La primitiva imagen de la Virgen del Prado, que los ciudarrealeños invocaron desde la fundación de la ciudad como “Restauradora de las dos Castillas, Fundadora, Patrona y Protectora de Ciudad Real”, fue destruida durante la Guerra Civil Española en 1936. Terminada está en 1939, la hermandad depositó su confianza para realizar una nueva imagen en el entonces hermano de la Ilustre Hermandad y gran pintor ciudarrealeño, D. Carlos Vázquez Úbeda, que se ofreció para realizarla igual a la desaparecida. Carlos Vázquez residía en Barcelona, por lo que encargó la talla de la Virgen y Niño Jesús, al escultor catalán Vicente Navarro con policromía del propio Carlos Vázquez. Esta imagen llegó a Ciudad Real e1 24 mayo de 1940, y tras permanecer unos días en una ermita provisional que se construyó en la carretera de Toledo, entró triunfalmente en Ciudad Real el 1 de junio del citado año.
Pero esta nueva imagen de la Virgen no fue
del gusto de los ciudarrealeños, tal y como manifiesta el que fuera Deán de la
Prioral D. José Jiménez Manzanares, en un artículo publicado en el diario
“Lanza” el 12 de agosto de 1961 que lleva por título “Las madres nunca son
feas”, en el cual manifiesta que la imagen de Vicente Navarro no fue fiel
reproducción a la destruida en 1936 y por este motivo “no pudo satisfacer el
ansia filial de sus devotos”.
En el año 1946 se descubre carcoma en la cabeza de la Virgen, dándose cuenta de ello en la Junta General de la Ilustre Hermandad el 29 de junio del citado año. Dos años después en 1948, el entonces Obispo-Prior D. Emeterio Echeverria Barrena, nombra una comisión para la realización de una nueva talla de la Virgen del Prado y del Niño Jesús, formada entre otros por el Hermano Mayor y Secretario de la Ilustre Hermandad, miembros del Cabildo, del ayuntamiento y profesorado artístico de la ciudad, que convocaron un concurso para la realización de una nueva imagen, al que concurren varios escultores y que tal y como se recoge en el acta de la Ilustre Hermandad del 4 de julio de 1948: “…terminando por dejar desierto el concurso por no parecerse lo suficiente las obras presentadas a la imagen primitiva, de lo cual levantaron acta para elevarla a la superioridad eclesiástica a fin de que resuelva lo que estime conveniente”.
Por este motivo el entonces Obispo-Prior
delega la realización de la nueva imagen en dos canónigos de la entonces Prioral,
el Arcipreste D. José Jiménez Manzanares, que era también el Capellán de la
Hermandad de la Patrona, y D. Emiliano Morales que había sido antes que
canónigo, Párroco de San Pedro y Arcipreste de Ciudad Real y que formaba parte
de la Comisión Provincial de monumentos, y al que tanto deben las cofradías y
hermandades de San Pedro y por consiguiente la Semana Santa de Ciudad Real, ya
que gracias a él muchos de los pasos de nuestra celebración pasional, fueron
realizados por los grandes escultores de la posguerra española, y Ciudad Real
cuenta con una excelente imaginería procesional de gran calidad artística.
D. José y D. Emiliano, decidieron que los escultores valencianos José María Rausell Montañana y Francisco Llorens Ferrer, fueran los que realizaran la imagen de la Virgen del Prado. Estos escultores eran conocidos por D. Emiliano quien había encargado para la Hermandad del Silencio la Virgen del Mayor Dolor y el Cristo de la Buena Muerte, para la Hermandad del Encuentro su misterio a través de la Asociación de Cofradías, y para la Parroquia de San Pedro las imágenes de San Blas, el Niño de la Pasión y Santa Rosa de Lima. También estos escultores estaban trabajando desde 1947 para la Prioral ciudarrealeña, tallando las imágenes de los apóstoles destruidos en 1936 del retablo del altar mayor, obra de Giraldo de Merlo de 1616.
Los escultores tenían desde 1930, un
estudio de escultura en la Plaza Pintor Pinazo, 1 bajo (antes Plaza Picadero)
bajo el nombre “Rausell y Llorens”, y fue en ese estudio y lugar donde se esculpiera
la nueva imagen de la Virgen del Prado. El encargo lo recibirían los escultores
en 1949, con consideraciones de D. José y D. Emiliano, que aportaron datos para
que la nueva imagen se pareciera lo más posible a la desaparecida en 1936, para
que como dice D. José en el artículo anteriormente reseñado: “la nueva
Imagen se acercara si quiera a los anhelos fervorosos y a los devotos deseos de
los hijos de la Virgen del Prado”.
D. Emiliano fallecería por enfermedad en diciembre de 1949, por lo que la responsabilidad de la nueva talla recaería a partir de entonces en D. José Jiménez Manzanares, quien se desplazaría en ese mes de diciembre a Valencia para visitar el taller de los escultores, y tras una breve observación al policromador y decorador de la imagen, se dio por terminada la misma.
La talla es una imagen religiosa, exenta o
de bulto redondo que irradia maternal ternura, y que fue concebida para ser
vestida. El manto y la túnica están en movimiento, y tienen estofados en oro.
La policromía y decoración de la imagen corrió a cargo del pintor de imágenes
Juan Castellanos, excelente policromador que tenía una estrecha relación con
Rausell y Llorens, quienes vigilaban los procesos. Es una imagen realista, de
fuerte espiritualidad y de gran elegancia formal y armonía que se manifiesta en
la pulcritud del acabado. Su coste ascendió a 17.000 pesetas, que sufragó de su
bolsillo el entonces Gobernador Civil de la Provincia, D. Jacobo Roldán Losada,
y que regaló al pueblo de Ciudad Real.
La nueva imagen de la Virgen del Prado llegó a la catedral ciudarrealeña, el Domingo de Pasión 26 de marzo de 1950, pudiendo ser admirada el jueves 30 de marzo por las personalidades más representativas de la ciudad. El Miércoles Santo 5 de abril, el Obispo-Prior, D. Emeterio Echeverría, hizo la solemne bendición de la imagen en su camarín, en la que estuvieron presentes una representación de la Ilustre Hermandad, directivas de la Corte de Honor, autoridades locales y provinciales y el Cabildo Prioral, acompañados por una gran cantidad de devotos. Tras la bendición la imagen fue colocada en su trono, cantándose la Salve y el Prelado ofreció tres Ave Marías a la Santísima Virgen: la primera por quien puede ser llamado con justicia protector insigne de la nueva imagen; la segunda implorando fecundas bendiciones de la Patrona para su pueblo predilecto, Ciudad Real, y la tercera por las necesidades espirituales de toda la Diócesis Priorato.
El Sábado Santo al levantarse el velo que cubría el trono de la Virgen durante la Semana Santa, al existir todavía la costumbre litúrgica en nuestra ciudad de cubrir las imágenes con un velo morado desde el Domingo de Pasión hasta el Sábado Santo, los ciudarrealeños pudieron contemplar la nueva imagen de la Virgen del Prado, que desde aquel 5 de abril se convirtió en la Reina y Señora de Ciudad Real.
Emilio Martín Aguirre,
Vicepresidente de la Real e Ilustre Hermandad y Corte de Honor de Nuestra Señora del Prado Coronada, Patrona de Ciudad Real