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sábado, 1 de febrero de 2025

LEYENDAS DE CIUDAD REAL: EL RAPTO DE LA MORA (I)

 

Antiguas edificaciones de arquitectura popular desaparecidas de nuestra ciudad

 

Leyenda escrita sobre un episodio, del libro en prensa de D. José Balcázar y Sabariegos, intitulado «Hernán Pérez del Pulgar, el de las Hazañas.


I

¿Cómo no echarla de menos

si era la dama más linda?

Su casa estaba muy triste,

cerradas las celosías,

entornada la cancela,

los pecheros de vigilia...

y allí van los infanzones

por ver lo que sucedía.

—Venid—les dice el buen padre

y ved la desgracia mía,

en esta noche pasada

hánme robado mi hija.

¡Maldito mil veces sea

quien hizo tal villanía!

—No lloréis, noble señor,

—dice un doncel de seguida—

para vengar á un anciano

hay cien nobles en Castilla.

—¿Y cuál será la venganza?

—Un medio encuentro. A fe mía.

El ladrón, moro es sin duda,

que es de infieles esa intriga,

para pediros el oro

a cambio de vuestra hija.

Usemos iguales medios

y robemos á Zorinda, que es la mujer más hermosa

del barrio de Morería,

y darán por su rescate

la cristiana, que es perdida. 




—¡Muy bien! —replicaron todos

y luego todos querían

hacerlo, menos un joven

que á sus amigos indica

no ser de nobles y honrados

el vengarse de tal guisa.

Luego pusieron á suerte

á quien le correspondía,

y al doncel que replicaba

á aquel le tocó la china.

—Yo robar—dijo—no quiero

por ser acción poco digna.

—Diga el imberbe que teme

y lo dirá más deprisa.

—¿Temer yo?... Para mañana

tenéis aquí misma cita,

y, ó está en mi poder la mora,

o está en su poder mi vida.

 

II

Cerró la noche entre nubes:

la ciudad quedóse a obscuras,

y en el retirado barrio

nada se ve ni se escucha.

Un caballero embozado

de pronto por allí cruza;

tuerce calles y más calles, sus fuertes pasos retumban,

y al fin para ante los muros

donde Zorinda se oculta.

Desembózase atrevido,

templa la sonora guzla,

y ante su agimez, de amores,

canta trovas con dulzura.

Despiértase el fiero moro

y la cimitarra empuña,

y en la calle se presenta

apuesto para la lucha.

—Cristiano, cuando te atreves

á desafiar mi furia7

o vienes á por mi vida,

o en poco tienes la tuya.—

Requiere el galán la espada,

pero no al fin la desnuda,

que sóbranle sus dos manos

para resistir la furia

del infiel á quien abraza

y lo aprieta y descoyunta,

lo sacude y zarandea,

lo destroza y lo magulla,

hasta que lo arroja inerte

y con magestad hercúlea,

por la puerta que él abriera

entra en pos de su aventura.

 Rafael López Haro. Leyendas en verso, imprenta  El Labriego 1898



 

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