Leyenda escrita sobre un episodio, del libro en prensa de D. José Balcázar y Sabariegos, intitulado «Hernán Pérez del Pulgar, el de las Hazañas.
I
¿Cómo no echarla de menos
si era la dama más linda?
Su casa estaba muy triste,
cerradas las celosías,
entornada la cancela,
los pecheros de vigilia...
y allí van los infanzones
por ver lo que sucedía.
—Venid—les dice el buen padre
y ved la desgracia mía,
en esta noche pasada
hánme robado mi hija.
¡Maldito mil veces sea
quien hizo tal villanía!
—No lloréis, noble señor,
—dice un doncel de seguida—
para vengar á un anciano
hay cien nobles en Castilla.
—¿Y cuál será la venganza?
—Un medio encuentro. A fe mía.
El ladrón, moro es sin duda,
que es de infieles esa intriga,
para pediros el oro
a cambio de vuestra hija.
Usemos iguales medios
y robemos á Zorinda, que es la mujer más
hermosa
del barrio de Morería,
y darán por su rescate
la cristiana, que es perdida.
—¡Muy bien! —replicaron todos
y luego todos querían
hacerlo, menos un joven
que á sus amigos indica
no ser de nobles y honrados
el vengarse de tal guisa.
Luego pusieron á suerte
á quien le correspondía,
y al doncel que replicaba
á aquel le tocó la china.
—Yo robar—dijo—no quiero
por ser acción poco digna.
—Diga el imberbe que teme
y lo dirá más deprisa.
—¿Temer yo?... Para mañana
tenéis aquí misma cita,
y, ó está en mi poder la mora,
o está en su poder mi vida.
II
Cerró la noche entre nubes:
la ciudad quedóse a obscuras,
y en el retirado barrio
nada se ve ni se escucha.
Un caballero embozado
de pronto por allí cruza;
tuerce calles y más calles, sus fuertes
pasos retumban,
y al fin para ante los muros
donde Zorinda se oculta.
Desembózase atrevido,
templa la sonora guzla,
y ante su agimez, de amores,
canta trovas con dulzura.
Despiértase el fiero moro
y la cimitarra empuña,
y en la calle se presenta
apuesto para la lucha.
—Cristiano, cuando te atreves
á desafiar mi furia7
o vienes á por mi vida,
o en poco tienes la tuya.—
Requiere el galán la espada,
pero no al fin la desnuda,
que sóbranle sus dos manos
para resistir la furia
del infiel á quien abraza
y lo aprieta y descoyunta,
lo sacude y zarandea,
lo destroza y lo magulla,
hasta que lo arroja inerte
y con magestad hercúlea,
por la puerta que él abriera
entra en pos de su aventura.
Rafael López Haro. Leyendas en verso, imprenta El Labriego 1898
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