lunes, 17 de junio de 2019

EL DESAPARECIDO SEMINARIO CONCILIAR DE LA CALLE ALARCOS



Con la bula fundacional del Obispado Priorato “nullius” de las Ordenes Militares, establecía en su artículo 14 que debía crearse cuanto antes un seminario para clérigos según las disposiciones del Concilio de Trento. El Gobierno Español se comprometía a proporcionarle una casa y a dotarlo con una asignación económica de 90.000 a 120.000 reales para sus gastos.

El primer Obispo Prior, D. Victoriano Guisasola Rodriguez, puso su empeño en erigir el Seminario Conciliar, y aunque en un primer momento se barajó la posibilidad de adaptar el desaparecido Hospital de San Juan de Dios de la calle Ruiz Morote, se optó al final levantar un edificio de nueva planta en un solar de 9.075 metros cuadrados, llamado Huerto del Moral, y que estaba formado por las calles de Alarcos, Olivo y Lentejuela. Lo había comprado a doña Bárbara de Bustamente y Campaner, que en obsequio a la finalidad de la compra, rebajó 2.000 reales su precio.

Hizo los planos el arquitecto diocesano, que era también provincial y municipal, D. Vicente Hernández. El edificio, que ocuparía una superficie de 4.216 metros cuadrados, quedando el resto para patios y lugares de recreo, sería de dos plantas, formando un rectángulo con tres patios interiores, uno en el centro y dos laterales. La planta alta se destinaba para habitaciones, y la baja para locales de uso común (clases, biblioteca, gabinetes, comedores, etc.). La Capilla formaba un cuerpo especial frente a la entrada, pero en la parte opuesta a la fachada. Esta era de elegante sencillez, de ladrillo visto, precedida de una franja ajardinada protegida con verja, y daba a la calle de Alarcos.


La bendición de la primera piedra, fijada para el 19 de marzo de 1882 y retrasada a causa de una tormenta que descargó sobre Ciudad Real, se celebró con toda solemnidad al día siguiente, en presencia del Cabildo Prioral, Autoridades provinciales y locales, y más de 2.000 fieles. El Obispo, presentado ya para la sede de Orihuela, escribió una carta a los fieles, en la que calificaba el hecho de “la satisfacción más pura al cabo de 5 años al frente de la diócesis”.

Como con los 20.000 duros ahorrados por Guisasola, no fueron suficientes para la obra, ni se obtuvieron una subvención gubernamental solicitada, el segundo Obispo Prior Dr. Cascajares, aconsejado por la Junta de Obras del nuevo Seminario, decidió el 12 de mayo de 1883 pedir un empréstito a sus diocesanos, por valor de 200.000 pesetas, en 1.600 títulos de 125 pesetas, con un interés anual del 5 por 100, amortizable en 12 años, con cargo a las dos terceras partes de la dotación estatal anual para el Seminario. Los títulos llevan fecha 1 de julio de 1883 y van firmados por el Obispo, por el Rector Piñera y por los Diputados de Hacienda León Rivas y Torres Asensio. Forman cuatro gruesos volúmenes que se conservan casi como reliquia en la biblioteca del Seminario.

Aunque el coste del edificio se elevaría a 2.000.000 de reales, con este sistema y con algún donativo de la Diputación, las obras tomaron un ritmo acelerado, lo que permitió al mismo Obispo Cascajares habilitar ya algunas cátedras y al Vicario General S. V. Sr. Martín Lunas trasladar todas las clases al nuevo edificio el 1 de octubre de 1886, reservando la inauguración del internado, ya anunciada para este curso, a la venida del Obispo Rancés, que, después de algunas reformas, lo abrió el primero de octubre del siguiente curso 1887-88. A la inauguración solemne asistieron, con el Obispo, las Autoridades provinciales, una comisión del Ayuntamiento, otra del Instituto, el Profesorado de la Normal, el Claustro del Seminario y varios capitulares. El Boletín del Obispado, no ha tenido lugar un suceso de tantos interés y trascendencia en el orden eclesiático”, y el Obispo afirmó que en el Seminario veía cifradas “la existencia, la vida y la prosperidad de esta Diócesis Priorato”.


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