jueves, 6 de abril de 2017

SEMANA SANTA MANCHEGA



En mi barrio perchelero
dadme una calle cualquiera…
con temblor de luna llena
calleja de limpia cal
besando claveles rojos
que gritan desde una reja
con voz ardiente de fuego
loca de sangre y de pena…       

Calles con nombre de flor
-Jacinto, Lirio, Azucena-
¡Qué buenas calles, Señor,
para mirar las estrellas
y clavar en cada una
-con el fervor de quien reza-
mitad canto y oración,
el temblor de una saeta!

Esa Saeta que brota
en claras noches manchegas…


¡Ay, noche de Jueves Santo
cuando allá en San Pedro suenan
solemnes, pausadas, tristes,
doce campanadas llenas
del angustiado dolor
de la infinita tristeza
que acompañará a Jesús
-morada flor nazarena-
a quien el martirio dobla
y a quien la angustia despeina!...
Así el aire doncel
de la primavera nueva
nos va trayendo y llevando
la Pasión ciudarrealeña:
Dolorosa de Santiago,
¡Virgencita perchelera
que aunque es humilde tu barrio
te dio el empaque de reina!...
¡Triunfal domingo de Ramos
ramos de olivo y palmera,
Paso de la borriquilla
estampa infantil y tierna;
Mañana del Viernes Santo,
mañanita que el sol besa
con resplandores y lumbres
con color y luz de fiesta…


Calle de la Mata arriba,
entre clamor y trompetas
y redobles de tambores,
se abre la magnificencia
de bordados estandartes
en la procesión que cierra
el buen Cristo del Perdón
y de las Aguas. ¡Que añeja
evocación la que trae
de sus Cruces la silueta!...

Y en la tarde de los “armaos”
estampa sencilla, ingenua
van a golpe de tambor
con capitán y bandera
a custodiar el Sepulcro
que allá en la Merced espera…


¡Virgen de la Soledad
quien solo una vez te viera
nunca te podrá olvidar,
custodiada por mujeres
blancas las caras de pena,
blanco cirio en blancas manos,
y negra mantilla, negra
que tejieron desveladas
encajeras almagreñas…


Compas de Santo Domingo,
que bien conocen tus piedras
el pisar de penitentes
-negro el capillo y las vestas-
que en teoría devota
sombra y silencio proyectan
sobre tus viejas paredes
de sabor y traza hebrea
y hoy de hondo sentir cristiano
que se estremece y aún tiemba,
al paso del Redentor
-tronchado lirio de cera-
Cristo de la buena muerte,
lección de fe y penitencia
que en viacrucis de amor
callados hermanos llevan
entre la noche y el día,
cuando ya el alba nos llega.
Silencio, silencio augusto
en la madrugada quieta…
Tan solo un tambor, redobla
Roncos redobles de pena,
que se apagan lentamente
porque en el aire se mezclan
nardos de blancos perfumes,
nardos de la voz aquella,
que dispara hacia lo alto,
el temblor de una saeta…


Por mi barrio perchelero
por una calle cualquiera,
calle con nombre de flor
-Jacinto, Lirio, Azucena-
abril rondador nos trae
las pasionarias que llegan
sencillas, sentidas, hondas
como es el alma nuestra;
luminosa y recatada:
¡SEMANA SANTA MANCHEGA!

Pedro Alpera (Composición original expresamente compuesta para el Pregón de la Semana Santa de Ciudad Real 1952)



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