“Tal día como hoy” es la llamada con que
una emisión de radio nos hace revivir acontecimientos remotos. Nuestro periódico
LANZA se complace también en recordarnos con frecuencia lo que sucedía en
Ciudad Real hace veinticinco, diez, cinco o un año.
Yo ahora quiero refrescar lo que tal día
como hoy 27 de mayo, en que el Emmo. Cardenal Moreno, arzobispo de Toledo,
ejecutara la bula “Ad Apostolicam” de Pío IX, lanzando a la vida el Obispado
Priorato de las Cuatro Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y
Montesa. Todavía hasta el próximo 4 de junio, no se cumpliría el primer
aniversario de la solemne proclamación del acontecimiento, que hiciera el mismo
cardenal Moreno, administrador apostólico del nuevo Obispado, en la parroquia
de Santa María del Prado, de Ciudad Real, convertida en Catedral.
Francisco
Javier Baztán y Urniza fue de los Canónigos que constituyeron el Cabildo de
Ciudad Real, siendo consagrado en 1905 como Obispo de Oviedo
Aquel 27 de mayo de 1877 tenía lugar un
sencillo acontecimiento que daba principio a la vida de una institución: por
primera vez se reunía en sección constitutiva, el Cabildo de la Catedral de
Ciudad Real, que daría posesión en el día siguiente al que fue el primer obispo
prior, don Victoriano Guisasola Rodríguez, en la persona de su apoderado el Deán
del mismo Cabildo don Joaquín Martín Lunas y González, que presentó en la
sesión de referencia las bulas del Prelado.
Según la bula fundacional del Priorato,
el Cabildo había de estar formado por cinco dignidades, cuatro canónigos de
oficio, ocho canónigos de gracia y doce beneficiados o capellanes asistentes.
En agosto de 1876, su Majestad don Alfonso XII, en su calidad de Gran Maestre
de las Ordenes Militares, había nombrado ya cuatro dignidades (todas excepto el
Deán), los ocho canónigos de gracia y siete beneficiados. Entre esa lista
primera y la que aparece en el acta constitutiva del 27 de mayo, encontramos ya
algunas variantes: aparte de encontrarnos ya con el Deán, el señor Martín
Lunas, el canónigo don Clemente León Rivas, antiguo vicario de Ciudad Real
cuando pertenecía a la diócesis de Toledo es ahora Chantre, y hay que añadir
los canónigos don Francisco Baztán, que sería luego vicario general del
Obispado de Ciudad Real, y más tarde obispo de Oviedo, y don Casimiro Piñera,
primer rector del Seminario Diocesano, canciller-secretario de don Victoriano
Guisasola, y luego administrador apostólico de Barbastro y cuarto obispo prior,
cuyos restos descansan en la capilla penitencial de nuestra Catedral.
Victoriano
Guisasola y Naredo fue también de los Canónigos que constituyeron el Cabildo de
Ciudad Real, siendo posteriormente cuarto Obispo-Prior
El año 1878, se nombrarán, previa
oposición, los primeros canónigos de oficio, es decir, Penitenciaria,
Magistral, Lectoral y Doctoral. Fue el primer Doctoral el sobrino del primer
obispo, que se llamaba como el tío Victoriano Guisasola, aunque de segundo
apellido era Menéndez, que era beneficiado de la misma Catedral y Fiscal del
Obispado, y que luego sería cardenal arzobispo de Toledo, después de haber
gobernado otros Obispados y Arzobispados. A la entrada de la capilla del
Seminario Mayor de Toledo, leía hace poco su epitafio sepulcral.
Cardenal fue también y murió de
arzobispo de Sevilla, el segundo magistral de nuestra Catedral, don Eustaquio
Ilundain y Esteban, rector y profesor del Seminario Diocesano de Ciudad Real, y
autor de un librito para seminaristas.
El
primer Doctoral de la Catedral de Ciudad Real, fue Victoriano Guisasola y
Menéndez, que llegó a ser Cardenal Arzobispo de Toledo
A la lista de obispos que pertenecieron
a nuestro Cabildo, hay que sumar a don Javier Irastorza y Loinaz, cuarto
penitenciario, que había venido con el obispo doctor Gandásegui y que fue luego
su vicario general y provisor, cuyo ingreso en el Cabildo produjo de momento cierta
marejadilla, pero que fue luego promovido arcipreste del mismo Cabildo y,
siendo arcipreste, fue preconizado sexto obispo prior.
El hecho de haber dado en pocos años
cinco obispos a la Iglesia, no agota en manera alguna la labor eclesial del
Cabildo, que nacía aquel 27 de mayo. Cumplió en primer lugar con su misión,
especifica de contribuir a la solemnidad del culto en las celebraciones
catedralicias, y de asesorar al obispo diocesano con su consejo; manteniendo
siempre cordiales relaciones de abnegada colaboración en cargos de gobierno
encomendados a sus miembros y supliendo como gobernadores eclesiásticos en
pocas ocasiones a los obispos en sus ausencias. No fue inferior su contribución
en el campo de la docencia, sobre todo en el Seminario Diocesano, y en el campo
de la investigación, del que son índice el estudio sobre el Priorato escrito
por el señor De Hermosa de Santiago y la Historia de Ciudad Real, de Delgado Merchán.
El
segundo Magistral de la Catedral de Ciudad Real, fue Eustaquio Ilundain y
Esteban, que llegó a ser Cardenal Arzobispo de Sevilla
No pretende este recuerdo servir de halago
a la vanidad, ni de freno a las oportunas reformas y modernización que toda
institución, con el correr del tiempo, necesita. Es más bien un justo
reconocimiento a quienes pusieron sus personas y talentos al servicio de la Iglesia
en un cuerpo no siempre comprendido, y quiera el Señor que a todos nos valga de
estímulo para emular cuanto de bueno hay en cualquier parte.
José
Jimeno. Diario “Lanza” domingo 26 de mayo de 1974, página 5.
Javier
Irastorza y Loinaz fue Arcipreste de la Catedral de Ciudad Real y sexto
Obispo-Prior
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