martes, 14 de julio de 2015

PINCELADAS HISTÓRICAS DE CIUDAD REAL




ORIGEN DE LA CIUDAD

En el pequeño caserío Pozuelo seco, anejo de Alarcos, ubicado donde hoy se halla la Plaza de Pilar, vivían un reducido grupo de campesinos, viejos cristianos, dedicados a labrar la tierra y cuidar de su ganado. El día 25 de mayo, festividad de San Urbano del año 1088, en el prado cercano al caserío, llegó una comitiva real con la imagen de una Virgen que transportaba desde Toledo a Córdoba por mandato del rey don Alfonso VI.

Vista la Virgen por aquellos devotos labriegos, primeros pobladores de Ciudad Real, emocionados, con gran fervor, manifiestan el deseo de la pertenencia de la sagrada imagen. A través de los siglos la tradición ha conservado la poética leyenda de cómo la Virgen quedó en el lugar, en donde los campesinos levantaron un sencillo templo en honor a Santa María del Prado, en cuya advocación seria venerada alrededor del cual, el caserío fuera aumentando su poblado convirtiéndose en aldea, la aldea en villa y la villa en ciudad, hoy Ciudad Real.

POZUELO DE DON GIL

Uno de los más ricos y nobles habitantes de Alarcos que levantó su casa en la naciente aldea fue don Gil Terro Ballesteros, noble y valiente caballero que por su distinción en la batalla de Las Navas le sería concedido el señorío de la aldea tomando el nombre de Pozuelo de Don Gil.

VISITA DEL REY DON FERNANDO III EL SANTO

Algo más de siglo y medio llevaba de existencia la aldea cuando vino a ella el rey don Fernando III el Santo, en donde permaneció por espacio de cuarenta días, en compañía de su esposa, doña Juana y la de su madre doña Berenguela. Es de suponer que por entonces debería tener la aldea cierta importancia, con capacidad suficiente para albergar a tan regios huéspedes y a los caballeros y cortesanos que, a la usanza de la época, acompañaban a los Reyes.

La presencia del rey castellano en Pozuelo de Don Gil debió ejercer gran influencia en el destino de este pueblo, a cuyos moradores no les faltarían mercedes y privilegios y a Nuestra Señora del Prado las ofrendas del Rey Santo, preparando la gran obra que, diez años después, realizaría su hijo, Alfonso el Sabio, fundando en la aldea su Real Villa.

VILLA REAL

Con el fin político de tener en el Campo de Calatrava una plaza entre Toledo y Córdoba, al mismo tiempo fuera baluarte al poderío de la Orden de Calatrava, concibe la idea de fundar una “grand villa e bona e conservase e tuviere entre los fueros, e que fuese cabeza de toda aquella tierra”, en una de sus aldeas llamada Pozuelo de Don Gil, a la que hizo varias este nombre por el de Villa Real.

La Carta-Puebla de la fundación de Villa Real se conserva en el archivo municipal, fechada en Burgos el día 20 de febrero del año de 1255.

La Puerta de Toledo a principios del siglo XX

MURALLAS

Villa Real como la mayoría de las poblaciones españolas en los tiempos medievales y según las exigencias de la época, su poblado estaba cercado de murallas.

En el capítulo XI de la Crónica de Alfonso X el Sabio, dedicado a la fundación de Villa Real, dice el “…e señalo los lugares por do fuese la cerca. E hizo facer luego una puerta de piedra labrada esta en el camino que viene de Toledo mandó a los del lugar como ficieran la cerca”.

Las obras de su construcción se iniciaron, según Hervás, en el año de 1297, terminando la fábrica de las mismas en 1500.

Estas murallas con sus 130 torres y sus ocho puertas, estuvieron ubicadas en la línea que hoy señala la carretera de la Ronda con una extensión aproximada de 4 kilómetros y medio.

ALCAZAR REAL

El rey fundador ordenó a los de Villa Real que, a la vez que levantaban sus casas, construyeran también el Alcázar del Rey. No tardaron los villarrealeños en cumplir tal orden. De la terminación de su construcción de una prueba fehaciente la prematura muerte de don Fernando de la Cerda, primogénito del Rey Sabio, ocurrida en el Alcázar en el año 1275, cuando sólo hacia veinte años que su padre había fundado la Villa.

Debió ser nuestro Alcázar importante fortaleza, provista de las exigencias y condiciones precisas al acomodo del Rey y caballeros de armas que acompañaban a los reyes y recinto capaz de servir de campamento a las milicias que con frecuencia se reunían allí de paso a las campañas bélicas contra los árabes.

Cuando los Reyes Católicos deciden abandonar el Alcázar cediendo su posesión al ciudarrealeño don Fernando Cevera, se inicia la ruina de esta fortaleza y el abandono de las casas solariegas de hidalgos y gentes principales, convirtiéndose el lugar en cloaca y casuchas de gentes de mal vivir, desapareciendo toda huella de lo que fue aquella fortaleza. Ni una nota, ni el detalle más insignificante se ha conservado acerca de cómo fue la fábrica del Alcazar y cuáles fueron sus dependencias.

Recientemente se han derribado las míseras casas que había en el barrio para edificar en él un ambicioso y moderno núcleo urbano. Es lamentable que una vez campo abierto no se haya aprovechado para realizar excavaciones que hubieran dado alguna luz de cómo fue este monumento histórico, el más importante de nuestra ciudad.

Vista de Ciudad Real en 1916 desde la torre de la Parroquia de San Pedro

JUDIA Y CRISTIANA,  POBLACIÓN ARABE

Al llamamiento que don Alfonso hizo en 1279 a los descendientes de Mahoma para poblar la Villa, ofreciéndoles casas y heredades, acude gran contingente de éstos al disfrute de los privilegios reales.

Siempre fueron cordiales las relaciones entre moros y cristianos. A pesar de las diferencias religiosas y costumbres, convivieron en armonía en nuestro pueblo, dando gran impulso especialmente a la agricultura. Tan poderosa fue la ayuda que prestaron los moros en nuestro pueblo que, cuando éstos, en el siglo XVII, fueron expulsados del país, la ciudad quedó en la más ruinosa decadencia durante varios siglos.

Comprendía la barriada de la morería todo el ámbito comprendido desde la puerta de Santa María y la de Alarcos, cerrada por el interior con las calles de Alarcos, Postas y de los Reyes. Alguna de sus calles conservan en la actualidad nombres como: Morería, Jara, Lentejuela, Alamillo… que testifican su origen moruno.

El pueblo judío que por entonces gozaban de cierta protección de los reyes, acuden también al llamamiento del Rey Fundador y se apresuran a instalarse en la Villa…

Al contrario de los moros, los judíos no fueron buenos amigos de los cristianos villarrealeños. Es verdad que el Aljama Judía de Villa Real tuvo notables artífices de todos los oficios, que contribuyeron al desarrollo de la Villa, especialmente en el tejido lanar, compitiendo con los mejores de Europa, pero, también es cierto, que su principal ocupación fue la de prestamista, con la cual hicieron grandes fortunas, logrando gran poder e influencia en la vida social del pueblo. Muy pronto la codicia se hizo manifiesta produciendo el malestar natural de sus víctimas traduciéndose  en odio y deseos de venganza que no tardó en convertirse en sangrientas luchas.

El barrio judío comprendía la parte oriental de la ciudad hasta la muralla levantada entre las puertas de la Mata y la de Calatrava: por la parte poniente la calle de la Paloma, cerrado por el norte con la calle de Calatrava y por el sur, las calles de la Mata y Lanza.

La población cristiana se extendió por el territorio restante dividido en tres barrios: el primitivo, en torno del templo de la Virgen del Prado, el de hidalgos y gente principal, junto al Palacio del Rey, con su iglesia de San Pedro y el formado por gente más humilde y sencilla, y popularmente llamado barrio del “Perchel”, al lado de la iglesia de Santiago.

Desaparecida portada de la calle Refugio. La fotografía es de Julián Alonso del año 1948

CIUDAD REAL

Los villarrealeños siempre fueron muy fieles y leales a la Corona lo que, más de una vez, costó a estos la sangre y la vida en defensa de los intereses reales, especialmente en las múltiples escaramuzas que sostuvieron sus milicias con la prepotente Orden de Calatrava que nunca vio con buenos ojos la Villa del Rey.

Estando don Juan II cercado por sus enemigos en el castillo de Montalbán, en la ribera del Tajo, perseguido por su primo el Infante don Enrique, el cual, ante la llegada de nuevas milicias que acuden en ayuda del Rey, el Infante se ve obligado a levantar el asedio y ordenar la retirada.

Entre las milicias que acuden en auxilio de don Juan se hallaba la de Villa Real. Salvada la situación del Rey, éste quiere premiar a los valientes villarrealeños y les pregunta si quieren algo de la Corona, “e los de Villa Real suplicaron al Rey que la Villa la hiciese ciudad, e el Rey plugó dello e mandó que dende adelante le dijesen MUY NOBLE Y LEAL CIUDAD DE CIUDAD REAL”.

CAPITAL DE LA MANCHA

En el año de 1691 se crea la provincia de la Mancha y se otorga la capitalidad a la ciudad de Ciudad Real. Cincuenta años después, en 1750, por gestión directa del Conde de Valparaiso, Ministro y favorito de Fernando VI, es trasladada la capitalidad de la provincia a la ciudad de Almagro.

Los ciudarrealeños, perjudicados con este traslado, no dejaron de luchar con ánimo ante las autoridades para que fuera devuelta la capitalidad de la provincia a la ciudad. Un año después, el 15 de febrero de 1751, por Cédula Real del rey don Carlos III, vuelve definitivamente a ser Ciudad Real la capital de la provincia.

Los nombres de Alfonso X el Sabio, fundador de Villa Real, Juan II concediendo el título de Ciudad y Carlos III, designando el de la capitalidad, constituyo el trió real más significativo para la historia de Ciudad Real.

Hemenegildo Gomez Moreno (Diario Lanza Extra Feria de Ciudad Real, 14 de agosto de 1986)


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