jueves, 17 de marzo de 2022

DE LA SEMANA SANTA “AGÜELA” (II)

 

El destruido misterio de la Enclavación que abría la procesión del Santo Entierro el Viernes Santo por la tarde



“Romancico”, en la Merced, remata el Monumento levantado en la capilla de la Virgen titular. Distribuye espejos y candelería y flores de trapo y papel. Menea la cabeza más y mejor que de costumbre. “Malorum causa”. Echa fuera a los chicos, y gruñe si nos acercamos demasiado a los “pasos”, pero, no importa, es imprescindible comprobar si están bien pulcras las blancas camisas y si tienen suficiente brillo los planchados cuellos y puños de los tres “judíos” de la Enclavación, que sus dueños trajeron al hombre… como se los llevarán después de la procesión del Entierro. Sabía los nombres de los dueños de cada “judío”, pero…, ¡otro fallo de mi memoria!

Arrodillados y encorvados enarbolando en alto, cada uno, un formidable martillo, sujetan, con la otra manaza, los clavos medio hundidos en las manos y pies de Cristo. De este Cristo inartístico, sin expresión, pequeño, desproporcionado que, durante el año, está vertical en su cruz clavada en la pared desconchada de la antesacristía y, ahora, lo colocaron horizontalmente en el “paso”. Chorrean las viejas greñas de Cristo, como churretes de pez, y las ondulará el callejero vientecillo abrileño durante la procesión de la tarde del Viernes Santo.

 

El Niño Jesús de Santa María en su paso procesional antes de 1936


Cuando llegaba el “paso” al arco que había, en la cerrada plaza Mayor, al comienzo de la calle del Mercado Viejo, junto a la librería añeja de Bermúdez, yo, de chico, lo veía pasar -y me daban miedo los “judíos”- desde el balcón que hay junto a la pared, en escuadra, de la casa próxima. Es el único que todavía conserva barandilla con barrotes de madera torneados como la tenían todos los de la plaza antes de construirse el Ayuntamiento.

Aunque malo, pero de gran valor iconográfico, un óleo, con la plaza pintada de esa hechura, guardaba el Ayuntamiento. No hace muchos veranos lo estuve buscando… y no logré hallarlo. ¿Qué sería de él?...

Junto a la capilla del Comulgatorio de la Merced, esta tarde de Miércoles Santo de 1909, dejaron al “Niño”. Es chiquituco como el de Santiago, pero más doloroso. Le gotean lágrimas de cristal por su graciosa y bonita faz. Los bucles morenos, se estrujan bajo la corona de plata, de espinas, que oprime sus sienes. También de plata es la cruz y el cestillo de los emblemas de la Pasión. También lleva pomposa túnica, como el de Santiago, pero es de bordado terciopelo negro -la parroquia viste de luto- con vuelillos blancos, de encaje. Cuando abra la procesión del Santo Entierro, lo veréis, muy compungido, acompañado de sus negros penitentes amiguetes. ¡Da tanta compasión el llanto de un niño!...


El Cristo del Perdón y de las Aguas en su paso procesional tal y como procesionaba hasta 1914, antes de la incorporación de los ladrones


Decid a “los Ayalas” os muestren este Niño Jesús, en cueros. Os aseguro el placer de contemplar tan encantadora escultura.

Felizmente, el año pasado, al cabo de diez y seis, la magnifica procesión del Santo Entierro de Ciudad Real, volvió a tener tan bellísimo gastador.

“Agüela” Semana Santa de mi tierra: Llevabas patina de leyendas, y el bálsamo de las oraciones de nuestros abuelos y de nuestros padres y de las nuestras primeras. ¿Cómo no recordarte? En tu pobreza, no todo era feo y astroso. Mucho tenías que debió conservarse y perdurar, pero… el Cristo de la Piedad, y el Nazareno, y el Cristo del Perdón y de las Aguas -ejemplares tallas- y la Santa Espina perecieron; perecieron la Dolorosa, hermosa de la Catedral y la Soledad entrañable, de san Juan de Dios; perecieron… ¡Sólo perdura, de ti, la juventud del Niño Jesús en dos de sus tres emotivas y antañosas imágenes pasionarias!

 

Julián Alonso Rodríguez. Diario “Lanza” miércoles 1 de abril de 1953


El destruido paso de la Santa Espina, que tenía hermandad propia y procesionaba la tarde del Jueves Santo


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