martes, 17 de enero de 2023

CIUDAD REAL, MI AMOR. BOCETO PARA UNA MEMORIA SOBRE EL ESTADO CULTURAL DE CIUDAD REAL NINO VELASCO, 1979 (V)

 



c) ARQUITECTURA

 

Este epígrafe puede quedar resuelto con un solo enunciado: en Ciudad Real, salvo casos contados, no se hace arquitectura, se hace construcción. Es decir, las tareas que debían estar reservadas para arquitectos y urbanistas, se hallan en manos de contratistas, aparejadores y maestros de obras. El arquitecto, en la mayoría de las ocasiones, es un elemento secundario, sometido siempre a los imperativos comerciales del tráfico del suelo. El planteamiento resulta sencillo: dado un solar, se trata de obtener del mismo el máximo rendimiento económico posible; si se pueden sacar doce pisos en lugar de ocho, tanto mejor para la inmobiliaria.

El resultado de todo esto es una ciudad de inapelable fealdad, llena de edificios disparatados, con espacios habitables angostos y standard, cuyo desgraciado conjunto consiste en un montón de mamotretos carente de la más mínima categoría, faltos de imaginación y ajenos del todo a cualquier tipo de soluciones meditadas de cara a conseguir una ciudad bonita y habitable o, en otro sentido, inscrita en los módulos de la arquitectura zonal.

Pero no sólo se carece de auténtica arquitectura; además se practica la destrucción indiscriminada. Se derriban, saltándose toda clase de ordenanzas en contra, edificios interesantes, y se destruyen fachadas o portadas de valor para levantar en su lugar estúpidos cubículos que sólo resultan interesantes para los traficantes del suelo y la vivienda. El hecho, además de brutal, bordea lo delictivo. La gente, mientras tanto, alborozada, paga cuatro, cinco o siete millones por pisos asfixiantes y descuidados, pero pretenciosos, que ya no se consideran como un buen sitio para vivir, sino como una segura inversión. De este modo nadie se plantea nunca el hecho de adquirir un espacio para habitar humanamente, sino que compran cierta cosa donde caben muebles y tiene la maravillosa virtud de ir subiendo de valor con el paso de los años.

Un ejemplo concreto, en fin, define la trayectoria urbana de la ciudad: la plaza del Pilar. Se destruyeron todos sus bonitos edificios de las primeras décadas de nuestro siglo, para levantar en su lugar indeseables engendros de hasta catorce pisos, que han convertido a la plaza en un agobiante embudo donde no existe absolutamente nada que contenga la más leve gracia o interés, salvo, precisamente, los dos edificios antiguos que aún se conservan milagrosamente.

Naturalmente, hay excepciones: el recién inaugurado Colegio Universitario, es un intento interesante de adecuar una arquitectura zonal a unos fines específicos sin olvidar la consecución de un ambiente limpio y grato. Ha sido financiado en gran parte por la Caja Rural Provincial, entidad que, dejando aparte las significaciones políticas y humanas de sus rectores, ha ejercido en numerosas ocasiones un elogiable mecenazgo cultural.




d) MÚSICA

 

En lo que se refiere a música clásica o sinfónica, la inexistencia de una orquesta local, o al menos, algún grupo de cámara, elimina cualquier posibilidad de asistir regularmente a conciertos de esta clase.

El Museo de Ciudad Real, por su parte, ha presentado con cierta asiduidad a minigrupos de cámara, o solistas, a cuyos conciertos asiste una minoría de público tan exigua que casi se queda en nada. La Casa de Cultura hace algo semejante y, salvo casos aislados, los intérpretes que presenta en la ciudad son semiprofesionales de tercera o cuarta categoría que sólo tienen posibilidades de contratación en provincias de una entidad cultural semejante a la nuestra.

En lo que se refiere a las emisoras locales, emiten una hora semanal de música clásica, y eso porque existe una orden gubernamental que les obliga a ello. Mucho más interés tiene, por su incidencia en la ciudad, la llamada Agrupación Musical, que reúne bajo esta denominación a una banda y una coral.

La banda ofrece conciertos regulares en verano, un par de actuaciones extraordinarias al año en el cineteatro Quijano, en unión de la coral, además de salir en casi todas las procesiones o desfiles y protagonizar cuantos pasacalles y festejos se producen en la ciudad.

Los conciertos veraniegos de la banda en la Fuente Talaverana del parque llega a reunir hasta trescientos o cuatrocientos asistentes, ofreciéndose el tipo de composiciones de gran aceptación popular que suelen constituir el repertorio de todas las bandas (pasodobles, marchas, fragmentos de zarzuela y música fácil de compositores del siglo 19 o principios del 20). La calidad técnica y sonora de estos conciertos es más bien mediocre, cuestión que es más achacabie a la estructura de la entidad que a errores de su director, Rafael Calonge, o de los miembros que componen la banda. Formada en gran parte por músicos que proceden de pueblos cercanos, prácticamente amateurs, con poco tiempo para ensayos y unos presupuestos de trabajo nada favorables, resulta lógico que la calidad de sus actuaciones no tenga el nivel propio de las cosas que se hacen en condiciones más confortables.

Una mayor profesionalización de la banda, que exigiría una dotación económica apropiada por parte de entidades públicas o privadas; depuración de la calidad sonora y una renovación del repertorio tendente a deparar al auditorio menos música repetida, podrían hacer de esta institución un eficaz medio musical para la ciudad.


Interior de la Casa de la Cultura del Prado



En cuanto a la enseñanza, no existe ninguna entidad seria (oficial o no) que imparta disciplinas musicales. Así que, aparte de diversos profesores particulares más o menos rutinarios, funciona una academia privada cuyos métodos, presupuestos y sistemas resultan más bien torpes: no se prepara a músicos, sino a alumnos que tienen que hacer determinadas cosas mecánicas en función de aprobar los exámenes en el Conservatorio de Madrid.

En el capítulo de "la otra música", la que parte de Elvis Presley (por nombrar un hito visible y contundente) y, con diversas ramificaciones acaba en las distintas formas del rock actual, el panorama, si cabe, es más desalentador. Se producen esporádicos festivales francamente mediocres y surgen pequeños grupos sin ninguna intención seria, ni las condiciones técnicas y ambientales para poder hacer música de este tipo tan sólo aceptable.

Las emisoras, por su parte, carecen de expertos en esta difícil especialidad y, junto a masivas cantidades de música de la peor categoría, introducen las muestras que más suenan del rock sin saber a ciencia cierta de qué va el asunto.

Los gustos musicales medios de la ciudad oscilan así entre Julio Iglesias y La verbena de la Paloma, y sólo gente aislada y superminoritaria se interesa por la música sinfónica de vanguardia (o, sencillamente, por Beethoven) y, en otro terreno, pueden distinguir entre un rock sinfónico y un rock duro o delimitar en qué consiste el sonido heavy metal.

Un buen número de gente progre siente predilección por cierto tipo de canción latinoamericana de izquierdas, lo que resulta ya un tópico circunstancial bastante grueso, y se desconoce, en términos generales, la gran música de jazz o los clásicos de la música melódica.

Hay que destacar el trabajo de jóvenes aislados interesados vocacionalmente por la música, que afrontan un esfuerzo tremendo y en solitario por hacer algo con seriedad en contra de circunstancias ambientales adversas y nada estimulantes.

Mencionaremos finalmente la insólita existencia de capillas catacúmbicas de aficionados al flamenco y de cantaores muy aceptables, que hacen reuniones esporádicas y casi secretas en lugares como el Club Taurino. Sería muy interesante dar una opción pública a estos grupos, cultivadores de una forma de expresión musical tan compleja, difícil y peculiar.




e) TEATRO, ESPECTÁCULOS Y CINE

 

Teatro y espectáculos. Una ausencia casi total de manifestaciones teatrales o espectáculos de otro tipo dados sobre un escenario, resume la actividad local en este sentido.

Sólo de vez en cuando recalan en la ciudad compañías teatrales (por llamarlas de alguna manera) montadas especialmente para hacer bolos por provincias subdesarrolladas culturalmente, que encabezadas por algún tipo que ha conseguido cierto nombre secundario en TVE, por ejemplo, presentan funciones del género llamado revista en las que uno no sabe de qué abochornarse más, si de la infraliteratura de los textos, del mal gusto de interpretes y montajes o de la grosería general del suceso. La comedia resulta aún más rara: llega una compañía al año, aproximadamente, con los mismos presupuestos que los grupos de revista: presentan cositas intrascendentes, chapuceramente montadas y puestas en escena con la más lamentable de las desidias. Todas estas cosas y el teatro mínimamente digno, no tienen nada que ver (2) .

En cuanto a colectivos locales, funciona actualmente el Grupo-Escuela de Arte Dramático Arlequín, dirigido por José Luis de los Ríos. Sobresale por sus escasísimas apariciones públicas (creo que, en Ciudad Real, han sido cinco en cuatro años, y siempre con las mismas cosas), lo que supone un escaso nivel de incidencia sobre la ciudad. Hacen un tipo de teatro lineal, del que no se puede decir nada, salvo que alguien dice y realiza algo sobre un escenario, sin otras perspectivas que hacer posible este simple hecho. Da la impresión de que el grupo trabaja sin ninguna clase de presupuestos teóricos definidos, lo que da lugar a funciones donde se aprecia cierto cuidado en los detalles de superficie (vestuario, maquillaje, etc.), pero ningún dato que evidencie un planteamiento serio del suceso dramático como algo unitario, con un determinado ritmo, sentido del espectáculo y un concreto climax derivado de la puesta en escena y el montaje. Resulta así evidente la desvinculación del grupo con el teatro contemporáneo más inquieto.

También funciona, aún menos que Arlequín, un equipo de teatro para niños denominado Zipi y Zape, oscilante entre los musicales de Gabi, Fofo y Miliki, la astracanada a nivel infantil y el desfile malo de marjorettes. Su director, que tiene un notable sentido de lo que es el espectáculo teatral y cierto conocimiento de la psicología infantil, entra en una considerable debacle cuando se hace patente su afición por el sainete desenfrenado y una falta de buen gusto en los detalles generales (vestuarios, decorados, escenografía) excepcionalmente acusada.

En estas circunstancias resulta dudoso saber si no sería preferible que no hubiese ningún grupo de teatro para niños a contar con uno de estas características (3).

En cuanto a espectáculo de otro orden, la miseria es descorazonadora: algún festival de rock aislado y malo, una ridicula muestra anual, en el teatro Quijano, de lo que saben hacer las niñas que estudian ballet; elecciones de Dulcineas o la celebración de juegos florales decimonónicos; la presencia de grupos o cantantes comerciales durante la semana de ferias en la Fuente Talaverana y, como nota destaca sobre el resto, las esporádicas actuaciones del Grupo Folklórico Manzantini, siempre cuidadas y presididas por un buen gusto general en los detalles que se agradece.

Esta agrupación, cuyos objetivos consisten en la conservación, rescate y difusión del folklore comarcal en todas sus manifestaciones, trabaja con amor, imaginación y detallismo, siendo uno de los vehículos de cultura popular más interesantes de la ciudad.



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