La siguiente Leyenda en verso, se sitúa en la actual calle Camarín, junto a la Catedral, http://elsayon.blogspot.com/2015/02/la-leyenda-de-la-lampara-del-camarin.html
I
De un templo de Ciudad-Real
junto á una reja en el muro,
a los embates seguro
del agua y del vendabal,
como antorcha funeral
existe un farol colgante,
cuya palidez constante
indecisa y tenue alumbra,
haciendo vaga penumbra
confusa y agonizante.
II
Cuando en noche negra, obscura,
un cristiano ve esa luz,
hace el signo de la cruz
y una plegaria murmura,
un recuerdo de amargura
resucita en su memoria,
y, cual visión ilusoria,
ve allí con sus mismos trajes,
a los muertos personajes
de aquella fatal historia.
III
Es corta: Érase un doncel
de valentía probada,
que allí esperó a su adorada,
ángel que soñó con él.
Enfrente, tras un cancel,
su ventura se escondía;
breve esperar, y saldría
allende el hierro de honor,
para estar jurando amor
hasta que llegara el día.
IV
Era bella; en su mirar
vertía tantos encantos
como tiene el mundo llantos
y como olas tiene el mar.
Dios sus labios al pintar
les puso tintas tan rojas,
que las envidian las hojas
de la silvestre amapola,
y la más suave corola
tiene por su tez, congojas.
V
Cuando el rubio serafín
saluda al amanecer,
despertándose á coger
las flores de su jardín;
cuando luces de carmín
la adornan desde los cielos,
detienen los arroyuelos
sus ondas por retratarla,
y al no poder igualarla
el propio sol, tiene celos.
VI
No sabía el rondador
que para suerte fatal,
un decidido rival
fijaba en él su rencor.
Ignoraba su valor,
que era ilusión su esperanza;
ignoraba que en venganza
de su triunfo lisongero
otro hombre, mal caballero,
le tendía una asechanza.
VII
Sonó el velado cristal,
se escuchó una amante queja,
y surgió tras de la reja
una figura ideal.
Luego; un golpe criminal
al corazón dirigido;
un hombre desvanecido
sobre las gradas muriendo;
un asesino corriendo,
un sollozo y un gemido.
VIII
Huyó la noche callada,
y una ronda de alguaciles,
halló en aquellos pretiles
un cadáver y una espada.
Pasó el tiempo; después... ¡nada!
sólo se sabe que el sol
sorprendió con su arrebol
muchas mañanas llegando,
a una enlutada rezando
cabe al fúnebre farol.
XI
Hoy sigue el farol luciendo
y la sombra sigue orando,
la noche sigue callando
y sigue el viento gimiendo;
y todo cristiano viendo
la llama triste, mortuoria,
como visión ilusoria,
ve allí con sus mismos trajes,
a los muertos personajes
de aquella fatal historia.
Rafael López Haro. Leyendas en
verso, imprenta El Labriego 1898
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