Escuela de selectividad social y de
aristocratismo provinciano”
El ciudadrealeño Pepe Rivero reconoce que La Talaverana tuvo una función “simbólica y social” para la “gente de Ciudad Real evidentísima”. Recuerda como en el año 1916 “la feria se trasladó desde la Plaza Mayor (al ser una feria mercantil como todas en su origen), hasta el Parque de Gasset, un espacio donde se acometieron reformas, pues en el parque hubo un kiosko de la música, que finalmente fue desmontado. Ya sobre los años 60 fue cuando realizaron la concha donde se producían las actuaciones”.
Desde su punto de vista uno de los momento culminantes en el devenir de la importancia que adquirió el parque de Gasset y la Talaverana se produjo en 1959 cuando el Noticiario Cinematográfico Español, más conocido como NODO, “se desplazó hasta Ciudad Real para grabar parte de la batalla de flores del 16 de agosto, que tradicionalmente era el Día de la Provincia y en el que también se realizaba un desfile de alto nivel para el momento. Por tanto, podría decirse que la vida de la Talaverana en su plenitud simbólica y álgida transcurrió entre 1959 y 1985”.
En cualquier caso, aclara que las citadas actuaciones artísticas y musicales de renombre que se celebraron y que “trataban de complacer a tanta gente, al final lo hacían a unos sí y a otros no”.
A este respecto indica que uno de los
factores por los que la Talaverana adquirió tanto protagonismo fue porque en
Ciudad Real “en esos años no había salas de fiesta ni discotecas, debido a que
el obispo prior, Juan Hervás, tenía una oposición cerrada a estos lugares
donde, desde su punto de vista, se producían ‘licencias y aproximaciones de
índole erótica’”. Por este motivo, Rivero piensa que “la centralidad de los
bailes de sociedad (así llamados entonces) de la Talaverana ocupaba todo por
ese vacío circundante al que me refiero. Por tanto, una parte queda disuelta
por el aura efímera de las actuaciones y el esplendor del verano, pero
también tenía una línea de educación sentimental y de aprendizaje ideológico
que considero necesario poner encima de la mesa”.
Añade a su vez como “en los momentos en los que funcionaban, las verbenas y los bailes populares se celebraban a las ocho y media de la tarde, mientras que las actuaciones más ‘selectas’ ya eran un poco más tarde, concretamente a las once de la noche. Todo ello hasta que se montó la pista popular en la parte de atrás, lindando con lo que hoy es la parroquia de Santo Tomás de Villanueva, por lo que había cierta segregación social significativa, pues los más pudientes iban a La Talaverana, mientras que el resto se congregaban en la pista popular donde todo era más próximo como la indumentaria, las actuaciones, los precios, etc. Por ello, podría decirse que esa escuela de selectividad social y de aristocratismo provinciano se daba a la perfección en el recinto de la Talaverana”.
Centro neurálgico de la actividad
social y cultural
El que fuera primer alcalde de la democracia en Ciudad Real, cargo que ostentó entre 1979 y 1993, Lorenzo Selas, recuerda como dentro de la feria de Ciudad Real el recinto de la Talaverana, que solía engalanarse para la ocasión, “era importantísimo para toda la actividad social de la ciudad”.
“A la Talaverana acudían los mejores artistas y las mejores orquestas de la época porque a ellos también les daba prestigio venir a actuar a Ciudad Real”.
Destaca que el recinto de la Talaverana y del Parque de Gasset, al que define como “muy bonito y con una gran historia”, cuando llegaba la Feria, “además de toda la instalación de las casetas, carruseles y demás artilugios que albergaba, era el centro social de la ciudad. De hecho, la noche del 16 de agosto, cuando previamente se había celebrado la batalla de flores, se hacía una cena de gala a la que asistían todas las reinas de los pueblos que habían participado en el desfile de la batalla de flores, así como las primeras autoridades de la ciudad”.
El que fuera primer edil de la capital
también pone en valor como la Talaverana fue uno de los puntos neurálgicos de
Ciudad Real en lo que a la celebración de conciertos de primer nivel se
refiere: “Recuerdo como la contratación previa de los artistas había que
hacerla con mucha antelación porque agosto es un mes en el que prácticamente
toda España está de fiestas, por lo que teníamos que anticiparnos con tiempo
suficiente a través de la Comisión de Festejos y Cultura para poder contratar a
los mejores de la época”.
Selas aclara como por aquella época los conciertos eran contratados desde el Ayuntamiento, siendo una tarea muy trabajosa: “La Comisión de Cultura y Festejos era la que se encargaba de contactar con los representantes de los artistas, teniendo que negociar con ellos muchas veces ‘a cara de perro’, pues en algunos casos eran muy exigentes y los artistas tenían unos cachés muy caros, por lo que había que negociar mucho. Y cuanto antes se hiciese era mejor, porque si pasaba el tiempo tenían otros compromisos y subía su caché”. De hecho, recuerda como entre los conciertos de la feria que más trabajo le costó contratar a su equipo de Gobierno durante aquellos años fue el de Rafaela Carrá, que actuó en Ciudad Real en agosto de 1981.
Añade que, a su vez, dentro de la pista municipal, que se encontraba en el recinto que hoy ocupa el edificio donde después se construyó para el colegio de la Ferroviaria, también se llevaba a cabo “una importante actividad social y cultural “muy agradable con orquetas y con bailes”.
No se olvida tampoco de la importante
labor que por aquella época realizó Eduardo Pérez, que llevaba el Hotel
Castillo y que era la persona responsable de organizar las cenas: “Eduardo fue
una persona imprescindible para que todos estos acontecimientos se pudiesen
llevar a cabo”.
Pero el tiempo no perdona, y los encantos
y la magia que transmitía el recinto de la fuente Talaverana y el Parque de
Gasset también tuvieron que convivir con los desperfectos sufridos tras la
celebración de cada feria: “Como vecino, y antes de ser alcalde, cada vez que
iba al Parque de Gasset con mis hijos tenía la sensación de que este espacio
sufría un gran deterioro. Asimismo, nada más llegar al Ayuntamiento, durante
mis primeras ferias ya como alcalde, observé que el Parque de Gasset sufría un
deterioro y un destrozo impresionante durante quince días (incluyendo la
celebración de los actos de la feria propiamente dichos y de los momentos
previos necesarios para todo el acondicionamiento). A ello había que añadir que
este espacio se había quedado pequeño para atender todas las peticiones
existentes. Por este motivo, a la primera Corporación municipal de la que fui
parte le expuse la necesidad de trasladar la feria del Parque de Gasset hasta
otro recinto, en este caso el actual barrio de La Granja, que por aquel
entonces campo, pues aquellos años Ciudad Real terminaba en la Ciudad Jardín”.
Esa decisión provocó que surgieran algunas voces discordantes entre los ciudadanos de a pie que no se mostraron muy conformes con esta medida, pues “pensaban que el nuevo recinto les quedaba más lejos. Y luego también estaban los nostálgicos de la Talaverana”, comenta Lorenzo Selas.
Por todo ello, y antes de que se procediera al citado traslado, desde la corporación municipal mantuvieron numerosas reuniones para poder exponer con calma y con todo lujo de detalles el proyecto que se pretendía realizar. “Fue un proyecto iniciado durante nuestra primera legislatura. Se hizo con paciencia y con muchos contextos, hasta que finalmente en junio de 1986 inauguramos todo lo que hoy se contempla como el Recinto Ferial de Ciudad Real, incluido su auditorio”.
Selas opina que al final el paso del
tiempo es el juez y el que da y quita razones: “Hemos podido ver como el
traslado de la feria ha funcionado y lo sigue haciendo en la actualidad. La
gente desde el primer momento lo aceptó con toda naturalidad del mundo. Por
ello, a día de hoy podemos sentirnos orgullosos del recinto que tenemos y de
cómo hemos ido manteniendo el Parque de Gasset, aumentando también la
superficie de este lugar centenario”.
Conviene recordar como la feria de Ciudad Real estuvo celebrándose en el Parque de Gasset cerca de 70 años, según indica Lorenzo Selas, después de que “la corporación de principios del siglo pasado tomase la decisión de que fuese trasladada desde la Plaza Mayor hasta el Parque de Gasset”.
Nuevo recinto ferial
Las obras del nuevo recinto ferial y del auditorio corrieron a cargo de los servicios municipales, estando encabezadas y dirigidas por los arquitectos Rafael Humbert y por Diego Peris. De hecho, el proyecto de Auditorio ubicado en ‘La Granja’ fue iniciado por Humbert y completado por Diego Peris.
Precisamente Diego Peris señala que el nuevo recinto ferial de Ciudad Real se planteó en la zona de ‘La Granja’ de Ciudad Real en un espacio de 48.000 metros cuadrados “pensado como una zona verde en la que se insertaban las diferentes actividades”.
Explica que el elemento central del proyecto era el Auditorio de unos 4.000 metros cuadrados con capacidad para 2.500 personas: “Un elemento que se hundía de forma escalonada en el terreno, cerrado con módulos construidos y elementos vegetales y un gran escenario en su frente que permitiría la celebración de diferentes actividades musicales o de convivencia”.
Junto a esa instalación también se
realizaron espacios para casetas, atracciones, zona de bares y zonas especiales
para actividades infantiles y juveniles. A este respecto, Diego Peris indica
que el folleto que el ayuntamiento editó con motivo de la inauguración del
nuevo recinto “explicaba las superficies de cada una de las zonas y la
organización del gran espacio pensado como zona verde en la que se insertaban
los paseos y las zonas de cada una de las actividades”.
Según el arquitecto ciudadrealeño el
proyecto fue realizado por la administración, siendo el propio Ayuntamiento el
encargado de realizar las obras que tuvieron a Bonifacio Villaverde como
aparejador, a Pepe Vinuesa como maestro de obras y a Gumersindo Arenas como
ingeniero técnico industrial, añadiendo que “en apenas unos meses y con un
presupuesto austero se completaron las obras del nuevo espacio”.
Peris también recuerda como el anterior recinto que albergaba la Feria de Ciudad Real, en concreto el entorno de la Talaverana “era apreciado como recinto tradicional, pero tanto esa zona como el conjunto del Parque de Gasset era considerado por la gente como un espacio en el que era difícil desarrollar las actividades, a la vez que sufría un importante deterioro cada año de celebraciones”.
Desde su punto de vista el nuevo ferial “fue valorado muy positivamente, en especial el auditorio de La Granja, que permitía todo tipo de celebraciones desde las cenas del día de la provincia a conciertos y bailes tradicionales. La solución del espacio escalonado, ajardinado con una iluminación ambiental suave y continua generaba un espacio amable para la gente”.
Para Peris la solución del escenario con el frontón postmoderno sobre las columnas de barras metálicas “era una aportación novedosa y se publicó en las revistas de arquitectura del momento, recogiendo una moda muy concreta de esos años”. Asimismo, destaca como “la jardinería (dirigida por Pepe Arrieta) contribuyó de forma esencial a definir y organizar los espacios con una imagen de zona verde”.
Pese a ello, opina que el espacio del recinto ferial que ha sido utilizado durante 37 años “ha seguido funcionando bien”, “está muy necesitado de una rehabilitación en muchos de sus elementos”, pues “el tiempo no perdona”.
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