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viernes, 31 de enero de 2025

LEYENDAS DE CIUDAD REAL: EL FAROL DEL CAMARÍN

 



La siguiente Leyenda en verso, se sitúa en la actual calle Camarín, junto a la Catedral, http://elsayon.blogspot.com/2015/02/la-leyenda-de-la-lampara-del-camarin.html

I

De un templo de Ciudad-Real

junto á una reja en el muro,

a los embates seguro

del agua y del vendabal,

como antorcha funeral

existe un farol colgante,

cuya palidez constante

indecisa y tenue alumbra,

haciendo vaga penumbra

confusa y agonizante.

 

II 

Cuando en noche negra, obscura,

un cristiano ve esa luz,

hace el signo de la cruz

y una plegaria murmura,

un recuerdo de amargura

resucita en su memoria,

y, cual visión ilusoria,

ve allí con sus mismos trajes,

a los muertos personajes

de aquella fatal historia.


III

Es corta: Érase un doncel

de valentía probada,

que allí esperó a su adorada,

ángel que soñó con él.

Enfrente, tras un cancel,

su ventura se escondía;

breve esperar, y saldría

allende el hierro de honor,

para estar jurando amor

hasta que llegara el día.



IV

Era bella; en su mirar

vertía tantos encantos

como tiene el mundo llantos

y como olas tiene el mar.

Dios sus labios al pintar

les puso tintas tan rojas,

que las envidian las hojas

de la silvestre amapola,

y la más suave corola

tiene por su tez, congojas.

 

V

Cuando el rubio serafín

saluda al amanecer,

despertándose á coger

las flores de su jardín;

cuando luces de carmín

la adornan desde los cielos,

detienen los arroyuelos

sus ondas por retratarla,

y al no poder igualarla

el propio sol, tiene celos.


VI 

No sabía el rondador

que para suerte fatal,

un decidido rival

fijaba en él su rencor.

Ignoraba su valor,

que era ilusión su esperanza;

ignoraba que en venganza

de su triunfo lisongero

otro hombre, mal caballero,

le tendía una asechanza.

 


VII 

Sonó el velado cristal,

se escuchó una amante queja,

y surgió tras de la reja

una figura ideal.

Luego; un golpe criminal

al corazón dirigido;

un hombre desvanecido

sobre las gradas muriendo;

un asesino corriendo,

un sollozo y un gemido.

 

VIII

Huyó la noche callada,

y una ronda de alguaciles,

halló en aquellos pretiles

un cadáver y una espada.

Pasó el tiempo; después... ¡nada!

sólo se sabe que el sol

sorprendió con su arrebol

muchas mañanas llegando,

a una enlutada rezando

cabe al fúnebre farol.

 

XI 

Hoy sigue el farol luciendo

y la sombra sigue orando,

la noche sigue callando

y sigue el viento gimiendo;

y todo cristiano viendo

la llama triste, mortuoria,

como visión ilusoria,

ve allí con sus mismos trajes,

a los muertos personajes

de aquella fatal historia.

 

Rafael López Haro. Leyendas en verso, imprenta  El Labriego 1898




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