jueves, 12 de octubre de 2017

LA PARROQUIA DE SAN PEDRO (I)


 
Vista de la iglesia de San Pedro a principios del siglo XX

En busca de datos históricos con que enriquecer el artículo que dedicamos a la iglesia de San Pedro, hemos revisado todas las obras en donde se habla de Ciudad-Real y en ninguna hemos hallado cosa de provecho, y cuando ya nos decidíamos a emprender el trabajo sin más que los datos que el templo nos suministrara, vino a nuestras manos la “Guía de Ciudad-Real”, publicada por nuestro amigo D. Domingo Clemente en 1869, en donde se inserta una descripción bastante aceptable, si bien tendremos que rectificar algunas de las noticias que contiene. Cabe, pues, al Sr. Clemente, la honra de ser el primero que haya hablado en serio del mejor templo de Ciudad-Real. Hecha esta digresión necesaria entremos a analizarlo artísticamente.

 
La Puerta del perdón en las primeras décadas del siglo XX

La planta del edificio es un rectángulo, cuyos lados más largos, desde la puerta principal al ábside, son una tercera parte justa mayores que los otros. Está dividido en tres naves de igual anchura, sostenidas por tres machones en cada lado y la central se prolonga para formar la capilla mayor que remata en un ábside, cuya planta es la mitad de un polígono de doce lados.

El imafronte está dividido por dos robustos botareles en tres compartimientos y en el ángulo que forma con la fachada del lado Norte, hay otro robusto botarel que forma juego con la torre de campanas que se levanta al otro lado de la fachada. En estos compartimientos hay en dos por únicos adornos, sendos rosetoncitos ojivales, y en el espacio de en medio se abre la puerta principal de la iglesia luciendo sobre ella un magnifico rosetón ojival con un círculo lobulado en el centro y una serie de graciosas ojivas que parten de él simulando un movimiento de rotación. Es un ejemplar que honra al artista que lo ideara, cuyo nombre ha quedado, como tantos otros, envuelto en las sombras de perpetuo silencio.

 
Vista de los botareles de la calle Lanza

La portada, reformada por su parte interior en el siglo XVII, es de las llamadas abocinadas, compuesta de un arco, el de la puerta, completamente latino  y adornado con dientes de sierra, ante el que se desenvuelven cuatro más, ligeramente apuntados. Las costillas que forman la puerta, de corte puro del tercer período del ojival, se apoyan en capiteles ornamentados con hojas de cardo de fina labor y de relieve escaso, sostenidos a su vez por esbeltos fustes, cuya terminación inferior no puede ya apreciarse. Entre los distintos arcos hay adornos sencillísimos consistentes en florincitos casi todos iguales. La portada está rodeada, así como la del lado Norte, por una crestería graciosa y ligera que hemos examinado muy detenidamente, pero que a pesar de las repetidas visitas que le hemos hecho y de hacer un esfuerzo grandísimo de memoria, ni recordamos ninguna otra que se le parezca ni sabemos que es lo que el artista quiso representar. No hay labor alguna en la ornamentación romana, bizantina, árabe u ojival, donde no se haya querido remedar algo conocido, algo que produzca la naturaleza, pero en esta ocasión nos confesamos ignorantes e incapaces de descifrar el pensamiento que guiaba el buril del tallista.

 
La Puerta de la Umbría a principios del siglo pasado

Toda la ornamentación termina en una cruz y la fachada está encerrada por la parte superior en un grueso bocel y por los flancos en medios pináculos de poco relieve. A los lados y sobre la puerta se ven aún dos ménsulas muy destruidas que contendrían estatuas, y aún se advierten mal tapados los huecos en donde se alojaron un día los doceletes o umbelas que las cobijaran.

La fachada del lado Norte está cortada por botareles, que, a causa sin duda de sentimiento en la obra y como medio de preservarla de inminente ruina, han sido revestidos por unos refuerzos exageradísimos, dándole el aspecto de gruesos tambores muy dignos de figurar como estribos de un puente del Guadiana. Entre el primer botarel y el arbotante de la esquina se abre un rosetoncito ojival; entre los dos siguientes una portada;  y en los demás espacios hay ventanas ojivales de doble arco, una de las cuales presenta un parteluz apilastrado de labor más moderna que el resto del ajimez.

 
Vista de la parroquia por la puerta del mediodía con el antiguo cementerio parroquialtras las obras de 1909

La portada Norte es muy semejante a la principal. Difiere de ella en que los arcos son apuntados y el practicable angrelado de muy bello corte. Entre las costillas hay floroncitos menudos, pero de dibujos diferentes. Las costillas solo son tres. La crestería es igual a la del imafronte y  en los capiteles el artista ha querido sin duda representar los frutos del  país y las labores (de más relieve que en la otra puerta), son de hojas y  racimos de vid y matas de encina. Esta portada debió ser más redondeada y ancha, y en una de las muchas reformas que el templo ha sufrido, perdió una dovela según se puede ver claramente, viniendo a ser el vano más estrecho y casi lancetal. Con este estrechamiento, digámoslo así, ha quedado descentrado el rosetón que la corona.

La fachada del lado Sur no ofrece nada de notable. La portada, abocinada como las otras, está desfigurada y cubierta con un porche hecho a fines del siglo pasado. Los botareles son los primitivos sin revestimiento posterior y en el ángulo con el imafronte, se ha puesto después la torre que tampoco ofrece nada de particular al curioso ni al artista. Todo el edificio está sobre un ancho andén en donde estuvo el cementerio parroquial antiguo.

Rafael Ramírez de Arellano. “Ciudad-Real Artística. Estudio de los Restos Artísticos que Quedan  en la Capital de la Mancha”. Ciudad Real. Imprenta del Hospicio Provincial 1893.

 
La puerta del mediodía con el porche que se le construyó en el siglo XIX

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