Encuéntrese Ciudad Real en la ruta del
turismo, sin que todavía se haya dado exacta cuenta de las ventajas de su
situación. Reconcentrados e indolentes -como la mayoría de los pueblos
españoles- viven estos nobles manchegos un poco al margen de los febriles
artistas de modernidad que acucian a las grandes urbes, que en la busca y
espera del enamorado rico -el turismo cosmopolita-, se pulen y acicalan y
embellecen poniendo cada día en su seducción un nuevo y atractivo encanto.
Sin embargo, Ciudad Real, sitio de paso para la ruta romántica de Don Quijote, posee también positivos valores ignorados que ofrecer a la contemplación del viandante, aunque, por la avaricia con que los oculta, no parece tenerlos en la mayor estima, nos referimos principalmente a sus fiestas religiosas de Semana Santa.
Sorprende en verdad al viajero oír hablar en las tertulias provincianas del esplendor de estas fiestas, y cuando, guiado por la curiosidad, se hace informar de la antigüedad de las cofradías y contempla la belleza de las imágenes procesionales y el esplendor de los objetos del culto, se pregunta asombrado: “¿Pero es posible que sean desconocidas estas magnificas y solemnes manifestaciones del arte religioso en el resto de España?”
Desde la mesa donde escribo estoy viendo en el lienzo de pared del “bar” los hermosos carteles anunciadores de la Semana Santa en Málaga, Valladolid, Cartagena y Murcia, y junto a ellos la figura de un nazareno manchego en que el laureado pintor Andrade ha querido simbolizar las fiestas de su pueblo.
Faltan allí los carteles de Sevilla, de Toledo, de Tarragona..., de tantas otras poblaciones que celebran con pompa estas fiestas, pues las corrientes y las necesidades modernas aconsejan en todas partes la exhibición del arte cristiano español como elemento fomentador del turismo, del que reportan sus recorvos vitales muchas ciudades de España.
La sobriedad del cartel de Semana Santa responde, refleja bien la psicología de la región, y es un señalado acierto del artista; es también un éxito del Municipio actual el iniciar de esta forma la propaganda de sus fiestas mayores. Nosotros queremos estimular esta iniciación feliz contribuyendo a la divulgación de la magnificencia de esta Semana Santa, en espera de que el Ayuntamiento de la capital dará en años sucesivos mayor impulso a esta propaganda.
“El Imparcial”, domingo 1 de abril de 1928, Madrid Año LXII
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