Al
no poder poblarse Alarcos, nacería Villa Real en Pozuelo Seco de Don Gil, hoy
Ciudad Real
La amplia llanura comprendida entre los
Montes de Toledo y Sierra Morena, habitada en la antigüedad por pueblos
celtíberos, estuvo dividida, según Plinio, en dos partes: Oretania y Bástula;
siendo para nosotros más interesante la primera por comprender ésta el
territorio de Alarcos y Pozuelo Seco, bases primitivas en el origen de Ciudad
Real.
Alejandro Ptolomeo ya se ocupa de la
ciudad de Alarcos, llamada entonces Lacuris, y la cita como una de las ciudades
más importantes de la Oretania Romana. En los tiempos de la reconquista, por su
situación geográfica y por la importancia de su fortaleza fue muy atacada y
codiciada por los árabes y no con menos valor y coraje defendida por los
cristianos. Unas veces en poder de los moros y otras bajo el dominio de los
cristianos, cien veces destruida y otras tantas vuelta a construir, según los
azares bélicos de la época, hasta en los finales del siglo XII que quedó
convertida en un montón de ruinas sin que jamás volviera a ser levantada en lo
sucesivo.
En una de estas batallas que pasó a la
historia como la “Batalla de Alarcos” celebrada el día 19 de julio de 1195,
Alfonso VIII fue derrotado por el emperador de los almohades, Yacuto Ben Yusus,
y la ciudad y fortaleza quedaron destruidas para siempre.
Esta victoria supuso para los árabes el
triunfo más grande conseguido durante la Reconquista. No faltan historiadores
que atribuyen que la bellísima torre sevillana, la Giralda, fuera levantada con
motivo y en conmemoración del éxito conseguido
en Alarcos.
La trágica y triste derrota que
sufrieron los cristianos en esta batalla, tuvo también su parte positiva, ya
que ello sirvió de experiencia y se vio la necesidad de la unión de los reyes
cristianos para la preparación de la batalla de Las Navas, en el año 1212, con
cuyo triunfo se consiguió la paz y tranquilidad en todo este territorio.
A pesar de los esfuerzos y privilegios
concedidos por los reyes para la reedificación y población de Alarcos no fue
posible conseguirlo. Hoy sólo se conserva en este lugar histórico un cerro y
pequeños restos de su castillo, en donde se levanta una ermita en la que se
venera la imagen de la Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de Alarcos,
en cuyo honor se celebra los lunes de Pentecostés una romería con gran
concurrencia de los vecinos de Ciudad Real y pueblos limítrofes.
A unos 9 kilómetros de Alarcos hubo un
caserío anejo y perteneciente a ésta, llamado Pozuelo Seco cuyo poblado estuvo
enclavado en lo que hoy constituye la Plaza del Pilar y en donde vivían un
pequeño grupo de viejos cristianos, primitivos pobladores de Ciudad Real,
dedicados a la agricultura y ganadería.
La
Virgen del Prado está unida a la historia y fundación de la actual Ciudad Real.
Según la leyenda se apareció en forma de paloma el 25 de mayo de 1088
Este caserio estaba situado en el camino
que unía Toledo con Andalucía. Según la tradición oral y escrita, conservada a
través del tiempo, con más o menos exageración, pero esencialmente firme desde
luengos años, el día 25 de mayo, festividad de San Urbano, en el año 1088, pasó
por este lugar Marcelo Colino, acompañado de caballeros y criados,
transportando una imagen de la Virgen que, por orden de Alfonso VI trasladaban
desde Toledo a Córdoba en donde se hallaba el Rey. Parece ser que don Alfonso
llevó siempre consigo esta imagen cuando entraba en batalla contra los árabes y
habiendo sitiado a Córdoba y antes de iniciar la batalla final, manda a su
capellán Marcelo a Toledo a recoger la imagen de la Virgen.
Necesariamente debía pasar la comitiva
real por Pozuelo Seco y al llegar aquí, el calor sofocante, la sombra de unas
encinas y el cansancio propio de los viajeros invitan a éstos a tomarse un
pequeño descanso y pasar por allí las horas calurosas del día.
Vista la imagen de la Virgen por
aquellos y devotos labriegos, solicitan con fervor la pertenencia de la misma.
Es de suponer que a pesar de la piadosa y reiterada petición de los lugareños,
fuera negada por el capellán. Pero el caso fue que de forma natural o por medio
sobrenatural (todo es posible para el creyente), la imagen de la Virgen se
quedó en este lugar en donde los humildes aldeanos le erigieron un templo de
terruño, alrededor del cual fue aumentando la población.
Los supervivientes de la demolida
Alarcos, buscando sitio más tranquilo y movidos quizás por la devoción de la
Virgen trasladan sus casas a la vecina aldea de Pozuelo Seco. Uno de los más
ricos y nobles de los habitantes de Alarcos que construyó su casa en Pozuelo
Seco fue don Gil Ballesteros, noble y valiente caballero que por su distinción
en la batalla de las Navas, le fue concedido por el rey el señorío de la aldea,
la que desde entonces tomó nombre de Pozuelo de Don Gil.
Con el aumento de la población alrededor
del templo de la Virgen, el cortijo se fue convirtiendo en aldea, al aldea en
pueblo, el pueblo en villa y la villa en ciudad, al amparo siempre de la Virgen
del Prado la que fue considerada como Patrona y Fundadora de Ciudad Real, como
figura en varios documentos conservados en el archivo parroquial.
En 1345, el Rey Fernando III, el Santo
acompañado de su esposa, doña Juana y de su madre, doña Berenguela, vinieron a
Pozuelo de Don Gil en donde permanecieron, según el historiador Lafuente,
cuarenta días. Es de suponer que por entonces Pozuelo de Don Gil debería tener
ya cierta importancia en donde no faltarían las mínimas comodidades necesarias
para la estancia de los regios huéspedes y la de los caballeros cortesanos que,
a la usanza de la época, acompañaban a los reyes.
La estancia del rey castellano en el
Pozuelo de Don Gil debió ejercer gran influencia en el destino de este pueblo y
en sus moradores los que recibirían del rey grandes mercedes y privilegios,
preparando así la gran obra que diez años después realizaría aquí su hijo, el
Rey Sabio, Alfonso X.
Hermenegildo
Gómez Moreno (Diario Lanza, 11/11/1981 página 16)
La puerta
del Perdón de la actual Catedral de Nuestra Señora del Prado, parece ser que
perteneció a la primitiva ermita levantada en honor a la Virgen
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