El paso de la Santísima Virgen del Prado,
realizado entre 1953-54 en la Casa Meneses de Madrid, ha sido totalmente restaurado en la Orfebrería
Orovio de la Torre de Torralba de Calatrava (Ciudad Real), taller elegido para
realizar la intervención, aparte de por su trayectoria profesional, por su
cercanía, ya que esto posibilitaba un control de las labores realizadas y un examen
directo de la situación a la hora de tomar decisiones.
Durante el presente año 2017, y
realizado en dos fases, se ha venido restaurando el paso de nuestra Patrona la
Virgen del Prado: primero el palio y los varales, que ya fueron estrenados en
el pasado mes de mayo durante la celebración de los actos centrales
conmemorativos del Cincuentenario de la Coronación Canónica Pontificia; y el paso propiamente dicho, o parte baja, desde entonces hasta ahora que podemos
disfrutar del resultado durante estas Fiestas de agosto en honor a la Virgen
del Prado. Siendo esta última intervención, en su conjunto, la más sumaria de
todas las que ha sufrido la Carroza y la más respetuosa a la vez con la pieza
original.
Más concretamente, y resumiendo mucho,
las labores realizadas se han concretado en la parte del palio, en la
reconstrucción de piezas desaparecidas o dañadas: construcción de una palmeta
repujada, alas de un ángel tenante, unión de la cabeza de otro de los ángeles
que sustentan el escudo de la Ciudad, reconstrucción de las bajantes de
orfebrería del dosel, construcción de un nuevo bastidor de aluminio aligerando
el mucho peso que soportaba y ajustando los varales, reposición de asas a los
perillones que rematan los varales, nueva tornillería para sustentar las
piezas, algunas de ellas sueltas con peligro de pérdida…; como detalle curioso,
se ha vuelto a ennoblecer el techo del palio con una tela de damasco blanco,
tal como aparecen en los documentos gráficos que poseía en su origen.
Por otro lado, en su parte baja, del Paso propiamente dicho, se ha desmontado por completo toda su orfebrería con
el fin de de llevar a cabo una limpieza en profundidad de todas y cada una de
las piezas que la componen, no habiendo recibido baño sino alguna pieza
realizada nueva, o alguna muy deteriorada, tal como los querubines y las
letanías, ambas bañadas en oro con el fin, teniendo siempre presente el
conjunto de la obra. Esta intervención nos ha facilitado conocer con total
certidumbre el estado del alma de madera que sustenta toda esta magnífica obra
en metal, presentando un grado excelente de conservación.
Otro de los problemas que se han
acometido y que podría haber hecho peligrar la integridad de la obra ha sido el
cambio del suelo de la misma, quitando la tablazón de madera simple, ya que
presentaba un alabeo o combamiento muy pronunciado, e instalando en su lugar un
tablero de ocume, mucho más estable a la acción del tiempo y del uso. Para este
trabajo se ha necesitado retirar la totalidad de las baldosas de orfebrería, y
que es otro de esos detalles característicos que le dan empaque y personalidad
a este Paso procesional. Más de setecientas baldosas componen este particular
solado sobre el que se instala todos los años a la Imagen de la Patrona o a
Jesús Sacramentado. Es por esto que se ha aprovechado para ajustar cada una de
las baldosas (antes montadas unas sobre otras y completadas con trozos de las
mismas, lo que le daba una imagen un tanto caótica y no bien resuelta): así, el
resultado es más armónico, en la línea del equilibrio del diseño original
completo.
Dos curiosidades: se ha recuperado la
placa fundacional de la construcción de la Carroza, colocada en su origen en
una viga de la estructura interna del Paso, y ahora puesta es su exterior como
documento histórico relacionado con la obra. Y la otra, la incorporación de una
mariquita de orfebrería, elemento incluido a modo de firma por D. Ramón Orovio,
orfebre, en el único paño que se ha tenido que hacer nuevo, haciéndolo
discernible de lo original.
Pero todo este gran trabajo no podría
haberse llevado a cabo sin la generosidad de Dña. Luisa Calahorra Escobar,
quien, en las últimas voluntades recogidas en su testamento, y tras de repartir
la mayoría de su patrimonio entre los más necesitados, dejó para su dedicación
a la reparación del Paso de la Virgen dicha cantidad, gracias a la cual
hemos podido felizmente acometer la restauración de esta bellísima obra de
arte, propiedad sentimental de todo el pueblo de Ciudad Real, y de la que
debemos sentirnos orgullosos plenamente, garantizando la generación actual su
perfecta conservación para su entrega a las generaciones futuras, depositarias
de la historia, tradición y fe de esta secular Ciudad Real.
Texto
y Fotografías: Alfonso Doblado Ruedas, Mayordomo de la Ilustre Hermandad de la
Virgen del Prado
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