miércoles, 28 de febrero de 2018

DE LA SEMANA SANTA DE CIUDAD REAL : COFRADÍA DE LA SANTA ESPINA


El relicario de la Santa Espina en la capilla que recibía culto de la Parroquia de Santiago

Una Cofradía que no figura ya en las procesiones de nuestra Semana Santa y que desfiló hasta los años 30, es la Cofradía o Hermandad de la Santa Espina. Sería muy interesante conocer su origen. El P. Jurado da una ligera referencia. Del libro de actas de la citada Hermandad, incompleto, y cedido por don Ramón González, he reunido, precipitadamente, unas notas para este número especial de LANZA. Espero que algún día se podrá completar toda la historia y en especial hay que procurar localizar el origen y fundamento de tal devoción.

De la documentación citada se desprende, que existió una primitiva Hermandad de la Santa Espina, pero en el siglo XVIII, concretamente en el año 1724, un grupo de ciudarrealeños, entre los que figuraban miembros de las familias Aguilera, Muñoz, Prado, Treviño, Ureña, González, etc., se reunían en la Parroquia de Santiago y declaraban “que en obsequio de una de las 72 espinas que taladraron las Sienes de la Sacrosanta Cabeza de Cristo, y de las cuales se componía la corona que sobre Ella fijaron nuestras culpas, cual piadosamente creemos que es una de ellas la que se venera en la Parroquia de Santiago de esta ciudad,  y oponiéndonos a las asechanzas e insidias con que nuestro común enemigo tiene muy tibia y resfriada la Devoción a una Reliquia tan sagrada y tan digna, y extinguida casi toda la antigua Hermandad fundada en su obsequio y para mayor culto, decimos, los que firmaremos al pie de estas Constituciones. QUE RENOVAMOS EN EL MEJOR MODO QUE PODEMOS DICHA ANTIGUA HERMANDAD”.

Se establecieron unas Constituciones con nueve apartados. El número de Hermanos no podía por motivo alguno o pretexto exceder de 25. Al quedar plazas vacantes, los cofrades aspirantes serian elegidos por votación que había de celebrarse el día 8 de septiembre, o el Miércoles de Ceniza. Se recomendaba elegir a los más allegados en parentesco al hermano fallecido “siendo de buena vida y costumbres”.

El libro de actas de la desaparecida Hermandad de la Santa Espina que aún se conserva

Otro acuerdo fue el asunto de las túnicas, que debían ser de bocací encarnado, y además entregar un hacha de cuatro libras de cera. Para regir y gobernar la Cofradía se nombro al Letrado, D. Bartolomé de Cárcamo y Treviño, y como compensación de su labor se le excusó de la entrega de la cera.

Comprometiéndose que para el Miércoles Santo del siguiente año, cada dos hermanos entregarían una túnica pequeña para el “paso” de los Ángeles, excepto los señores don Álvaro Muñoz y don Tomás Aguilera que ofrecieron cada uno, y a su costa, cuatro túnicas pequeñas y cuatro antorchas. D. Manuel Rosales ofreció ocho túnicas y ocho antorchas.

Solicitaron y suplicaron al Arzobispo de Toledo que se concediera a esta nueva Hermandad los privilegios concedidos a la antigua, según la Bula Apostólica del Papa Clemente VIII, de 26 de abril de 1603. Ignoramos la autenticidad de dicha Bula, de la que conocemos una copia.

Es de suponer que muchos de los propósitos que se reflejan en estas líneas, quedarían como propósitos, pues en 1862, de nuevo se habla de una reforma de la Hermandad, y toman acuerdo relacionado con las túnicas “que hasta la fecha no tenían, siendo la única que sale en las procesiones de Semana Santa sin tenerla cual deben”, pero “han de hacerse con menos altura que las demás Hermandades”.

En 1863 nombraron hermano mayor a don Cayetano Clemente Rubisco y con especial satisfacción, se hace constar “que consiguieron que el día de Jueves Santo saliera la Santa Reliquia con los demás “pasos” de la parroquia y con la mayor veneración”.

En otra ocasión esperamos comentar las nuevas Constituciones que reflejan el cambio de mentalidad de la época, y la impresión de la Bula del Papa Clemente VIII que llevó a cabo el hermano mayor para distribuir entre los cofrades.

Hemos creído oportuno, dedicar este recuerdo a una Cofradía de Ciudad Real, de la que hay referencias documentales de los siglos XVII, XVIII y XIX, y que aún muchos ciudarrealeños la recuerdan con la devoción y amor que heredaron de sus mayores.

Isabel Pérez Varela. Diario “Lanza”, domingo 7 de abril de 1968.

Gallardete de la extinguida Hermandad de la Santa Espina

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