domingo, 29 de julio de 2018

LA PANDORGA UNA FIESTA POPULAR QUE NO MUERE (I)



El escenario, al igual que la fiesta, ha sufrido una evolución con el paso del tiempo. La importancia que tiene está en que es una de las “partes” que forman el “todo”. A través de los distintos escenarios en los que se llevaban a cabo la Pandorga se puede ver cómo se preparaba y la participación tanto del público como de los “actores” de la misma.

Por las referencias de historiadores y de gentes del pueblo, no es difícil intuir que originariamente se llevó a cabo en un escenario no muy organizado, ya que sería el que brindase la naturaleza, para después el hombre intervenir de acuerdo con los tiempos en que vive.

Parece ser que en los tiempos pasados, el lugar escogido para celebrar la Pandorga fue debajo del Camarín. Aquí, unas veces no habría más escenario que el propio de todas las noches, sin ninguna intrusión de elementos nuevos:

Esa noche, la Señora abría la ventana de su camarín, para ver bailar a las mozas batiendo castañuelas, repicoteando seguidillas y fandanguillos manchegos...

Pero el hombre queriendo agradar cada vez más fue introduciendo piezas nuevas dentro de este entorno. Todo esto se puede ver en las crónicas, como la de don Joaquín Gómez. “...La noche del 31 de julio iban en carro cubierto de tapices a cantar a la Patrona...” No solamente se aporta un escenario artificial, sino que además se adorna y engalana.

El tiempo pasa, el público aumenta y ese escenario primero se convierte en un “tenderete” o “quiosco de la música” que era el nombre como se conocía. Estaba situado en un lugar muy próximo al que ocupa actualmente la Cruz de los Caídos, pero dejando libre toda la rotonda central, que era donde se situaba el público, ocupando los bancos los más madrugadores y permaneciendo el resto en pie.

Sobre el escenario hay siempre unos personajes. Han pasado por estos muchos músicos-cantores, bailadores, pero los personajes en los que nos detendremos con un poco más detalle por su importancia en la fiesta son: por un lado, un músico del pueblo, durante toda su vida, alma viva de la fiesta, es Mazantini; por otro, un personaje unido a ella como la uña a la carne, el Pandorgo.

Mazantini era un hombre sencillo, netamente del pueblo, tenía una fibra popular que era la suya propia.

Un día, allá por los años 20 de 1900, se le podía ver un 31 de julio en el templete metálico del Prado.

Los primeros en llegar ocupan los bancos; los demás, de pie o en sillas propias. Después del rezo obligado de la salve a la Virgen del Prado, hacia las once de la noche, suenan los aires manchegos desde el templete del Prado.

La voz de Mazantini era un rezo hecho canto, al principio. Luego, las letras varían, y la noche se hace seguidillas manchegas, fandangos, torrás o meloneras. El grupo de bailadores y bailadoras se mueve, con su gracia y garbo, y majestad habituales, y la rondalla no pierde compás.


Es natural pensar que por aquellos tiempos Mazantini era el número base para el cante, con aquella voz un tanto chillona, pero muy entonada, para expresar las letras de las manchegas, en las que no faltaba al final o al principio la alusión a la Virgen del Prado.

Este hombre, que vivía por la antigua calle del Caballo, era el director del grupo y con él se ponía de acuerdo el concejal o teniente alcalde que presidía la Comisión de festejos para que no faltasen con su actuación en la fiesta de la Pandorga.

Este hombre estaba acompañado, según testimonios, por Paco Argumosa, que tocaba la bandurria principal, así como Pepe el “gordo”.

Todos actuaban aquella noche, pero el alma del grupo era Mazantini.

Otro personaje singular, más que necesario, típico y folklórico, es el Pandorgo.

El origen de este personaje está ligado a la Pandorga. Sería en un primer momento el que tendría la Pandorga, o sea, el que se hacía cargo de la fiesta. Este significado es el que tiene en la actualidad.

LA MÚSICA:

Uno de los elementos imprescindibles de esta fiesta es la música, pero no una cualquiera. Nos referimos a la manifestación de la música popular.

Desde tiempo inmemorial, junto a las manifestaciones sabias y eruditas, se ha desarrollado un tipo de expresión cultural ingenua, espontánea, directa y vivaz, nacida generalmente en los estamentos inferiores de la sociedad o en medios rurales. Esto es el arte popular, que, en la variedad musical, ofrece un sinfín de problemas en lo que atañe a su origen y estimación.

En la actualidad, la música popular, al igual que la artesanía, está en trance de perecer, aunque quede guardada para evitar su completo olvido en disco o cinta que es el medio más moderno de que disponemos para tal fin.

En las manifestaciones populares tenemos, en primer lugar, un cometido utilitario de sus productos; y, en segundo lugar, su adscripción a unas formas inmutables que se repiten a través de las generaciones.

Otro de los escollos que encontramos en el estudio de la música popular, es el de la determinación de su valor y el de señalar su alcance y objetivos. A esto hay que decir que los estudios musicales acotados al universo folklórico no constituyen modernamente una sección de la musicología y que los especialistas en la materia designada con el nombre de “ etnomusicología” , lo que hasta hace unos lustros era considerado como una materia propia de la investigación musical.

Respecto a la cuestión relativa a la forma de originarse, hay que ver, en primer lugar, las afirmaciones de los románticos, para poder contrastarlas con las actitudes de los investigadores modernos.

Dice Jacobo Grimm: “Como cualquier cosa buena de la naturaleza, las canciones populares emanan silenciosamente de la pacífica fuerza del todo”, lo cual es corroborado por Canteloube al afirmar que “el pueblo crea sus cantos”. Por su parte, Cecil Shaup considera que la canción popular nace del subconsciente colectivo”.


Frente a este idealismo ilusionado y vago, las escuelas modernas aceptan de antemano la dificultad de aprehender el sujeto activo de la relación, el pueblo. ¿Qué pueblo? Más que valorizar estéticamente la creación popular a lo que tienden modernamente es a fijar los rasgos que esencialmente delimitan su manifestación. En este aspecto, Davenson dice que “lo que cuenta, no es lo que ha originado la canción popular, sino lo que ha sido de ella”, actitud compartida por Bel Bartók piensa que ante la transmisión oral de las melodías y, por tanto, falta de fijación escrita lleva necesariamente implícita la variación, lo que no significa evolución, sino simplemente cambio dentro de sus elementales estructuras.

En definitiva, el estudio de la música popular es empleado como instrumento de conocimiento sociológico con el cual desentrañar formas de vida, costumbres, tradiciones y creencias que constituyen vivencias peculiares de los pueblos.

Otra cuestión importante es la concerniente a la determinación de su autor. Hoy se acepta que no se trata de creaciones anónimas, sino literalmente de ausencia de autor. Si se piensa en la palabra de B. Bartók, concluiremos que la creación musical popular tiene un carácter colectivo, con lo cual se trata de una creación en cuya manufactura intervienen múltiples generaciones, lo que determina que su producto esté en perfecta elaboración.

Esbozadas las precedentes cuestiones, llega el momento de ver las manifestaciones específicas que se dan en esta fiesta: las seguidillas, la jota manchega y el fandango.

El baile, las coplas y los instrumentos con los que se interpretan son las tres notas principales de la Pandorga.

De todo esto se deduce que el Pandorgo es toda una autoridad en la fiesta; es el elemento representativo masculino de la Pandorga.

Este personaje no ha seguido una línea de continuidad a lo largo de la Historia de la Fiesta. No se sabe bien por qué causas, pero desapareció volviéndose a instituir en 1980. Su misión como ya dejaban ver los antes dichos cronistas municipales, es la de un mayordomo que preside la fiesta junto a las autoridades municipales, también invita a la gente a “limoná”, dando a la fiesta un aire alegre y bullicioso.

La forma de elección se hace de la siguiente manera: A partir del año 1984, las Peñas proponían al Ayuntamiento distintas personas, La Comisión de Festejos hace una terna, y se entrega. A los Pandorgos anteriores y estos son los que eligen.

Pandorgos a partir de 1980 fueron:

1.º D. Tomás Valle
2.º D. Pablo Romero
3.° D. Justo Serrano
4.° D. Antonio Cárdenas
5.° D. Benjamín Gómez-Serrano
6.° D. Emilio Arjona

Pandorgo hace una ofrenda leída a la Patrona, cada uno lo hace de forma diferente, es el protagonista de la Fiesta en toda la expresión de la palabra.

Despertar. Semanario de Castilla-La Mancha Nº 10 Julio-Agosto 1986


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