una el, otra el mayordomo más antiguo y la tercera el escribano.
Para la celebración de los Cabildos, actuales asambleas generales de hermanos, se pide en las ordenanzas que estas fueran “con toda quietud y silencio y ninguno diga contra otro palabra descompuesta ni de injuria, ni de voces, ni cuse ni haga alboroto y si se empezare alguna porfía entre algunos hermanos que quieran proponer o que se ordene alguna cosa, que siéndoles mandado por el prioste y escribano que callen y no porfíen unos contra otros, sean obligados de lo hacer”. También la hermandad podía expulsar de la misma a cualquier hermano devolviéndole su hacha de cera en caso de escándalo.
En las ordenanzas se establece el pago de una
sanción a los hermanos, que no acudieran a la procesión de la Virgen en sus
días o en otras que fueran llamados y en los entierros, teniendo
que pagar una libra de cera, y si no asistían a los cabildos media libra de
cera. También debían entregar media libra de cera, en caso de ser llamados al
orden durante la celebración de los cabildos, si producían gran alboroto en los
mismos por falta de respeto.
Esta primera acta fundacional fue firmada por Pedro de Cea como prioste, Antonio Cava como mayordomo, Pablo Gómez como escribano y dieciséis hermanos más.
Por último decir que tras la aprobación de
este acta fundacional y las ordenanzas y constituciones que se recogen en la
misma por el Arzobispo de Toledo, este accedió a dos peticiones del prioste de
la Hermandad, una con fechada en Toledo el 11 de julio de 1600 en la que se dice
“…para en las procesiones que hiciere la Cofradía de Nuestra Señora del
Prado, pueda, cualquiera de los Cofrades o el Mayordomo, que fuere de la dicha
Cofradía, llevar un cetro de plata para regir a los cofrades que fuesen en
dicha procesión…”. La otra firmada en Toledo el 3 de julio de 1600 dice “…os
damos licencia para que podáis repartir y repartir entre vos los dichos
hermanos y Cofrades, los maravedís que monta el Cetro de Plata que se ha fecho
para la dicha Cofradía, con forme fue acordado por ella…”.
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