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miércoles, 26 de julio de 2023

HISTORIA ABREVIADA DE LA PANDORGA; FIESTA POPULAR DEL PUEBLO PARA LA VIRGEN DEL PRADO (I)

 



Los manchegos, en general, y los ciudadrealeños, o ciudadrealengos, que de ambas maneras podemos ser apodados los de aquí, los nacidos en la “capitaleja'”, somos pocos dados a algunas cosas claves. Entre estas, de importancia capital para aquellos pueblos que se precian de su pasado, están la conservación del patrimonio de todo tipo y, muy especialmente y dentro de esa obligación, los archivos y documentos claves de nuestra historia. Tal es así, dicho sólo a título de ejemplo, que en Ciudad Real capital da la sensación de que en los últimos 35/40 años se ha sucedido terremotos cíclicos que han arruinado nuestro no sobrado patrimonio arquitectónico, especialmente civil, y manos negras delictivas que han hecho desaparecer i- hasta nuestra Carta Puebla original, la firmada por el Rey Alfonso X el Sabio con motivo de la fundación de Villa Real.

Dicho esto, y conocida por todos, propios y extraños, nuestra particular idiosincrasia, a nadie debe extrañar que sobre una fiesta popular. La Pandorga, y en su apéndice concursal, el Concurso de limoná, populachera, se hayan escrito últimamente algunas necedades de bulto, que van parejas, para mayor desconcierto de la sociedad, con otras que contienen lo poco que se sabe a ciencia cierta, mucha buena voluntad y enormes ganas de ensalzar y engrandecer lo nuestro. Todo ello en forma de tradición barroca -a veces diría que rococó- por la escasa información, por lo afirmado en el párrafo anterior, que de dicha fiesta ha llegado hasta nosotros. Porque a nadie debe extrañar que si el más importante documento que podía tener esta ciudad, la Carta real fundacional de la misma -privilegio este de tener documentada su fundación que pocas ciudades tienen- ha sido expoliado e, incluso, en el colmo de la desidia y las cosas raras, fue visto no hace demasiados años, según confesión de parte, por un profesor de Historia de la UCLM, sin que éste reaccionase en defensa de dicho documento, ni el Ayuntamiento de la ciudad, al tener noticia de ello, moviese un dedo para averiguar la verdad sobre tan extraño asunto, repito, a nadie debe extrañar que se sepa poco, casi nada; de la fiesta de la Pandorga y del noventa y cinco, por ciento de las cosas que nos afectan directamente. Así que, como afirmación por ahora inamovible, el documento que tenemos; archivado los ciudadrealeños no es sino una copia “notarial” de la época, de igual valor digamos legal, pero no de igual valor patrimonial. Nunca la copia es él original, por muy compulsada que esté.




Pero volvamos a la Pandorga que es de lo que se trata hoy, ahora que ha pasado la edición 2008 y andamos en los días previos a la Feria de dicho año, todo ello, Pandorga y Feria, en honor de nuestra patrona, la Santísima Virgen del Prado, una de las advocaciones españolas que, por razones históricas más ha cambiado de nombre. Y es que nuestra patrona, bueno, la imagen que hoy contemplamos y veneramos, no es sino la quinta, sexta o séptima representación plástica que ha sido tallada y modelada desde que en el 1013 fuese descubierta, en Velilla del Jiloca, escondida en una cueva para protegerla de la invasión musulmana norteafricana. Entonces, la imagen representaba la advocación de la Virgen de los Torneos, como atestiguaba un documento que la acompañaba en la caja que la protegía. Y esta imagen, descubierta por mosén Ramón Floraz, caballero a las órdenes de Sancho el Mayor de Navarra, cambia su nombre por el de Virgen de los Reyes y después, una vez en manos de los reyes de Castilla, pasa a ser conocida como Virgen de las Batallas, pues parece que acompañaba a aquellos, en especial a Alfonso VI, en todas las disputadas, hasta, rezan las crónicas y la tradición, la desastrosa para las armas cristianas de Zalaca (para andalusíes musulmanes y almorávides) o Sagrajas (para los cristianos). Es en este momento, tras Sagrajas, ¡cuan difícil saber, como tantas otras cosas, cuándo es realidad histórica aún sin documentar o cuando leyenda y tradición bienintencionada¡, cuando el Rey manda a su capellán, Marcelo Colino, a buscar la imagen a Toledo para trasladarla a Córdoba, en cuya rendición quería empeñarse, y cuando, tras una parada, a mediodía dice la voz del pueblo desde el 25 de mayo de 1088, día de San Urbano, en un prado del lugar llamado entonces Pozuelo Seco -lo de don Gil parece, según algunos, que llegaría tras la derrota y evacuación total de Alarcos- la Virgen en su advocación entonces de Virgen de las Batallas, decide quedarse en el lugar, en la futura Villa Real de Alfonso el Sabio (1255) y Ciudad Real de Juan II.

Pues bien, a esta imagen, conocida desde entonces como Virgen del Prado, es ala que el pueblo de Ciudad Real ha dedicado, desde al menos el siglo XVI según la primera referencia documental de cierto peso, la fiesta de la Pandorga.

 


ORÍGENES DE LA FIESTA LLAMADA PANDORGA.

Dejando a un lado la etimología del término Pandorga, difícil de precisar por razones obvias, máxime cuando la Real Academia Española no da ninguna acepción que signifique lo que más aceptado es por estos lares, “fiesta popular en la que se baila y se tocan instrumentos”, bien podríamos definirla, después de leer y releer las muchas opiniones al respecto, como “fiesta popular de origen rural más que urbano, en la que se toca, se baila y se come -la RAE da como acepciones del término, entre alguna otra, las de pandero, panza y barriga- en honor de, al menos por lo que respecta a los ciudadrealeños, la patrona de la ciudad, la Virgen del Prado”.

Dicho esto y por lo que respecta a sus orígenes, nada se sabe en concreto. Sólo vaguedades y leyendas transmitidas con más voluntad que acierto histórico, y ello por lo apuntado más arriba; nuestra afición, desde siempre a conservar poco o nada, de ahí que salvo lo realmente documentado y archivado, lo más cierto que tenemos las gentes de por aquí sobre nuestro pasado sea lo que, poco a poco, están sacando a la luz los arqueólogos en las excavaciones de Alarcos.

Al margen de esto, las primeras noticias sobre esta fiesta popular y ciudadrealeña las tenemos gracias a Hermenegildo Gómez Moreno, Secretario de Honor perpetuo que fue, hasta su muerte, de la Muy Ilustre Hermandad de la Santísima Virgen del Prado. Gómez Moreno nos transcribe en su libro “Notas históricas de Santa María del Prado, patrona y fundadora de Ciudad. Real”, un texto del siglo XVII en el que, sin citar nombre del autor o de que documento en concreto se trata dice, entre otras cosas: “La Pandorga es una antigualla que se conserva en esta ciudad desde principios del siglo XVI. Su propio nombre es Pandora (sic) que significa junta de varios instrumentos musicales. El fin a que se dirige esta función es dar culto, con maitines y una misa cantada; en la última noche de julio se juntaban dichos instrumentos en casa del que correspondía celebrar la fiesta y salen, primeramente ante la ventana del Camarín de la Virgen del Prado y después a casa de los Jueces y “Gentes Principales”. Les cantan unas cuantas seguidillas y retornan a casa del que tiene la pandorga y, este, según sus posibilidades y voluntad, tiene un refresco”.




Verá el lector que la definición de este desconocido cronista del XVII no sólo es sucinta, sino que promueve a cierta confusión, aunque quedan claras varias cosas: la fiesta se llamaba ya Pandorga, se celebraba el 31 de julio y en exclusivo honor de la Virgen del Prado, se bailaba y cantaba ante el Camarín, se visitaba a las gentes principales -algo lógico en la época de la que se trata- y el que tiene la pandorga (sic)- tiene un refresco para la gente. Sin duda muy parecido todo a lo que se hace hoy, salvo los apéndices de proclamación de Dulcinea y Pandorgo que ha sido incorporados recientemente.

Fuera de esta primera definición documentada -según Gómez Moreno- de lo que fue la Pandorga allá por los siglos XVI y XVII, poco más hay sobre orígenes y celebraciones de aquellos años. Todos los que han escrito sobre dicha fiesta -Julián Plaza, Rafael Cantero, etc.- han aportado poca documentación de valor y ello no por desidia, sino porque, dicho está sobradamente, hay poco donde buscar y poco lo que hallar, salvo sorpresa futura que, como es lógico, sería muy bienvenida por todos.

Sin duda, y andando el tiempo hacia nuestros días, la anécdota más conocida y documentada sea la protagonizada por el 'agarrado' corregidor y alguacil y alférez mayor de Ciudad Real, Vicente Ramón Maldonado y Ormaza, que llegaría a ser marqués de Castellanos, quien, por su cargo de corregidor debía organizar la Pandorga de 1789, responsabilidad que no sólo obvió, sino que dejó de lado al suspenderla. Por ello, en Ciudad Real se hizo célebre la seguidilla:

 

Este año no hay Pandorga

Virgen del Prado

por las cicaterías/ de Maldonado.

Manuel López Camarena. Diario “La Tribuna de Ciudad Real”, viernes 15 de agosto de 2008



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